Prision de un soldado

  Cuando estaba en libertad
Tenia varios amigos,
Ahora que estoi cautivo.
Se me acabó mi amistad;
Caí en esta frajilidad,
El estar tan prisionero
Con unos mostrosos hierros
Rematados a martillos,
Con unos pesados grillos
Se lamenta un prisionero.

  ¡Por qué seré tan fatal!
¿Que seré mui mal cristiano?
Que ninguno de mis hermanos
Me ha venido a visitar;
Ni a las viejas preguntar
De mi hermano, qué habia sido,
Me encuentro tan desvalido
Clamándole al Redentor;
Se oyen las lamentaciones
De un triste infeliz cautivo.

  Con el frio atormentado
Se me han helado los piés,
No sé qué tiene este juez,
Que no me saca a juzgado;
Estuve incomunicado
Pasando dobladas penas;
Remáchenme una cadena
No falte a lo que promete,
Póngame al frente un piquete
I léame la condena.

  Le di parte al cabo de guardia
Que me llamase al Alcai,
Que con él queria hablar
Unas dos o tres palabras;
De ahí me formó unas caulas,
Queriéndome dar azotes;
Tengo tres llaves de un porte
Para remacharte un candado,
Para que no pida juzgado
Ni apele contra la Corte.

       Despedida

  Revivan los caballeros,
Verde cogollo de peral,
De que salga de estas puertas
Yo sabré con quién andar.
Con nadie me he de juntar
I con todo andar alerta;
I estas palabras son ciertas
I decirlas me conviene;
El que cae prisionero
Pariente ni amigo tiene.

       DESIDERIO PARRA I Cª CON VICENTE ILABACA

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Al poeta
NORTINO HISTORIOSO

  Doce mil estádios tiene
La ciudad de la hermosura,
Medido con la caña de oro
Salió igual con la largura.

  Tiene doce fundamentos
La musa Jerusalen,
I doce puertos se ven
Que nacen de los cimientos;
San Juan en los monumentos
De aquel muro se entretiene,
Cuatro animales contiene
Observados por la historia;
El templo que hai en la gloria
Doce mil estádios tiene.

  De jaspe es el material
Del fundamento primero,
De Calcedonia el tercero
De belleza sin igual;
Brillante como cristal
Se nota la arquitectura,
Luminada de luz pura
Del saber mas importante;
Era de oro rosagante
La ciudad de la hermosura.

  De sáfiro, era el segundo
I de perlas adornado,
En sus modos elevado
Que no se verá en el mundo;
Es el lujo mas profundo
I de tan rico tesoro,
Hace un espléndido coro
Aumento de la delicia;
I al trono de la justicia
Midió con la caña de oro.

  Con una esmeralda hermosa
Adornaban todas puertas,
La iglesia i verdades ciertas
Es del cordero la esposa;
Con la caña misteriosa
Midió el ángulo de altura,
Lo propio hizo con la anchura
En el Jénesis estan;
Confirmado por San Juan
Salió igual con la largura.

  Al fin, majestad i belleza
No hallo con quién compararla,
Ni con qué dicha igualarla
Siendo de Dios la pureza;
Pueblo de mayor fineza
No ha visto el intelijente,
Solo el que escribió presente
I en el espíritu vió;
Como premio recibió
Del Creador Omnipotente.

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Versos
A LO ADIVINO

  Al firmamento en su altura
Sube aquella alma gloriosa,
Baja aquella alma penosa
Al abismo en sus honduras.

  El dia del Juicio Final
Vendrán los grandes profetas,
Al son de la gran trompeta
Que un ánjel ha de tocar;
Jesucristo ha de bajar
Donde están las criaturas,
Se abrirán las escrituras
En vista de todo sér;
Iremos a conocer
Al firmamento en su altura.

  Cuando ya de la sentencia
El Divino Redentor,
Alcanzaremos perdon
Del padre de la excelencia;
La divina Providencia
Estará tan majestuosa,
Donde la Virjen reposa
Es la mansion celestial;
A esa gloria eternal
Sube aquella alma gloriosa.

  Tambien baja Lucifer
Corrido i avergonzado,
Acusando a los malvados
Los defiende San Miguel;
Le dice, esa no es tu lei
Sepúltate en tu honda fosa,
Por tu rebelion odiosa
Tu soberbia es castigada;
A aquella profundidad
Baja aquella alma penosa.

  Cuando vaya sentenciado
El justo a gozar la gloria,
Queda en eterna memoria
El justo i el desgraciado;
Jesus cuando haya fijado
Su sabiduría pura,
Llevará sus criaturas
Para su cielo estrellado;
Baja Luzbel, el malvado,
Al abismo en sus honduras.

  Al fin, todos se apartaron
Por mano del Rei Supremo,
Los que estaban en el cielo
Con los que se revelaron;
Los dos, camino tomaron
Altura i profundidad,
Queda la sentencia dada
Por una eterna memoria;
Que quedará infierno i gloria
Por toda una eternidad.

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Fundamentos al poeta
MENESES

  Por el tiempo de mil años
Ató a la antigua serpiente,
Escribió el protestantismo
Engañando a los vivientes.

  Una mujer mui hermosa
De tan brillante persona,
Deslumbraba su corona
Con una estrella preciosa;
Siendo preñada la esposa
Vino el dragon con engaños;
A publicar tan estraños
Del cielo un ánjel bajó,
El cual el Diablo amarró
Por el tiempo de mil años.

  Intentó bajarle al Niño
De aquella hermosa mujer,
El que de ella iba a nacer
Con un disfraz de cariño:
Tuvieron el descrutiño
Con el ánjel seriamente,
Siendo Dios el dilijente
Mandó aumentarle la pena;
Con una gruesa cadena
Ató a la antigua serpiente.

  Le dió poder el dragon
A Perseo, el insolente,
Pero Heraclio era valiente
Que le dió persecucion;
De Lutero era baldon
Constancio del cristianismo;
Sumerjido en él abismo
Esto fué lo que aprendió;
La herejía la estudió,
Escribió el protestantismo.

  Esplica un libro sagrado
Que vendrá la sesta edad,
Donde la pura verdad
Adoran lo desgraciado;
Eso será castigado
Al que fuese inobediente,
Le dió como intelijente
Poder que no se habrá visto;
Despues vendrá el Anti-Cristo,
Engañando a los vivientes.

  Al fin, estará la tierra
Convertida en fuego mismo,
Tan solo el rei del abismo
En saña su furia encierra;
Contra la Iglesia es la guerra
En esos fatales dias;
Cumplidas las profecías
A los templos asolando,
Se oirá una voz predicando
La del gran profeta Elías.

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Duelo a la Rosa Araneda

  Aquí en el sur se ha sabido
Que murió Rosa Araneda,
A su familia le queda
Su corazon aflijido.

  Su familia haciendo duelo
Está cubierta de luto,
Pero el Rei tan santo i justo
Ya la habrá llevado al cielo
Aquella que con anhelo
Publicaba su albeldrio,
Todos mui agradecidos
De la reseña quedaron;
Que sus dias se acabaron
Aquí en el sur se ha sabido.

  Siempre tomo el refrijerio
Que habiamos comenzado,
Sus restos habrán pasado
Al sagrado cementerio.
Ya sé bien que todo el reino
Su salvación le desea
Por sus graciosas ideas
I sus bonitas palabras,
Solo aquí en Santiago se habla
Que murió Rosa Araneda.

  En versos tuvo opinion
I mucha capacidad,
Yo por una eternidad
Le deseo salvacion.
Nunca tuve relacion
Con la tal Rosa Araneda,
Jamas lo que uno desea
Se le concede en la vida;
Todo lo que poseía
A su familia le queda.

  A todo prójimo es dable
Desearle la salvacion,
Para que alcance el perdon
I la gloria de Dios Padre.
Como es tan bueno i afable
Su alma habrá recibido,
Aunque su triste marido
Hoi llora su poca suerte;
Tendrá causa de la muerte
Su corazón aflijido.

  Al fin, en el verso que hago
A todos perdon les pido,
¿Cuánto no la habrán sentido
Los que viven en Santiago?
Otro habia conversado
Diciendo grandes favores,
Hoi dia, se haya señores,
La tal Rosita Araneda
En esa gloria empirea
Con la corona de flores.

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Desrrielamiento
EN YERBAS BUENAS

  Llegando a la poblacion
A ver el desrrielamiento,
Quedaron todos contentos
Saliendo de la afliccion.

  Salieron de San Fernando
Para la estación de Alcones,
También iban tres futrones
En una banca fumando;
Se entretienen conversando
Sin ninguna entretencion;
Sintieron la conmocion
I el peligro en que se vieron,
Cuando los carros cayeron
Llegando a la poblacion.

  Dicen que el cabo ha quedado
Estacionado en Palmilla,
Otros dicen que en Placilla
Que por esto se ha librado;
Para Alcones no ha pasado
Porque no ha tenido tiempo,
Con pena, i nada contento
Cuando de esto se informó;
Pero luego se marchó
A ver el desrrielamiento.

  Todos los carros cayeron
Pero la tripulacion,
Dan gracias al conductor
Que la vida no perdieron;
Aunque todos creyeron
Ser el último momento,
Que habia llegado el tiempo
De salvarse, era imposible;
Mas, cuando se vieron libres
Quedaron todos contentos.

  De San Fernando salió
Un tren a buscar la jente,
Pero al pasar por el puente
Una mujer se escapó;
En el mismo tren subió
Para ir a la poblacion;
Entónces el conductor
Tan aflijido se hallaba;
A todos los consolaba
Saliendo de la afliccion.

  Al fin, pensaba en Palmilla
Nuestro conductor quedarse,
Yendo enfermo de un ataque
Que le principió en Placilla;
La Santa María brilla
En esa linea de Alcones,
Ramon Marin i unos peones
Iban carro de tercera;
Se libró de esta trajedia
El cabo Raimundo Flores.

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Asesinato
EL PELUQUERO QUE ASESINÓ
A UN ESCOBERO

  En Santiago un peluquero,
El contar esto dá pena,
Por culpa una picacena
La dió muerte a un escobero.

  Esto fué de dia claro
En la calle de Escanilla
Donde habia una pandilla
I de nadie tuvo amparo.
Este asombro ha sido raro,
Estando en su juicio entero,
Tomó un afilado acero,
Que tanto me admiro yo
Hasta que lo asesinó
En Santiago un peluquero.

  Hombre de tan mala entraña
Que con intento atrevido,
Matar a su conocido
I de su sangre se baña.
Acabar esta cizaña
No puede la gracia plena,
Esperará la condena
Del Código preparada;
Dándole de puñaladas
El contar esto da pena.

  En el distrito Arenal
Sucedió dicha desgracia,
Yo no sé con qué eficacia
Labran a menudo el mal,
¡Oh! qué punto tan fatal
Con corazones de hiena,
Este labró su cadena
Causa su mal intencion;
O diez años de prision
Por culpa una picacena.

  Cuatro heridas bien mortales
Fueron las que le pegó,
El doctor lo examinó
I las cuatro eran iguales.
Llegaron los policiales
Tomando aquel mal barbero,
I lo amarraron sebero,
I allá en la comisaría,
Un sarjento le decia,
Le dió muerte a un escobero.

  Al fin, está el malhechor
En la cárcel acusado,
Con testigos que han jurado,
Que lo hayan visto es lo peor.
De la justicia el rigor
La vida no mas le embarga,
Es la mas pesada carga
Sin poner otro pretesto;
Tiene que pagarla presto
A la corta o a la larga.

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Fusilamiento
DE JOSÉ LUIS PEDREROS
EN CONSTITUCION

  El mártes fusilaron,
Esto fué en Constitucion,
Al tal José Luis Pedreros,
Causó gran de compasion.

  El año de mil ochocientos,
Lo pusieron en capilla,
Su imajinación sencilla
Aguardaba sus tormentos;
Escribió los sentimientos
Que su pena no indultaron;
Los abogados hablaron
Con fin de no verlo muerto,
Dijo el diario de ese puerto,
El mártes lo fusilaron.

  Cuando al reo lo sacaron
Cargado de las prisiones,
Los mas duros corazones
Enternecidos lloraron;
Otros el rostro se taparon,
A no oir detonacion,
Del rifle que en la ocasion,
Es al hombre un iracundo,
Lo despidió de este mundo,
Esto fué en Constitucion.

  Un sacerdote le hablaba
Que le pidiese al Señor,
Que le oyese su clamor,
I el reo le contestaba;
A paso lento marchaba,
En sus ausilios postreros,
Nobles rezos lastimeros
Salian del labio franco,
Antes de llevar al banco
Al tal José Luis Pedreros.

  Llegó al banco i se sentó,
Este asunto fué notorio,
El perdon al auditorio
Eso no se le olvidó;
I el piquete se afrontó,
Apareció confusion,
El jefe hizo la intencion
Saliendo unos cuatro tiros;
Dió Pedreros un suspiro,
Causó grande compasion.

  Al fin, con mas eficacia
Cuando dió el último aliento,
Se apresuraba un sarjento
I le dió el golpe de gracia.
Pagó el muerto su desgracia
Como bien se probó ya,
Como satisfecha está
La justicia por razon,
El cuerpo pasó al pante[on]
I el alma a la eternidad

       DESIDERIO PARRA I Cª CON VICENTE IL[ABACA]

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A mi madre

  ¡Madre! ¡madre! nombre tierno
Como el ave que suspira;
Sér cuyo amor es eterno,
Sér cuyo amor no es mentira.

  ¿Quién tiene tu abnegacion?
¿Quién tan solicito vela?
Cuando llora el corazon
¿Quién como tú nos consuela?

  Hombres que hallais en la tierra
Desengaño, luto i llanto,
Ved vuestra madre. Ella encierra
En su pecho un templo santo.

  Infelices que creeis
Que no hai virtud ni pasion,
Vosotros no comprendeis
De una madre el corazon.

  Miradla! Amante i sincera
Prodiga cariño a su hijo:
Su vida, mil vidas diera
Por él, con afan prolijo.

  Ningún amor es tan puro,
Ninguno tan abnegado:
Su pecho es tierno i seguro
Asilo del desgraciado.

  ¡Madre mia! yo te adoro
Con ardiente amor rendido,
Tu imájen es un tesoro
Aquí en mi pecho escondido.

  Si tuviera, madre mia,
Gloria, fortuna, talento,
Sin vacilar un momento
Por tu dicha los daria.

  ¡Madre! ¡ madre! nombre tierno
Como el ave que suspira
Sér, cuyo amor es eterno,
Solo tu amor no es mentira

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Contrapunto
DEL DINERO CON EL TRIGO

       El dinero

  Oiga mi auditorio amado
Este contrapunto atento,
Del trigo con el dinero
Responda el último acento.

  Tengo poder esclusivo
I soi el mas poderoso,
Hago al pobre caudaloso
I doi libertad al cautivo;
Antes i en lo sucesivo
Pido a todos el cuidado,
Porque soi un respetado
I el que me alega es un grano;
Le considero villano,
Oiga mi auditorio amado.

  Por mí estudian los profetas
Porque para eso soi propio,
Con el útil telescopio
Conocen cuántos planetas;
Yo hago escribir a los poetas
I todo les acrecento,
Para que con su talento
Pueda ser un buen dichoso;
Observe todo curioso,
Este contrapunto atento.

  Como villano atrevido
Te opones a mi grandeza,
Sabiendo que con certeza
Toda pasta he reunido;
Plata, cobre i oro han sido
Que corren el mundo entero;
Soi cruzado caballero,
I con nadie soi ingrato;
Escuchen el alegato
Del trigo con el dinero.

  Yo hago aldeas i potencias
Gobiernos con rejimientos,
Capillas con sus cimientos
Vizcondados, presidencias;
A los sabios les doi ciencias
I los pongo en gran contento,
El palacio, el monumento
I pirámide mas alta;
I si alguna cosa falta
Responda el último acento.

  Al fin en toda la tierra
Aquí concluye mi plana,
Yo convierto en tierra llana
La mas eminente sierra;
Hago que se ponga guerra
Una con otra nacion,
I al cobarde corazon
Le doi como me refiero;
Porque teniendo dinero
Al mas pobre le doi Don.

       El trigo

  Oiga mi auditorio amado
Este contrapunto atento,
Del dinero con el trigo,
Responda el último acento.

  El trigo atento escuchaba,
I ya falto de paciencia,
Le dice con evidencia
Calla villano le hablaba:
Tu errante lengua espresaba,
I en eso vas mal fundado,
Del vulgo eres criticado,
I así para que no ignores
Esta sustancia, i nó errores,
Oiga mi auditorio amado.

  Mira tu soberbia loca
Que desvanece al cristiano,
Puede tornarlo pagano
I ser su prudencia poca;
Porque por su misma boca
En fin te diré mi aliento;
Yo al Padre Santo alimento
En su solio i rejia silla,
Juzgo de mi parte brilla,
Este contrapunto atento.

  A obispos i cardenales,
A la reina como al rei,
Los mantengo en justa lei,
A condes i jenerales
Duques, marqueses cabales
Con mi poder les obligo,
Que haga paz al enemigo
Lo mismo en cualquier imperio;
Es asunto sabio i serio;
Del dinero con el trigo.

  Hago al labrador sembrando,
Al poderoso en su hacienda,
Al ermitaño en su hermienda,
I al abogado alegando.
Al confesor confesando,
I al impresor sin tormento,
Al rejente el pensamiento,
I en su casa a la doncella,
Si no es justa mi querella,
Responda el último acento.

  Al fin, como ya lo pruebo
Yo lo he hecho muchas veces,
En sus juicios a los jueces,
En su juventud al mancebo;
Del ausilio no me muevo
Para decir al instante,
Que le pongo al caminante
En direccion al camino,
Cada cual en su destino
I en el mar al navegante.

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