Crimen horrible
EN LA CALLE DE SAN IGNACIO
EL AHIJADO QUE ULTIMÓ A LA MADRINA
CON UNA BARRETA

  Un ahijado insolente,
Faltando a la lei divina,
Con una enorme barreta
Le dió muerte a la madrina.

  Este crimen alevoso
Fué en calle de San Ignacio;
Por no ser en un palacio
No es grande ni es horroroso.
Llegó cual tigre furioso
A la casa de repente,
El diez i seis del presente,
El que hizo la cruel muerde,
I hoi reniega de su suerte
Un ahijado insolente.

  Tiene por seña la puerta
Número doscientos cuatro.
Con la pluma yo idolatro
Buscando la verdad cierta.
Lo cierto es, quedó muerta
La anciana, según se opina,
I mucha jente vecina
Dice con furia inaudita
Que asesinó a la viejita,
Faltando a la lei divina.

  El tal Roberto Martinez
Hoi se encuentra prisionero,
En estado lastimero,
Junto con otros Caines.
Habrá que verle los fines
A ese canalla trompeta;
Si bien firme se le aprieta
Será con justa razon.
Porque la ultimó el Neron
Con una enorme barreta.

  Toda la jente del barrio
Corrió al teatro del suceso
I al bechor se tomó preso
Como justo i necesario;
El jaez le sigue el sumario
Por su intencion tan indina.
Yo pido la guillotina
Pará el hechor, con voz seria;
Por robar una miseria
Le dió muerte a la madrina.

  Al fin, la causa, señores,
De tanto robo i salteo
Son, por cierto, yo me creo,
Hoi nuestros lejisladores,
Porque los trabajadores
No ganan ni para un pan;
En tanta miseria están
Los pobres en esta vida,
I así en mi patria florida
Sale estallando un volcan.

DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A

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