La conversion de S. Pablo

  San Pablo se convirtió
Por la voz del Hacedor;
Mui humilde recibió
El bautismo con fervor.

  De Tarso salió en camino
En contra la fé San Pablo,
Que tentado por el Diablo
Tomaba aquel mal destino.
Jesús, Salvador divino,
A tal hereje le habló
I el castigo recibió
Como dice la Escritura;
I temblando con ternura
San Pablo se convirtió.

  Ya cuando le habló Jesús,
Este infeliz cayó en tierra
Porque iba a formar guerra
Aquel que murió en la cruz.
Dios lo privó de la luz
I ahí conoció su error.
De la mano un bienhechor
A Damasco lo llevó,
La bendición recibió
Por la voz del Hacedor.

  Se le apareció en vision
El buen Jesús a Ananía
I dijo véte este dia
I haz mui bien mi ordenacion,
Yendo tú con precision
Adonde te mando yo.
Esto pues bien lo cumplió
Dándole vista al tirano,
I éste luz del sér humano
Mui humilde recibió.

  En la calle La Derecha
Cuando vió la luz del dia,
Esclamó con alegría
Pablo en alma satisfecha;
Diciendo desde esta fecha
Predicaré con amor
La lei de mi Redentor,
Haciéndolo hasta mi muerte,
Por recibir de tal suerte
El bautismo con fervor.

  Al fin, quedó santamente
Como apóstol convertido;
A Dios le habia ofendido
Mui atroz, bárbaramente.
El Padre Eterno, al presente,
Le dijo con lenidad:
«Deja tu profanidad
Porque ya te he perdonado;
De mi Hijo tan amado
Predicareis la verdad».

JOSE HIPÓLITO CORDERO, Autor poeta de Santiago, Echáurren, 105.

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El niño de Sotaquí

  Al niño de Sotaquí
Le hago esta salutacion
Que me conceda el perdon
Porque pecador nací.

  Ya cuando en el mundo ven
De guia que fué la estrella,
Fueron donde la doncella
Dirijidos a Belen.
Llenos de gozos tambien
Se hicieron presente ahí,
Los reyes dijeron sí
Adorémole frecuente;
Cada uno con su presente
Al niño de Sotaquí.

  Te adoraron los pastores
Que fué el mas raro portento
Se alegran los elemento
I el campo viste de flores.
Con los mas tiernos amores
La Vírjen de corazon
Te mira con devocion
Bello, hermoso i reluciente;
Por los reyes del Oriente
Te hago esta salutacion.

  Aparecistes Jesus
En aquel triste lugar
Donde iban a saludar
Al salvador de la luz.
Nacístes para la cruz
En tan triste situacion
La escala i el galardon
Que desde el cielo se ha visto
I le pido a Jesucristo
Que me conceda el perdon.

  Con un placer sin segundo
Cantan las aves alegre
Al saber que en un pesebre
Nació el Hacedor del mundo,
Yo por lo mismo me fundo
I le amo con frenesí
Los cantos del gallo oí
Por las aldeas i villas,
Te lo digo de rodillas
Porque pecador nací.

  Al fin estos orientales
Caminaron trece dias
Por acercarse al Mesías
A ofrecerle sus metales.
Gaspar, de los principales.
Con Baltazar lo adoró
I Melchor se arrodilló
Lleno de gozos i anhelos,
A nuestro rei de los cielos
Oro i mirra le ofreció.

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Versitos del nacimiento
DEL NIÑO DE DIOS

       Primera noche

  Nació el Salvador del mundo
Como un espejo brillante,
Dando luz al universo
Mas precioso que el diamante.

  Alegremente cantaba
El gallo de regocijo
Al ver que resplandecia
Del Padre Eterno aquel Hijo.

  Terminados al camino
Los reyes formaron viaje,
Ya cuando a Belen llegaron
Pidieron el hospedaje.

  Trece dias caminaron
Con gusto i con alegría
Hasta encontrar el Mesías
Donde ahí le saludaron.

  Señora doña María
Le traimos un presente
Que es el oro, incienso i mirra
De los reyes del Oriente.

       Segunda noche

  A darle los buenos dias
Vengo con mucho contento;
A traerle a su niñito
Flores para el nacimiento.

  Cantaban las avecillas
De gusto en el arroyuelo
Al ver que habia nacido
El Creador de los cielos.

  El buei se compadeció
Viéndolo desamparado
Hubo de echarle el aliento
Hasta ser refrijerado.

  Todo el mundo se alegró
Cuando nació el evidente,
Vinieron desde la Arabia
A ver al Omnipotente.

  Señora doña María
Aquí le traigo una caja,
Con ropita para el niño
Que ha nacido entre las pajas.

       Tercera noche

  Salí de Valparaiso
Navegando en un vapor
A ver el niño Jesus
Para tributarle honor.

  Solo vengo dirijida
Por los rayos de la luna
Por traerle pañalitos
I esta tan preciosa cuna

  Para salir a mi viaje
Ve alquilado una silla
I le traje de presente
Hestiditos i mantillas.

  Con esta salutacion
No sabe lo que yo pienso
Para venir a dejarle
Unas dos piezas de lienzo.

  Señora doña María
Me dijo, la costurera
Que le hiciera un ajuarcito
A la moda que viniera.

       Cuarta noche

  También le traje a su esposo
Un parcito de zapatos
I le traje de la plaza
Una docena de platos.

  Tambien le compré en Colina
Sandías de las primeras.
I un canasto de frutillas
I un canastito de peras.

  Fuí a traerle brevas al Salto
Dirijida mui veloz,
I le traje ciruelitas
Para dar gracias a Dios.

  Yo con este fin le adoro
I no digo lo contrario,
Que aquí le traigo un canario
En esta jaulita de oro.

  Señora doña María
He venido por saber,
A dejarle un zorzalito
Que canta al amanecer,

       Quinta noche

  A saludar al niñito
Ayer salí de Rancagua
I le traje de los Guindos
Un pollito i una tagua.

  También le traigo un pescado
De la hacienda de Aculeo
I una tenca de Quillota
Porque es mui lindo recreo.

  He venido con vergüenza
A dejarle este cariño,
Presentando una cabrita
Para darle leche al niño.

  Para quedar mas conforme
Pasé luego por Traiguen,
Donde le compré un tordito
Con un bonito pequen.

  Señora doña María
Ya me voi de su consuelo,
El favor que yo le pido
Que me reciba en el cielo.

       Sesta noche

  Por noticias he venido
Amparada de la luz,
Porque mui bien he sabido
Que ha nacido el buen Jesus.

  También me metí a la plaza
A comprarle un jilguerillo
I me robaron la plata
Que tenia en el bolsillo.

  Tambien fuí al Algarrobal
A comprar carbon barato,
I no hallando que traerle
Le traje un buei i un chivato.

  También le puede servir
Un paquetito de té,
Para que tome en la mesa
Con su esposo San José.

  Señora doña María
Sin mas que este regalito,
Serán unos cuatro reales
Para comprar refajito

       Septima noche

  Una corona de flores
Le traigo como de ejemplo,
Para que adorne su altar
En este suntuoso templo.

  Hasta las aves del cielo
Gorjearon con armonía,
Al saber que el poderoso
Ha nacido en este dia.

  Hasta los emperadores
Vienen novedosamente,
A dar felicitacion
Al Creador omnipotente.

  Mas a Belen yo llegé
Como huasa preguntando,
En dónde estaba alojando
El patriarca San José.

  Señora doña María
Diré que llegué a su casa,
Mas tarde le contaré
La mano que a mí me pasa.

       Octava noche

  Alabemos al Divino
I a la Madre soberana,
Vivamos todos contentos
Que es el remedio que sana.

  Te digo madre i señora
Ya encontré lo que buscaba,
I en el convento palpaba
Brisas de la blanca aurora.

  Te hago la gran peticion
Creador de lo celestial
Que hagas recuerdo de mí
En la gloria anjelical.

  En toda parte i lugar
Eres aquel escojido,
Que por tu padecimiento
Al mundo lo has redimido.

  Señora doña María
Su cántico es mui alegre
Celebrando a su niñito
Que ha nacido en un pesebre.

       Novena noche

  Emprendí mi dilijencia
En una noche serena,
Por llegar anticipado
Dia de la noche buena.

  Con mucho gusto i placer
Cuando llegué a las Delicias,
Del Mesías prometido
Me dieron buenas noticias.

  Me interné a la cordillera
Para traerle un guanaco,
I de peces de agua dulce
Traje un canasto i un saco.

  Por ser mano de Guaman
Le traje una guitarrita,
Para que al niño de Dios
Le cante una tonadita.

  Señora doña María
Este no es ningún engaño,
Ya me voi de su presencia
Con que será hasta el otro año.

18,330– IMP. CERV.

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DOCTRINA PATRIÓTICA DE
CHILE EN EL PERU
RECUERDOS DE LA CAMPAÑA PERÚ BO-
LIVIANA I DE NUESTRA INDEPEN-
DENCIA

—¿Decidme peruano, hai Chile?
—Si Padre, Chile hai
—¿Cuántos Chiles hai?
—Uno solo no mas.
—¿Dónde está Chile?
—En Lima, en el Callao i en toda
la costa del Perú.
—¿Quién es Chile?
—La Santísima Trinidad
—¿Quién es la Santísima Trini-
dad?
—Baquedano, Lynch i Sotomayor;
tres personas distintas i un solo Chile
no mas.
—¿Quiénes se hicieron valientes
entre vosotros?
—Los hijos de Chile.
—¿Dónde se hicieron valientes?
—En su patria cuando la guerra de
la Indepentiencia en 1810 i en el añ[o]
38, i en el 79 en el Perú.
—¿Hiciéronse valiente los chilenos
por obra de la estranjeros?
—No Padre
—¿Por obra de quiénes se hicieron?
—Por obra de Rodriguez, O’Hig-
gins., San Martin i Carrera i otros va-
lientes que figuran en las pájinas
brillantes de la Historia de Chile.
—¿Los hijos de Chile hechos hom-
bres cómo se llaman?
—Chilenos.
—¿Los chilenos son hombres?
—Sí Padre.
—¿Qué hicieron entre vosotros los
chilenos?
—Se apaderaron de dos buques de
nuestra escuadra: La Pilcomayo i el
Huáscar, i en seguida se tomaron
una vasta estension de terreno en
nuestro territorio.
—¿Chile peleó en cuanto Dios?
—No, Padre.
—¿En cuanto quien peleo?
—En cuanto hombre.
—¿Despues que pelearon aquí los
chilenos a dónde fueron?
—Regresaron a su patria llenos de
gloria i corsnados de laureles, dejan-
do en el Perú el desastre i la deso-
lacion.
—Han de venir les chilenos otra
vez acá?
—Si, Padre
—¿Cuando vendrán?
—El dia en que el Perú vuelva a
defender los asuntos de Bolivia
—¿A qué vendrá Chile otra vez a
estas rejiones?
—A cobrar los tres millones de li-
bras que el Perú debe a Chile por las
negociaciones de la provincia cautiva
de Tacna i el puerte de Arica.
—¿Para entónces que harán Uds?
—Nos levantaremos como un solo
hombre i sacaremos anillos, cadenas
i relojes de nuestros bolsillos para
pagar esta cuenta que largos años
debe el Perú a Chile.
—¿I los que no paguen a dónde
irán?
—A los estrechos calabozos de las
casas Matas a penar para siempre.
—¿La soberania de Chile en cuán-
tas partes está?
—En dos partes,
—¿Cuáles son?
—Tacna i la provincia de Tarapacá
—¿Quiénes están en esas provin-
cias?
—Las autoridades constituidas i
enviadas por el Gobierno de Chile.
—¿Antes que los chilenos derra-
maran su sangre en esos campos, es-
taba ya en poder de Chile esa pro-
vincia?
—Nó, Padre, porque entónces eran
del Perú
—¿Cuándo ingresaron esos pueblos
peruanos al floreciente territorio chi-
leno
—En aquellos tiempos en que los
hijos de Chile fueron inmolados en
aras de la Patria.
—¿Por qué creeis todo esto?
—Porque Chile i todos los pueblos
del mundo lo dicen.
—¿Para que se confiesa el perua-
no?
—Para que el chileno le perdone
sus pecados.
—¿Si vuelven a insultar a Chile
los peruanos podrán salvarse?
No, Padre, es inútil que se pue-
dan salvar.
—¿I qué harán esos infelices para
salvarse?
—Vendrán con sus dos buques
nuevos que compraron, el Bologne-
si i el Grau al puerto de Valparaiso i
saludarán con 21 cañonazos a la Ban-
dera Nacional en honor de Chile

Es propiedad del autor quien prohibe la repreimpresion de esas poesías.– JOSE HIPÓLITO CASAS CORDERO.–Poeta de Chile. Santiago, Nataniel 1386.–Imp- A. Prat 583.

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PONDERACION DEL POETA

  Yo ví un zancudo volar
Que fué a parar a la España,
Volaba por las montañas
Cien mil leguas sin parar.

  Como seria aquel vuelo
Que la jente se admiró,
I por poco no llegó
A las rejiones del cielo.
Cuando ya regresó al suelo
Se paró en un muladar,
A las orillas de un mar,
En puntos de un pueblo griego,
I decia un pobre ciego
Yo vi un zancudo volar.

  Desques por unos raudales
Pasó por un campo raso,
I mató de un aletazo
Doscientos mil animales.
Se ocultó en unos rosales
En una estensa cabaña,
Traficaba la campaña
Dañando con su malicia;
I hoi dia tuve noticia
Que fué a parar a la España.

  En España se hospedó
Del temor de muchas balas,
I donde éste abrió las alas,
El mundo se oscureció.
La Luna i el Sol tapó
Tan solo con las pestañas,
Se cuentan tantas hazañas
Que no pueden conformarse
Y éste con fin de ocultarse
Volaba por las montañas.

  Cerca de una poblacion.
Buscó la sierra el vagante,
I mató a dos mil jigantes
Tan solo de un picotón.
Mui armado un escuadron
No lo han podido tomar
La lanceta sin faltar
Una legua le han medido.
I avanzó de un gran volido
Cien mil leguas sin parar.

  Al fin pues, un brasilero
Dió cuenta de lo ocurrido,
De éste animal atrevido
Que lo mató el estranjero.
Dicen que han vendido el cuero
En diez mil pesos en plata
Con esta vision ingrata
De dinero se formaron.
I de las cuencas sacaron
Seis buques i una fragata.

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LA CONDENACION
DE LOS REYES

  En donde chispa chispea
I en donde la llama ardia
Donde fuego siempre habia
Tizon i ceniza queda.

  Pregúntenle al rei Platon
Como Dios de los infiernos
De los temidos avernos
El dará cuenta i razon:
Ahí estará Prigmalion
Sufriendo su mala idea
Ardiendo en la chimenea
Padeciendo sin cesar,
I sin fin se ha de quemar
Adonde chispa chispea.

  De este gran rei infernal
Su mujer fué Proserpina,
Para propogar la ruina
Ella fué causa del mal.
De envidia el ánjel fatal
Se rebeló en aquel dia
Uno de la jerarquía,
Formando sus escuadrones
Capitaneó sus lejiones
En donde la llama ardia.

  Belcebú, fiero dragon,
También los acompañó
I al fuego eterno cayó
Por su infame rebelion
Hasta la consumacion
Pagará su fechoria
Rabiará con herejia
I se ha de estar lamentando
I se pasará quemando
Donde fuego siempre habia

  El rei Herodes cayó
Entre las llamas ardiendo
I hoi se encuentra maldiciendo
Hasta el dia que nació.
Tambien Pelajio perdió
Lo que el cristiano desea
I en aquella misma rueda
Judas se halla por eterno,
I en los hornos del infierno
Tizon i ceniza queda.

  Al fin donde están situados
Un rio se ve correr
I se lo quieren beber
Con ansia los condenados
Todos están destinados
En aquella situacion
Las Estijias doi razon
Que se llama el que hace estrago
I divisan aquel lago
Para mas condenacion

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EL LEJISLADOR MOISES

  Moises el lejislador
Por milagro fue salvado
En la corriente del Nilo
Al momento fué botado.

  Voi a narrar lo que vi
Como bien comprenderán
Focael, mujer de Araan,
De la tribu de Leví
La historia lo dice así
En el testo superior,
I la madre sin temor
A su hijo mandó botar,
Así se vino a crear
Moises el lejislador.

  Termutis fué la princesa
Hija del rei Faraon
Que no habia en la nacion
Otra igual en su belleza;
Mandó ésta con lijereza
A su mozo precisado
En la cesta con cuidado
Vieron aquella hermosura
Nadando en el agua pura
Por milagro fué salvado.

  En el reino se creó.
Con galas i mui atento
Como hombre de gran talento
Con Faraon se indignó.
A un ejército mató
I al rei no dejó tranquilo.
No ocultándolo en su asilo
Porque andaban rejistrando
Anduvo el baron flotando
En la corriente del Nilo.

  Moises, el hijo de Araan
Fué ocultándose del rei
Porque pedia la lei
Castigarlo con afan.
Su posteridad verán
En aquel testo sagrado
Tres meses fué alimentado
En su casa maternal
De un modo tan sin igual
Al momento fué botado.

  Al fin del cielo una voz
Oyó el siervo en aquel dia
I mui claro le decia
Que se marchara veloz
Sus ejércitos en pos
Se pusieron en camino
Como aquel mas peregrino
Donde el rei se presentó.
I en el mar se sucumbió
Con sus tropas el indino

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LA MUJER QUE AHORCÓ AL
MARIDO EN RERE

  La tal Margarita Araya
A su marido ultimó
La noche del casamiento
Por su mano lo ahorcó.

  Hizo el consorte la ingrata
Con un indigno deber
Como fué mala mujer
A su marido lo mata
De pies i manos le ata
Por principiar la batalla
Con el cuchillo una raya
Le figuró en el pescuezo,
Hizo este fiero suceso
La tal Margarita Araya.

  A causa del vecindario
Llevó mal fin este boche,
I en aquella misma noche
Fué el hecho estraordinario
Como fué tan comentario,
Todo el pueblo se alarmó
Es[t]a impia se ocultó
Siempre con un gran recelo,
I por ofender al cielo
A su marido ultimó

  Este rival sin tardanza
Mas la infame lo tenia,
I esperó solo aquel dia
Por dar fin a su venganza.
Con su mal deseo alcanza
A efectuar lo que cuento.
Aprovechó el mal intento
Como loca i sin sentido,
Le dió muerte a su marido
La noche del casamiento.

  Por soberbio celo fué
El crimen que se orijina,
Por cuento de una vecina
Ha sido lo que se ve
Cuenta i razón les daré
Como el suceso pasó
Esta mujer se avanzó
Con un valor sorprendoso
I a su tan querido esposo
Por sus manos lo ahorcó.

  Al fin el crimen ha sido
Como bien comprenderán
Departamento de Chillan
Lo que les he referido,
Todo el sur se ha conmovido,
Del norte hasta la frontera
Esta mujer como fiera
Se indignó dentro de la choza
I asi dió muerte la esposa
A este tal Pedro Aguilera.

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REPETIDAS CUECAS
PARA LAS NIÑAS PRECIOSAS

  En el cielo hai un balcon
Todo cubierto de estrellas,
I en él un departamento
Para todas las doncellas.
  Las doncellas no tienen
Gloria segura,
Por que se andan vendiendo
Por su hermosura.
  Por su hermosura sí;
Es un consuelo,
La que muere soltera
No entra al cielo.
Si hallá van las doncellas
Guasca con ellas:
  En Santiago andan vendiendo
A los mozos en paquete,
Pero no quieren comprar
Aquel que se compromete.
  Todo comprometido
Tiene una seña
I un letrero que dice
Yo tengo dueña
  Yo tengo dueña sí,
Dice el falsario
Porque a mi me juró
Por el rosario.
Asi son los mocitos
Engañositos.
  Una viudita lloraba
Por la falta de su esposo,
I al poco tiempo tenia
Otro amante mas hermoso.
  Dicen que las viuditas
Es lo mejor
Porque estas ya no ignoran
Lo que es amor.
  Lo que es amor ¡ai! sí,
Perla bonita,
Quisiera eternamente
A una viudita.
Asi son sus mejillas
Cual maravillas.
  Vámonos en el carrito
Que ya está para partir,
Que yo quiero conseguir
Noticias de mi negrito.
  Dicen que mi negrito,
Me puso el gorro
Yo le voi hacer otro
De piel de zorro.
  De piel de zorro sí,
Con lijereza
Para que no padezca
De la cabeza.
Asi mi negro mio
No tendrá frio.

José Hipólito Casas-Cordero
Poeta de Santiago
Echáurren, 607

Imprenta Moneda, 1027

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EL MORIBUNDO
EN AGONIA

  Yo no siento en morir, nó,
Porque el morir no es afrenta
Lo que yo temo es la cuenta
Que tengo que darle a Dios.

  Estando un agonizante
Próximo a la tumba fria,
Al Hacedor le pedia
La muerte en aquel instante
Con una voz militante
Al infinito clamó
Cuando su alma preparó
El gran poder lo vendijo,
I entre sus angustias dijo
Yo no siento en morir, nó.

  Abrazado de la cruz
Pasaba en sus oraciones,
Protestando las pasiones
E invocando a Jesus,
Santificaba la luz
I su espíritu lo alienta
A la virjen madre menta
I cual al manso cordero;
Decia con gusto muero
Porque el morir no es afrenta.

  En medio de su agonia
Dice lo que vió el paciente,
Un arco mui reluciente
I una linda jerarquía,
Un coro de ánjeles venia
Con luces de gran ostenta
Con voluntad mui atenta;
Decia aquel pecador
En presencia del Creador
Lo que yo temo es la cuenta.

  Como Lázaro el leproso
Mui sumiso lo pasaba
I al cielo sus quejas daba,
Al Divino poderoso
Existia mui gozoso
Con su dolor tan atroz,
Decia con tierna voz
Con la dolencia sin calma
Estoi arreglando mi alma
Que tengo que darle a Dios.

  Al fin despues sucumbió
Bien auxiliado en su lecho,
I voló al cielo derecho
Cuando el Señor lo llamó
Ya cuando la cuenta dió
Borrando toda ilusoria;
Esta fué como una historia
La que les estoi narrando
I hoi el ser se halla gozando
Las grandezas de la gloria.

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