CONTRARRESTO
BONDAD DE JESUS

  Pagar un mal con un bien
I una ofensa con cariño
Se vió en aquel santo niño
Nacido en Jerusalen;
O mejor dicho, en Belen
Donde un pesebre elijió
I de doce que escojió
Para leales servidores,
Judas, traidor de traidores,
¿Cómo le correspondió?

  Nadie verá cosa igual
Como en el que dió su vida
Porque no fuese perdida
Ninguna alma racional.
Con el traidor mas desleal
Fué compasivo i humano;
Aun hizo su cortesano
A Pedro, que lo negó;
Cuando su culpa lloró
Prometió darle la mano

  Continuamente se ve
Que Cristo, según comprendo,
Premia al que muere diciendo:
Jesús, Maria i José
Afortunado el que cré
En el santo sacramento,
Eucaristico sustento
Por derechos apostólicos.
No se fijen los católicos
En otro prometimiento.

  Pagar un bien con un mal
Solo se ha llegado a ver
En Judas i en Lucifer
El enemigo infernal;
David a la majestad real
Ofenderle no queria;
Con singular valentía
Hasta su lecho se avanza,
I le llevó copa i lanza
Una vez que el rei dormia.

  Los hombres de mas valor
A David se sometieron;
Por rei lo reconocieron
I de Saul sucesor;
Como unjido del Autor
Su espiritu puso en él;
Siempre vencedor de aquel
Tan formidable enemigo,
I llegó a ser, como digo,
Al fin, el rei de Israel.

       BERNARDINO GUAJARDO.

Impreso por P. Ramirez. — Echáurren, 4

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MAL PAGO DE SAUL
JENEROSIDAD DE DAVID

     Pagar un mal con un bien
     Nadie verá cosa igual;
     Continuamente se ve
     Pagar un bien con un mal

  ¿Cómo le correspondió
El rei Saul al soldado
Mas valiente i esforzado
Que en todas sus tropas vió?
A muerte lo sentenció;
Mirábalo con desden.
De eso modo pagó a quien
Tantas victorias le daba.
I David solo intentaba
Pagar un mal con un bien.

  Prometió darle la mano
De su amada hija mayor,
Si volvia vencedor
Del enemigo tirano;
I de envidia el soberano
Concibió un odio mortal;
Huyendo de su rival
Emprendió David su viaje,
I en un rei de tal linaje
Nadie verá cosa igual,

  En otro prometimiento
Le ofreció su hija segunda,
Micol, princesa fecunda
En virtudes i en talento;
Saul desde aquel momento
Aumentó su mala fé,
I la persecución fué
A fin de darle la muerte:
Corresponder de esa suerte
Continuamente se ve.

  Una vez que el rei dormia,
David en la gruta entró,
I su vida respetó
Aunque matarle podia;
«Rei mi señor, le decia,
Nunca seré criminal.»
Saul, con sorpresa tal
Le contestó: hijo querido,
Yo soi el que he pretendido
Pagar un bien con un mal

  Al fin, el rei de Israel,
En un combate murió:
De ese modo se cumplió
Lo que predijo Samuel.
David, jeneroso i fiel
Sintió con grave dolor
La muerte de su señor
I sus tres hijos amados:
Asi fueron ultimados
Los hombres de mas valor.

       BERNARDINO GUAJARDO.

Verso publicado por El Poeta Popular, ver.

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LOS MUERTOS I HERIDOS
EN EL TREN ESPRESO

     En Tiltil ha sucedido
     Un desastre desgraciado,
     Un tren con otro ha chocado
     I hubieron muertos i heridos.

  El tren de carga esperaba
Que pasara el tren espreso,
I de aquel triste suceso
Nadie se preocupaba;
El cambiador que allí estaba
No seria hombre advertido,
Tanto descuido i olvido
Me dirán en qué consiste.
La catástrofe mas triste
En Tiltil ha sucedido.

  De un momento a otro momento
Las dos máquinas chocaron
Los pasajeros quedaron
En un continuo lamento;
El tren que va tan violento
Quedó allí despedazado,
De todo lo que ha pasado
Un corto detalle doi.
Luego que sufrió el convoi
Un desastre desgraciado.

  El hijo, hermano o pariente
A la estacion concurrió,
Cuando noticia se dió
Del imprevisto accidente;
El peligro era inminente
I todo el pueblo alarmado,
Marchaba desesperado
Por saber esto de fijo.
I en la linea se les dijo
Un tren con otro ha chocado:

  Dicen que algunos dormian
Con el sueño mas profundo,
I despedirse del mundo
Ni en pensamiento tendrian;
Muchos de los que venian
Eran hombres distinguidos.
I aquellos seres queridos.
Quedaron bajo el escombro.
En el choque que aquí nombro
Hubieron muertos i heridos.

  Al fin, otro tren salió
A traer los mutilados
I los que ya eran finados
Con todos ellos volvió
El pueblo en masa acudió
Por saber si era verdad,
A la mayor brevedad
Muchos iban de carrera.
Porque se decia que era
Terrible la mortandad.

       BERNARDINO GUAJAR[DO].

Nota: verso publicado por El Poeta del Pueblo, ver.

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AGRAVIO DE LOS COCHEROS

     Los cocheros agraviados
     Con las cocheras están,
     Ellas a ocuparse van
     I ellos serán desechados.

  Les dicen: allá veremos
Cómo el invierno se avienen,
Si el agua i los frios vienen
Usando de sus estremos;
I entónces quizas seremos
De nuevo otra vez llamados,
Para ser remunerados.
Con sueldo mas lucrativo.
I están por este motivo
Los cocheros agraviados.

  Si por algun accidente
Se desrielase algún carro,
Tendrán que andar en el barro
Mojadas hasta aquí enfrente;
I si dan diente con diente,
Los cocheros se reirán.
Así es que las dejarán
En el mayor abandono,
Porque ellos llenos de encono
Con las cocheras están.

  Habla un cochero maldito
De las muchachas decentes,
Que no son intelijentes
Ni para tocar el pito;
I en cualesquiera conflito
Apuradas se verán
Los rotos no dejarán
De ponerles miles nombres
Porque en los trabajos de hombres
Ellas a ocuparse van

  En los hombres es torpeza
Que anden con pleitos o riñas,
Culpando a las pobres niñas
I disculpando a la Empresa;
Ella es la que se interesa
En botar a sus empleados.
Han creido mal informados
Que ellas se van a ofertar,
Por quedar en su lugar,
I ellos serán desechados.

  Por último, caballeros
No importa i lo mismo da,
Si uno conducido va
Por cocheras o cocheros;
Si todos los pasajeros
Pueden marchar libremente,
Dando lo correspondiente
Del pasaje que se ponga
I que la Empresa disponga
Lo que crea conveniente.

       BERNARDINO GUAJARDO.

Nota: verso publicado por El Poeta del Pueblo, ver.

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LAS COCHERAS

     Cumpliendo su obligacion
     Andan las niñas cocheras.
     Las que salieron primeras
     Fueron dignas de atencion.

  Primeramente el cochero
Las enseña a gobernar
La palanca, i a parar
Para que algún pasajero,
Sea pobre o caballero
Ocupe su posesion.
Por nueva disposicion
La Empresa así lo ha dispuesto,
Que ellas anden en su puesto
Cumpliendo su obligacion.

  Insultos de los jerjeles
Reciben a cada paso,
I ellas hacen poco caso
De semejantes lebreles
Siendo en su servicio fieles,
No importa que las rameras
Las traten de madrineras
O de mujeres hombradas,
Si honrosamente ocupadas
Andan las niñas cocheras.

  Los caballos ensillados
La Empresa tendrá que darles
I al mismo tiempo enseñarles
Cómo han de ser gobernados.
Para esto hai hombres pagados
En todas las pesebreras
Algunas niñas solteras
Tal empleo no admitieron
Por lo burladas que fueron
Las que salieron primeras.

  Si la cochera es viejona
Los pililos sin camisa,
De ella empiezan a hacer risa
Tratándola de rabona.
Esto hace aquella persona
Que no tiene educacion
De toda la poblacion
Mil aplausos recibieron.
Las primeras que se vieron
Pueron dignas de atencion.

  Por último, ya tenemos,
Cocheras i conductoras,
Solo faltan inspectoras
Las que mui breve veremos;
Los hombres dicen: ¡qué haremos!
Si todos nuestros quehaceres,
Los ocupan las mujeres,
Pues serán obras mas bellas
Cuando representen ellas.
El papel de bachilleres.

       BERNARDINO GUAJARDO.

Nota: Verso publicado por El Poeta Popular, ver.

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LO QUE SE DA I SE QUITA

       La prenda que tú me diste,
       Quitàrmela solisitas:
       Si has de quitar lo que das,
       Para qué das lo que quitas?

    Tú misma me prometiste
De tu bella boca un sí;
I esta ha sido para mí
La prenda que tú me diste.
    Con caricias inauditas
Me brindaste tu belleza;
I hoi esa misma fineza
Quitármela solisitas.
    Seria mejor quizas
Borrar un finjido amor:
Para que haces un favor
Si has de quitar lo qué das?
    Desde que tú facilitas
Lo que fué tu voluntad.
Luego si no hai veleidad,
Para qué das lo que quitas?
       Bernardino Guajardo.
Impresos por P. Ramirez— Echáurren, 4.

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LAS VICTIMAS DE CHICURE[O]

       Ya con la vida pagaron,
       El crímen que cometieron
       Los que a Chicureo fueron
       I a tantos asesinaron.

    Dos que en un rancho dormian
I que no eran inquilinos
Por los crueles asesinos
Atroz muerte recibian;
Con los que auxilio pedian
Mas bárbaros se mostraron,
A una sirvienta dejaron
Inerte en su propio lecho.
Los autores de tal hecho,
Ya con la vida pagaron.

    A la pena capital,
Condenados por las leves
Fué Luis Peña, Orqueda, iReyes
Cada uno por criminal.
Del recio golpe fatal 
Escaparse no pudieron
Bastante tiempo tuviern
Para que a Chile dejasen,
Convendria que pagasen
El crímen que cometieron.

    Nueve de ellos condenados
A prision perpetua están,
I un año que cumplirán
Solitarios encerrados;
De los tres ajusticiados
La triste ejecucion vieron,
Cerca de ellos los pusieron
Oprimidos de cadenas.
Hoi sufren severas penas
Los que a Chicureo fueron.

    Los sacerdotes piadosos,
A los reos auxiliaban
I a Nuestro Señor rogaban
Que los hiciera dichosos;
Preguntaban los curiosos
Qué desacatos causaron,
Otros así, contestaron:
Que por un salteo injusto,
Donde robaron a gusto
I a muchos asesinaron.

    Al fin, aquella mañana,
Los que al cadalso salieron
Los auxilios recibieron
De la relijion cristiana;
Que es en esta vida humana
El mas laudable consuelo
Decir que ama con anhelo
A Jesús crucificado,
I al que muere en ese estado
Dios lo proteje en el cielo.

       Bernardino Guajardo.

El dinero i las alhajas,.
Todo debia entregarlo,
Porque si no lo entregaba
Se la llevaria el diablo;
Tuvo la pobre señora
Que dar todo a aquellos bárbaros
Para no ser victimada
Por tan alevosas manos;
A una sirvienta que habló
Allí mismo la mataron
Uno de los malhechores
Sin reflexión ni recato.
Unos leñateros muertos
Fueron en un viejo rancho,
I quizás cuando dormian
En un profundo letargo,
Así es que al dia siguiente
Era triste el espectáculo;
Ver llevar a tanto muerto
En carreta, como sacos.
Luego el señor comandante
Llamó a los comisionados,
I éstos al fin descubrieron
Quiénes eran los malvados;
De suerte que de uno en uno
Doce a la cárcel llevaron,
I en tal prision detenidos
Estuvieron como un año,
Cuando las declaraciones
Unos a otros se acusaron;
I se supo quiénes eran
Los mas perversos i malos,
Que en esa noche trrible
Hicieron mayor esrago:
Tres eran los mas culpables
I a los tres los condenaron
A la pena capital,
I cuando llegó a sus manos
Aquella amargsentencia
Todos los tres la besaron,
Uno de estos fué Luis Peña,
El otro era Liberato
Orqueda, i este segundo
Se dice que era cuyano;
El tercero fué Gabriel
Reyes i Reyes, mui guapo,
I que al fin de todos ellos
Aquí vereis sus retratos,
Los pusieron en capilla
I el dia les designaron
En que juntos a los tres
Debian de ejecutarlos.
    Detengámonos aquí
I la ejecución veamos:

    Ya salen de la capilla
Marchando con pasos lentos,
En los últimos momentos
Cuando ya la alma se humilla.

Con el corazon mas tierno
Van i con dolor profundo
A despedirse del mundo
Para pasar a lo eterno.

    Con ellos los relijiosos,
Juntos marchan al suplicio,
Ofreciendo en sacrificio
La alma de aquellos dichosos.

    Orqueda al banco se sienta,
Besa los divinos piés
Del justo i severo juez
A quien tiene que dar cuenta.

    Reyes como que delira
Entre la imajinacion,
I para pedir perdon,
A sus compañeros mira.

    Peña hizo una insinuacion,
Como pidiendo favores
Para que los tiradores
Le tiren al corazon.

    Asi fué la ejecucion
De los tres ya mencionados,
Y los otros sentenciados
A una perpetua prision.

Al fin, al concluir la historia,
Pedir al Señor bueno es
Que a las almas de los tres
Coloque en su eterna gloria

       Benardino Guajardo.

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Nota: esta lira está armada con pedazos de otras. Esta secuencia de versos refieren al mismo tema, no se separan por título, pero se forman por décima encuartetada, romance y cuarteta. Las ponemos juntas como en el documento.

ORDEN TERMINANTE

       Ya puede todo el cholaje
       Preparar bien su coleto.
       Con este último decreto,
       Se acabará el vandalaje.

    A esos empleados en grande
De García Calderon
Se les dará posesion,
En la isla de Juan Fernandez.
Yo te veré que allí andes
Revuelto con el salvaje,
Que aparentando coraje,
Dos mil contra cien presenta.
Ir arreglando su cuenta
Ya puede todo el cholaje.

    A todos los capitanes,
Enemigos del chilenos
Bótenlos de su terreno,
I échenlos a Magallanes.
Merecen los charlatanes
Que los pongan en aprieto;
Para que tengan respeto
A la patria vencedora.
I asi pueden desde ahora
Preparar bien su coleto.

    Con quince mil hombres mas
Que ataquen a ese cobarde,
Es lo cierto que mas tarde
Esté pidiendo la paz.
Ya para nada es capaz,
Pues no tiene un parapeto,
Su desastre está completo
No hai a quien volver los ojos
I peor serán sus despojos
Con este último decreto.

    Si algún cholo infame i cruel;
Con arma se capturase,
Antes que media hora pase,
Al punto, bala con él.
Lo mismo harán con aquel
Que a mis rotitos ultraje,
El jeneral no se ataje
Cumpla con este mandato,
Que dándoles ese trato,
Se acabará el vandalaje.

    Al fin, a esos cuadrilleros
No les tengan compasion,
Porque a su propia nacion,
Arruinan los montoneros.
Como valientes guerreros
Se matan unos con otros.
Mas al frente de nosotros,
Las montoneras o indiadas
Se largan por las quebradas,
Corriendo como los potros.

       Bernardino Guajardo.

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LLEGADA DE LOS NOTABLES

       Vi llegar a los notables
       Auxiliares de traidores.
       En el Perú estos señores
       Eran los mas respetables.

    Ya los chilenos sabian
Que estos nobles caballeros,
A todos los montoneros
Desde Lima protejian;
Mui alarmados tenian
A los negros miserables
Deben como intolerables
Pagar sus faltas o yerros,
Mas humildes que los perros
Ví llegar a los notablesí

    Secretamente animaban
A los indios de la sierra
Plata i pertrechos de guerra
A Cáceres le mandaban:
Sus veleidades llegaban
A los excesos mayores
I si ellos fueron autores
De tanta traicion infame
Es justo que se les llame
Auxiliares de traidores.

    Las hechas i por hacer
Es necesario que paguen
Para que otra vez no amaguen
A quien los supo vencer;
Sobre ellos debe caer
El peso de sus errores,
Denles nuestros vencedores
El castigo merecido,
Por faltas que han cometido
En el Perú estos señores.

    Es bueno que a Chile vengan
Los nobles hijos del sol,
I que en el fuerte de Angol
Como encerrados los tengan;
Mientras la guerra sostengan
Con sus brutos indomables
Ya pasan de abominables
Los hechos de esos guerreros
Quimper i sus compañeros
Eran los mas respetables.

    Por último es conveniente,
Apretarles bien la mano
Para que ningún peruano
No traicione nuestra jente
Tan vil i cobardemente
Como en Concepcion lo hicieron,
Del mismo modo quisieron
Ejecutar esos ruines,
A nuestros valientes buines
Pero no lo consiguieron.
       Bernardino Guajardo.

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CABALLERIA PERUAN[A]

           Al ver la caballería
       Que en el Perú tiene Prad[o]
       Es de quedar asombrado
       Por su lujo i bizarría.

    De la nacion arjentina
Les mandan mulas i machos,
I andan los sambos borrachos
Con su sable i carabina;
A son de caja camina
Formada la negrería,
Estampa de la herejía
Parece el cholo tambor;
Quién no tiembla de temor
Al ver la caballeria?

    Otros negros fanfarrones,
Como ser los comondantes,
Salen lo mas elegantes
En unos burros rabones;
I en forma de machetones
Una arma se les ha dado.
Con su sombrero apuntado
Van otros cholos decentes,
I esta clase de valientes
En el Perú tiene Prado.

    El abanderado va
En una yegua mañosa
Que se mea de rabiosa
I a Prado gusto le da;
Un coronel dice: ya
Está mui disciplinado,
Todo oficial i soldado,
Lo que falta es el coraje,
I de ver tanto salvaje
Es de quedar asombrado.

    En la descarga que hicieron.
Un dia que se foguearon
Mulas, machos se espantaron
I ellos en tierra cayeron;
Casi los mas se aturdieron,
I un chileno que allí habia,
Vió que a dar parte corria
Otro como jeneral,
I este era un gran mariscal
Por su lujo i bizarría.

    Al fin, señores, la banda
De músicos mas alegra,
I va en una burra negra
El que dicho escuadron manda;
Este castigando anda
Al que pilla mal parado,
I a Daza, su noble aliado,
Quizas no seria malo
El mandarle de regalo 
Un burro recien capado

       Bernardino Guajard[o]

    Impr. de la Libr. del Mercurio.

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