PILATOS
da la última sentencia de
muerte a Jesucristo

  ¡Ai que tremendo suplicio!
¡Ai qué pena! ¡ai qué dolor!
Siente la madre por su hijo
Atinjido el corazon.

  Pilatos lo sentenció
Al soberano Jesus
Que muriese en una cruz,
El pueblo a gritos clamó,
Al pedido él accedió
Por no estar en precipicio,
Le siguieron siempre el juicio
Dijo Pedro, es de advertir
Mi maestro va a sufrir
¡Ai qué tremendo suplicio!

  Escribas i fariseos
Una capa le pusieron
Vieja i de él se rieron
Los inícuos saduceos,
Hasta cumplir sus deseos,
Ellos llenos de furor.
La Vírjen con tierno amor
Decia allí desmayada:
Tengo el alma acongojada
¡Ai! qué pena ¡ai qué dolor!

  Hácia el Calvario marchaba
Cargando la cruz enorm e,
Herido i siempre conforme
En sus hombros la llevaba,
I del cuerpo le saltaba
Sangre de un costado fijo,
Inocentemente dijo;
Sufro el castigo funesto,
Muchos pesares por esto
Siente la madre por su hijo.

  Por Jerusalen pasó
Lleno del mas cruel tormento,
Su madre en ese momento
Al encuentro le salió,
De pena se entristecio
Al verlo en tan aflixion,
Sin tenerle compasion
Le seguian azotando,
Decia: tengo llorando,
Atinjido el corazon.

  Al fin, iba agonizante
Nuestro amado redentor,
Lleno de su santo amor
Mostrando un bello semblante
Murió i salio triunfante
Despues que resucito,
Al seno de Abraham bajó
Reluciente como el alba,
A sacar las santas almas
I al cielo se las llevo.

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ES LLEVADO
Ya la casa de Anás i despues
a la de Caifàs

  El castigo mas severo
Recibió nuestro Señor,
Murió por el pecador
En el sagrado madero,

  Se contó seguramente
Allá en Jerusalen
Que el proceso al sumo bien
Se le haria prontamente
Por darle gusto a la jente
Lo tomaron prisionero.
Dijo todo el pueblo entero:
Que muera crucificado!
Dándole al cordero amado
El castigo mas severo.

  A la casa de Anás
Los soldados lo llevaron
I despues lo presentaron
A donde el fátuo Caifàs;
Pero esto fué por demas,
Porque le aumentó el rigor,
El indigno embaucador
Le pronunció la sentencia
I la muerte a inclemencia
Recibio nuestro Señor.

  Juan i Pedro lo siguieron
despues de la desercion
Llenos de conternacion
En ese instante se vieron,
Donde el pontífice fueron
Con recelo i con temor;
Juan, pues, entró al interior
Del palacio, en esa vez,
Dia viernes a las tres
Murió por el pecador.

  En el atrio se quedó
Pedro, en medio de soldados,
Entre ministros i criados
Toda la noche pasó.
La decisión espero
Del concilio con esmero,
De nuestro Dios verdadero
Que luego iba a gonizar,
Para poder espirar
En el sagrado madero.

  Al fin, Caifás principió
Para labrarle la ruina
Por apóstoles i doctrina
A Jesus le preguntó,
Entonces le respondio:
Yo siempre les prediqué
En el templo i enseñé
La verdad pura i sencilla,
I por todo el mundo brilla
Mi viva i constante fé.

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VERSOS A LO DIVINO
Jesucristo es convidado a
cenar en casa de Simon

  Nuestro Dios fué convidado
Con mucha veneracion
En la casa de Simon
Estuvo regocijado.

  En el templo predicaba
Aquella verdad divina
Enseñando su doctrina
Sumiso se preocupaba,
Por el pecador oraba
El cordero inmaculado
Con cariño i mucho agrado
I tranquilidad serena
A una espléndida cena
Nuestro Dios fué convidado.

  Tan presto como llegó
Jesús con suma pureza
En su divina cabeza
Bálsamo se derramo
Maria la enjugó
Todo su cuerpo, en razon,
Con alegre corazon
Fué su jenerosidad
Contemplaba esa deidad
Con mucha seneracion.

  En la mesa, por gran suerte,
Dijo Jesus por su nombre
El hijo de Dios hecho hombre
Será entregado a la muerte,
Con un sentir tambien fuerte
Decia en conversacion
Llenos de conternacion
Sus discipulos quedaron,
Unos a otros se miraron
En la casa de Simon.

  Volvioles a replicar
De nuevamente a testigo,
Dijo: el que come conmigo
Es el que me va a entregar,
I mui luego he de entrar
Al suplicio separado
Porque el término ha llegado
Que vo muera en una cruz.
En Betania el buen Jesus
Estuvo regocijado.

  Al fin, Judas le vendió
A su divino maestro,
Como era apóstol diestro
A judios lo entrego
La plata que recibió
Fué para su perdicion.
Aquella inícua traicion
Que el pérfido ejécutó
A los infiernos cayó
Sin tener resolucion.

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VERSOS A LO DIVINO
La traición de Judas Is-
cariote

  Llevaron a mi cons uelo
A un lugar mui dista nte
¡Quién sabe si le olvida
Lo que me queria antes!

  Llegó Judas el traidor
Con cariño i embel eso
I tan solo con un beso
Entrego a nuestro Señor.
El enemigo invasor
Le prendió aun sin recelo
Aquel inmenso cautelo
Causó una gran osadía
Dijo la Vírjen Maria:
Llevaron a mi consuelo.

  ¿A quién buscais tan sereno?
Mi Dios, a ellos les dijo,
Le contestaron, de fijo,
Al tal Jesús Nazareno
Yo soi el de poder lleno
I mi fé siempre es constante
Dijo a Maria al instante,
Verónica en aflicciones;
Lo llevaron los sayones
A un lugar mui distante.

  San Pedro la espá sacó
De la vaina con sospecha
I la oreja derecha.
A Malco se la cortó
Pero el Señor la juntó
Dondo mismo i quedó unida;
Al tiempo de su partida
Habló con pena i sumiso,
La negacion que me hizo
Quién sabe si se le olvida!

  Tropas i turbas llegaron,
Inícuas, aquí lo advierto,
Estando orando en el huerto
Prisionero lo tomaron,
Por Jerusalen pasaron
Con él, pues, los ignorantes
Judas ha sido el causante
De este convenio fornido,
Si me habrá echado en olvido
Lo que me queria antes.

  Por fin, con mucha alegria
Marchó la omnipotencia
Al lugar de la inclemencia
Pensando en dar su agonia
En que todo sufriria
En una cruz enclavado,
De piés i manos atado
En la columna ¡qué horror!
Muriendo nuestro Señor
Todo el mundo fué salvado.

—Imp. Maturana 9-A

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La rosa i sus espinas

  Con sus espinas la Rosa
Me está hiriendo el corazon
Porque le atenté su tallo
Me ha negado su pasion.

  La mas bella criatura
Al conocer sus despojos,
Con lágrimas de sus ojos
Riega a la tierra mas dura,
I al mirar su desventura
Se considera penosa
Despues de ser tan hermosa
Se trasforma en polvo inerte;
Ves que le quiere dar muerte
Con sus espinas la Rosa.

  Todo humano varonil
Que se engolfa en los placeres,
Lo hacen perder las mujeres
La virtud mas infantil;
Yo como no soi viril
Paso en buena situacion,
La que me da la afliccion
Trae mi pena tambien,
Con su espada del desden
Me está hiriendo el corazon.

  Todas las niñas solteras
Arden en amor propicio
Antes de entrar al vicio
Son como lindas palmeras;
A flores de primaveras
Ellas hacen dar el fallo,
I yo mirando al soslayo
A una tomé confuso
I ella marchita se puso
Porque le atenté su tallo.

  Al principio los amantes
Se quieren con inquietud,
I es la misma juventud
Que los atrae constantes.
Yo en estos mismos instantes
Me lleno de confusion,
Al pronto i sin dilacion
A otra le dí un beso.
La dueña mia por eso
Me ha negado su pasion.

  Al fin, nos dice Cupido
Con toda seguridad
Que el que ama a una deidad
Jamas podrá ser perdido.
Estando de amor herido
El hombre mucho padece
Su corazon se entristece
De melancolía i pena
Si no está con su morena
Triste siempre permanece.

JAVIER JEREZ. Avenida Latorre

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La triste situacion del
pueblo chileno

  ¡Pobres chilenos, qué hare-
       [mos
Con tanta calamidad!
Federico, el Presidente,
Hoi nos mira sin piedad.

  Es triste la situacion
Que soportamos hoi dia
Es causa la tirania
Que existe en nuestra nacion.
Verdugos del pueblo son
Los ministron que tenemos,
En la miseria nos vemos
Lo mismo que un estropajo,
Sin mantencion ni trabajo
Pobres chilenos, qué haremos.

  El pobrerío descalso
Aburrido está en fastidio,
Por robo i por homicidio,
No le temen al cadalso.
Esto que digo no es falso
Porque es la pura verdad,
Es una barbaridad
Lo que pasa en esta vida;
La jente se halla aburrida
Por tanta calamidad.

  Al pobre le cuesta caro
En donde vive, el arriendo
Sin muebles se va debiendo
I en nadie encuentra un am-
       [paro.
El rico está mas avaro
I se queja amargamente;
Dice de que en lo presente
Ya no se puede vivir;
I es culpable hasta morir
Federico, el Presidente.

  Con justísima razon
Toda la jente chorea
Contra Errázuriz, rabea
Hasta la consumacion.
No ha hecho ninguna accion
Que se agradezca en verdad
Para mas temeridad
El dinero desperdicia,
I a causa de la milicia
Hoi nos mira sin piedad.

  Al fin, tengamos paciencia
I pidamos con anhelo
Una proteccion al cielo
I del Señor la clemencia.
Su Divina Providencia
Nos colmen de bendiciones;
Nuestros verdugos mamones
Que se ausenten del poder
I no podamos mas 
La plaga de maricones.

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Fusilamiento del reo
Albornoz en Santiago

  Ya con la vida pagó
Albornoz el desgraciado
En el banco se sentó
Confuso i atribulado.

  Un padre mui de mañana
Al reo lo confesaba
I los ausilios le daba
De la relijion cristiana.
A la vírjen soberana
El pobre se encomendó,
La vista al suelo bajó
Mui triste i enternecido
Contrito i arrepentido
Ya con la vida pagó.

  De la celda lo sacaron
Al reo con pasos lentos
I en esos tristes momentos
En el banco lo sentaron,
I la vista le vendaron.
En ese instante angustiado
Un padre a cada lado
Lo exhortaba en su partida;
I se encuentra en la otra vida
Albornoz, el desgraciado.

  Casi media poblacion
Fué a ver el fusilamiento
Por tomar un escarmiento
En esta ejecucion.
Hasta mi fiel corazón
De pena se acribilló
La jente se enterneció
Al presenciar tal escena
Porque el reo con gran pena
En el banco se sentó.

  Ya se acabó el padecer
De este mísero mortal
Por ser un gran criminal
El tuvo que fenecer.
En contra de su querer
Dejó este mundo enfadado
Un piquete bien armado
Le hizo la puntería,
Murió a las ocho del dia
Confuso i atribulado.

  Al fin Jacinto Albornoz
Pagó su cruel fechoria
I yo le clamo a Maria
Que tenga perdon de Dios.
Aunque su crímen atroz
Fué en los diarios comentado
Ya se encuentra sepultado
En la tumba sepulcral;
Porque el que mata a puñal
Debe morir fusilado.

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El reo Jacinto Albornoz
DESPIDIENDOSE DEL MUNDO

  En el libro del olvido
Mi nombre escrito estará
En un sepulcro sagrado
Mi cadáver quedará.

  Adios, ¡oh mundo engañoso!
Adios, que voi a morir,
Sin poderme resistir
En el banquillo afrentoso;
Por ser un facineroso
El plazo se me ha cumplido.
Pero se haya arrependido
Dirá el lector sin desliz
Ya se encuentra este infeliz
En el libro del olvido.

  Por ser un hombre malvado
Me veo como me veo,
Hoi en calidad de reo
Con grillos i encadenado.
El pueblo todo asombrado
Fusilarme me verá;
La muerte por mi vendrá
A llevarme de repente,
I en el mármol ciertamente
Mi nombre escrito estará.

  En mí no existe contento,
Alegría ni placer,
En mi pecho siento arder
Un tenaz remordimiento.
Mi cuerpo con desaliento
Se encuentra desesperado,
En tal miserable estado
Mi delito pagaré,
I para siempre estaré
En un sepulcro sagrado.

  Me lamento, jimo i lloro,
De mi desgraciada suerte
I solo espero la muerte
En el banco sin decoro.
De Dios el perdon imploro
I espero me lo dará
I poder llegar allá
A donde él sin cuidado
Dentro un féretro labrado
Mi cadáver quedará.

  Al fin, con todo fervor
Recibí los sacramentos,
I en mis últimos momentos
Ampárame, gran Señor.
Aunque fuí un pecador
En esta vida mundana,
Te suplico en esta plana
Que minores mi sufrir,
Ya que voi a sucumbir
A la eternidad lejana.

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Lamentos del reo
MARCHANDO AL BANCO

  Mi cuerpo está prisionero
Mi corazon en la audencia,
Mi alma en los tribunales
Esperando la sentencia.

  Nací al mundo, destinado
Solamente a padecer
Pero qué tengo de hacer
Al estar aprisionado;
A muerte estoi condenado
Sufriendo un tormento fiero,
Yo aquí me considero
Como ánima en penas
Entre grillos i cadenas
Mi cuerpo está prisionero.

  I qué saco con llorar
Si no he de ser perdonado
Triste i descorazonado
Cómo alegre podré estar
Mi vida se vá a acabar
Al rigor de la sentencia
Empréstame resistencia
Buen señor de la mansion
I solo implora perdon
Mi corazon en la audencia.

  Por esta vida ilusoria
Ahora ya no conspiro
Porque va hacer mi retiro
A la mansion de la gloria
Solo dejo esta memoria.
A mis hermanos leales,
Les digo con mis modales
Que mi partida es llegada
I se encuentra atribulada.
Mi alma en los tribunales.

  La rueda de mi destino
Se desbordará en la tumba
Porque veo que me zumba
La muerte a mí por indino;
Pero por un buen camino
He de marchar con frecuencia
Adonde la omnipotencia
Que me espera sin demora,
I lo paso a cada hora
Esperando la sentencia.

  Al fin me llegó la hora
I el plazo de mi partida
En que acabará mi vida
La parca desgarradora,
El vivir ya me devora
En este trance violento,
Ya me parece que siento
En mi pecho la descarga
I emprender la marcha larga
A la mansion de un momento.

IMP. CERV.

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Cuecas a lo Federico Errázuriz

  El gusto me dá tristeza,
La pena me dá contento,
La alegria sufrimiento
I el canto me da agudeza.

  Me dá agudeza ¡ai sí!
     Cuando te veo
  Que estes a mi lado
     Yo lo deseo

  Yo lo deseo ¡ai sí!
     Que te vinieras,
  I luego a mis plantas
     Tú te rindieras,
  I bien mi negrito
     Dadme un besito.

  Si me dices con primor
De que yo vaya a tus brazos
Si no se cortan los lazos
Gozaremos del amor.

  Del amor prenda mia,
     Tú lo savis
  El corazón herido
     Me lo tenis.

  Me lo tienes encanto,
     Yo por quererte
  En tal estado digo
     No puedo verte.
  Yo desde temprano
     Dadme tu mano.

  ¿Por qué no me quieres, di
Siendo que te quiero tanto?
Dadme consuelo en el llanto
Antes que muera por tí.

  Yo en el llanto te diera
Paz i un buen consuelo
Para que callaras
Oh dulce anhelo!

  Oh dulce anhelo ¡ai sí!
     Tan agradable
  Vente conmigo luego
     Si eres amable
  La berdad te confieso
     Dadme tú un beso

JAVIER JEREZ

Imp. Maturana 9-A

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