EL CIERRE DE CANTINAS
Lamentos de un bachicha porteño

  En la calle San Ignacie,
esquina de la de Colon,
en el Bar del Tropezon
que ocupaba un gran espacio,
el italiano Pancrasio
se lamentaba i decia:
¡adios mi cantina mia!
ya no volveré a ver
tanto roto con mujer
que a mi negocio ocurria!

  —¡Adios, maracas groseras!
¿donde irán a pololear?
i a donde irán a bolsear
grandisimas callejeras?
¡Adios viejas guachucheras!
¡adios pacos asoleados!
tanto que me han bolseado
para aguantarme que vendiera
chicha de caldo de pera
con agua del escusado.

  ¡Maldita suerte la mia!
decia el pobre bachicha,
ya no podré vender chicha
de la que yo mismo hacia.
  Las rasparé a la Turquia
para servir aún de mozo,
yo no quiero andar de ocioso
ménos parando la mona.
¿Donde iré por la Madona?
a establecer mi negocio?

  ¡Adios, chiquillas bonitas,
que pasaban siempre a verme,
la Chepa i OrfelinaRiquelme
porque les diera copitas!
¡Adios todas las guatitas
juntas con María Lazo,
adios, futres, cara de mazo,
ya no me iran a embrollar
ni me irán a robar
del mesón hasta los vazos!

  ¡Adios, colegas de esta feria,
que tambien han clausurado
i que tambien han quedado
en la mas triste miseria;
maldigo mi suerte fiera
i a los que nos dan la guerra.
¡adios, mi querida Perra,
adios, suegra cara de cuerno,
váyanse Uds, al infierno
que yo las pelo a mi tierra.

       Picos Pardo.

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