Captura del asesino
MARCELINO GARRIDO, QUE HIZO MORIR
MÁRTIR A LA MUJER EN LA CALLE
DE MORANDÉ

  Pillaron al asesino
El que ultimó a la mujer:
Pido yo de que al salvaje
Lo hagan mártir fenecer.

  Brutos habrán en la tierra
Pero iguales a éste nó;
El que a la esposa ultimó
Es peor que hijo de perra.
Yo le voi a hacer la guerra
Por canalla i por indino,
Escribiendo con gran tino;
Lo que hablo no me desdigo:
Para aplicarle el castigo,
Pillaron al asesino.

  Porque si no le gustaba
Ella i no le obedecia,
Tranquilo i a sangre fría
El ¿por qué no se apartaba?
A mas de que la golpeaba
Diariamente i sin querer.
Hoi debe de conocer
Sus faltas el renegado:
Ya se encuentra encadenado
El que ultimó a la mujer.

  Por ser crimen tan atroz,
Yo digo aquí como Tíbulo
De que marchará al patibulo
Sin tener perdon de Dios.
Le casco con dulce voz
Hasta que el papel se raje
Alabándole el coraje:
Sin entusiamo ni alarmas;
Lo hagan pasar por las armas
Pido yo de que al salvaje.

  Todo Santiago indignado
Clama con justo derecho,
Que donde mismo hizo el hecho
Debe de ser fusilado.
Yo tambien pido al juzgado
Cruz Cañas, en mi entender,
Hoi que se halla en el poder
I le toca dar sentencia,
Sin piedad i sin clemencia
Lo haga mártir fenecer.

  Al fin, a los consejeros
Les suplico con voz plena
Que no indulten la condena
A ese lobo carnicero.
Como hombre justiciero,
Digo yo escribiendo ufano,
Con limpio i corazon sano,
Os diré sin enfadarlo,
Que no hai con qué igualarlo
Al antropófago humano.

Imprenta, Moneda, 25

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