El 21 de Mayo de 1888.

La escuadra libertadora
El 20 aquí llegará;
El Blanco saludará
La plaza a inmediata hora.

Y cada cinco minutos,
Mientras dure el desembarco,
Un cañón de cada barco
Dispara en señal de luto.

En la estación del Barón,
Habiendo al efecto aprestos,
Desembarcarán los restos,
Las glorias de la nación!

Y después de algun discurso
De patriotismo notorio
Sigue el cortejo mortuorio
Por la alameda su curso.

Y ya habrá allí colocado
En ese dia temprano
El Ferrocarril Urbano
Un carro todo enlutado.

En él van los ataúdes
Rodeados del pueblo fiel
Que tañerá cerca de él
Melancólicos laudes.

La comitiva mortuoria
Proseguirá su camino
Hácia el fin de su destino
La Plaza de la Victoria.

El Arzobispo ilustrísimo
Una misa oficiará,
Sus preces elevará
Nuestro pueblo hácia el Altísimo.

En seguida al monumento
El cortejo seguirá
Donde Arturo Prat será
Espuesto por un momento.

Su Excelencia el Presidente
Y algún Ministro tal vez
Pronunciarán esta vez
Algún discurso a la jente.

Dos himnos se cantarán,
Sin duda obras notorias,
Y las tres urnas mortuorias
En la cripta se pondrán.

Al fin van a recibir
El pago que merecían
Los héroes que sabían
Solo VENCER O MORIR.

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La repatriacion de los restos.

Nueve años hacen hoi dia
que Prat, Serrano y Aldea,
los tres mártires de Iquique,
del Huáscaren la cubierta
derramaron por su Patria
su sangre de gloria llena.
Cuando a pique a la Esmeralda
echó el Huáscaresa fecha,
y concluido el combate,
al final de la contienda,
se hallaron los tres cadáveres
de Prat, Serrano y Aldea,
y que cerca unos de otros
estaban en la cubierta
del Huáscar; el comandante
Grau, los mandó a tierra
donde fueron sepultados,
no de la mejor manera,
pero mui reconocidos
para que no se perdieran.
Cuando Iquique fue ocupado
al fin por tropas chilenas,
se buscaron las cenizas
de Prat, Serrano y Aldea
y habiendo sido encontradas,
¡oh! gloria imperecedera!
construyóse una capilla
en Iquique, donde fueran
colocados esos restos
hasta cuando dispusiera
el Gobierno trasladarlos
a Chile para su eterna
inhumación, en la cripta
del monumento a la guerra.
Para traer esos restos
irá la escuadra completa
y de allá serán traídos
en tres urnas de madera
y que vendrán colocadas
del Huáscar en la cubierta,
¡ah! allí en el mismo punto
donde muertos ¡ai! cayeran
en el combate de Iquique
de tan memorable fecha.
La Municipalidad
de Iquique, en esta epopeya,
con tiempo se ha preparado
a solemnizar la fiesta:
se invita a las sociedades,
a los miembros de la prensa,
diputados, senadores,
la ilustre Corte Suprema,
las Cortes de Apelaciones
de Concepcion y Serena
y a todos los oficiales
sobrevivientes, que sean
los que acompañen los restos
de Prat, Serrano y Aldea.

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Vencer o morir.

De tierra fuego graneado
A la Esmeralda se hacia
Y el Huáscár su artillería
Dispara por otro lado.

PRAT erguido en su cubierta
Los menores movimientos
En tan críticos momentos
Sigue siempre a ciencia cierta.

El blindado quiere en vano
La corbeta aniquilar,
Siempre puede PRAT salvar
Los ataques del peruano.

Nada infúndele temor,
Nada, nada le avasalla,
Ni el cañón, ni la metralla
Ponen mengua a su valor.

Solo escucha su heroísmo,
Quiere vencer o morir
Y prefiere sucumbir
A defenderse a sí mismo.

Al primer espolonazo
El se lanza al abordaje
Solo escucha su coraje,
De su vida no hace caso.

Con la frente levantada,
Su revólver en la mano,
Al comandante peruano
Busca Prat con su mirada.

Sin temerle a la metralla
Ni a las balas de cañón
Pasa en medio del tangon:
Nada, nada lo avasalla.

Pero queria su suerte
En ese dia de gloria
Que buscando la victoria,
Tropezara con la muerte.

Al sentirse herido ruje
Aquel héroe sin igual
Y aunque su herida es mortal
Adelanta con empuje.

Con su frente descubierta
Les tilda su cobardía,
Lanza un grito de agonía
Y cae sobre cubierta.

La demas tripulación
Al blindado siempre reta;
Se hundieron con su corbeta
Mas salvaron su nacion.

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El combate

Esmeralda y Covadonga,
de nuestra escuadra chilena,
eran los buques mas débiles
y de mas mínima fuerza;
pero el almirante Williams
en Iquique a ámbos. deja
bloqueando el puerto, en el tiempo
que él con la escuadra anduviera
persiguiendo al invencible
Huáscar y a la Independencia.
Pasáronse algunos dias
sin que nada sucediera
a los buques bloqueadores,
pero una mañana bella
divisóse al lado norte
espesísima humareda.
Poco a poco se distingue
que vienen a toda fuerza
hácia el puerto, los blindados
HuáscarIndependencia.
ARTURO PRAT, cuando vió
que estaban los buques cerca,
arengó a toda su jente,
recordóles el dilema:
VENCER o MORIR peleando,
mandó izaran la bandera
estando toda la jente
reunida sobre cubierta.
Después tomó la bocina
y a Condell con voz entera
gritóle: “Mi comandante
ya se acerca la refriega;
no se aleje de la costa,
que la suerte lo proteja.”
El bravo Condell a Prat
un “Viva Chile” contesta
y prepárase al combate,
a la desigual contienda.
Los dos blindados peruanos
adelantan, ya están cerca;
el Huáscarrompio primero
el fuego, y la Independencia
al Covadonga persigue:
se pierde en Punta Gruesa.
El Huáscar y la Esmeralda
continúan la contienda,
aquel desigual combate
entre un buque de madera
y un poderoso blindado:
diez cañones por cuarenta!
ARTURO PRAT ve su buque:
la arboladura deshecha,
sin movimiento la máquina,
lo mas de su jente muerta,
el timón mui destrozado,
inmóvil, virando apénas;
pero en el palo mayor
ve la bandera chilena
y por su alba estrella jura
con su sangre defenderla.

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