Fusilamiento
del reo Remijio Aburto en San-
tiago

—9 de Octubre de 1894—

    El nueve por la mañana
A las cinco, del presente,
Se postraba penitente
De Aburto el alma inhumana;
Su muerte estaba cercana,
Por esto de su celdilla
Suplicó que a la capilla
Se le condujese a orar,
Para el perdon alcanzar
En el templo, de rodilla.

    Mas de dos horas duró
Del reo aquella agonía,
Hasta que una voz se oía
«Ya es hora»: El se estremeció;
Allí la calma perdió
Y entre lágrima y sollozo
Lleváronle al calabozo:
Su marcha iba a preparar,
Allá do iria a encontrar
Su alma el eterno reposo.

    Al tiempo de su partida
Para aquel fatal destino,
Pidió le sirviesen vino
En lo último de su vida;
Era su postrer bebida,
Y en tan grave situacion
Les pidió a todos perdon
Y su calvario afrontaba,
Miéntras tanto caminaba
Entre llanto y confusion.

    En el banquillo fatal
Se ve a Aburto bien atado,
Solo espera el desdichado
El golpe de lei penal;
Y a una siniestra señal
Los rifles balas bomitan
Los corazones palpitan
Ante un cuadro tan atroz
Tan estúpido y feroz
Que al de salvajes se imitan.

    ¡¡Oh, justicia de terror
De desgraciados que jímen
En que se castiga un crímen
Con otro crimen mayor!!
Llamais como espectador
Presencie tu desacato,
Vuestro vil asesinato
Al pueblo que se pervierte,
A aquel cuadro de la muerte
De vuestro juicio insensato!!

        Tiberio Graco.

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La toma del «Huáscar»

—8 de Octubre de 1879—

    Era en la escuadra peruana,
El mejor buque de acero,
La gran nave capitana:
El terror de Chile entero.

    Grau, atrevido almirante
En su Huáscar se paseaba
Caza a trasportes les daba
Y en todo salia avante;
De su flota era el jigante,
Aunque no peleó en Chipana;
Deseaba de buena gana,
Encontrarse cual García,
Porque el que tanto corria
Era en la escuadra peruana.

    En las aguas se mecia
De ese solitario mar,
Buscando a quien desafiar
Cuando ningun buque habia;
Y luego que comprendia
Que nuestre Blanco altanero,
Deseaba con todo esmero
Pescar aquella gaviota,
Volaba de aquella flota
El mejor buque de acero.

    Era el terror que razgaba
Las aguas con lijereza,
Y con toda su fieresa
Nuestros puertos bombardeaba;
Allí el Leviatan tronaba
Con su fuerza soberana,
Paseando bandera ufana,
De nuestra escuadra inocente;
Que al fin cayó aquel valiente
La gran nave capitana.

    Un dia de madrugada
Iba a hacer caza mui presto
I se encontró de mampuesto
Con nuestro Blanco Encalada;
Allí fué la encrucijada
Y el crujir de dientes fiero,
Como coleaba el cañonero
Sin hacer su arranca-escapa,
Por fin, rindióse de yapa
El terror de Chile entero.

    Adios pues, terror de mares!
Adios pues coloso fiera,
Caza buques de madera
No volvereis a tus lares.
¡Calma, calma tus pesares!
Hoi eres Huáscar querido
Ya no mas serás rendido:
Hoi eres Huáscar valiente,
En todo este continente
Jamas por jamas vencido.

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La llegada de monseñor Macchi,
delegado apostólico

    A devolver la visita
Que le brindó don Mariano,
Vino este santo Decano
A esta tierra bendita;
Tambien a hacer su carguita
Viene cual otro Delfratte;
Que no dejó escaparate
Que no vació y alcancia;
Tomando por regalia
En la cama el chocolate.

    Cuando Macchi aquí arribó
Lo recibió el Intendente,
Don Ramon Jara y su jente
Que este señor invitó.
Don Anjel se le postró
Todo lleno de sonrojo,
Convalesciente del ojo
Que de un aire fué atacado
El santísimo prelado
Por hábil de puro antojo.

    En la velada y banquete
Han gastado ya sus miles
Beatos y beatas serviles
Por servir al Gran Bonete;
Por ser de Leon el paquete
Que a Chile envia ofreciendo,,
Miéntras este se está muriendo
De hambre, Macchi hace su carga,
De pesos; luego se larga
A Roma el buen Reverendo.

    Si la Santa Rellijion
Del Cristo Macchi profesa
Reuse con entereza
El regalo en su mision;
Dele vuelta a su bolson
Al hospital y al mendigo,
Y se llevará consigo
De aquí un mar de bendiciones,
En vez de las maldiciones
Cual a Delfratte, su amigo.

    Mas, si sigue recojendo
Chauchas, banquetes, veladas;
Son las mismas embajadas
Que del Papa estamos viendo,
Las que deja pereciendo
Por medio del fanatismo;
De ignorante pauperismo
Del beato y beata ignorante,
Que [ ]en patria amante
Si no en Roma el patriotismo.

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Carga a la bayoneta

dada al pueblo por órden del Intendente
    Renjifo, como uno de los iniciadores
    para formar la Sociedad de ORDEN
    y TRABAJO.

— 2 de Setiembre de 1894 —

    A la una de la tardes
La de Orden y Trabajo
Entre jotes a destajo
Se formaba con alarde;
El pueblo jamas cobarde,
Ni tampoco propasado,
Protestaba entusiasmado
De tanta flema y cinismo
Que allí en presencia del mismo
Fuera a la farsa arrastrado.

    Con Renjifo a la cabeza
Y espaldeándolo Ramon,
Dieron por fin la funcion
Y al final la petipieza…
En aplauso a la proesa
Del señor Renjifo, en coro
Silvas y naranjas de oro
Le envia la democracia,
A la reina Aristocracia,
Resplandeciente en tesoro.

    Entónces la clerecia
De las beatase abrazaba:
Ausilio! Ausilio! esclamaba,
Que cargue la policía!
Con toda la jente impía
Que da tan gran silvatina;
Alcese la guillotina,,
U en defecto el calacuerda
Dése en derecha e izquierda
A toda la chusma indina.

    La alteza mui enfadada,
Don Renjifo, hombre de franjas;
Dió órden que a los de naranjas
Den bayoneta calada
Esta, dice, es mi jornada
Heróica y la de mis brillos
El impio Galleguillos,
Serei y demas secuaces
La gran chusma de rapaces
Muere aquí o en los banquillos.

    Miéntras se le acuchillaba
Al pueblo libre e indefenso,
El pachá con gozo intenso
En su obra se solazaba;
Ni el herido que clamaba
Su espiritu conmovia,
Porque entre el clero aplaudia
La carga atroz y salvaje;
De Chile el mayor ultraje
¡Baldon de la patria mia!…

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