Crímen horrendo
EN LA CALLE DE SAN DIEGO.—EL
ASESINO ES CONDENADO A LA
PENA DE MUERTE.

  En la calle de San Diego,
Bustamante, el malvado,
Por un salteo que hizo
A muerte está condenado.

  Señores, allá en Franklin,
Dando vuelta al Matadero,
El mui noble caballero
Encontró el último fin.
Hoi le hace tilin tilin
El corazon, no lo niego,
Del hechor que con apego,
Maldice su mala suerte,
Por haber hecho una muerte
En la calle de San Diego.

  De un despacho salieron
Tres rotos de jenio cruel,
I cuatro con Ismael,
I hácia el centro anduvieron.
Cuando de repente vieron
Al caballero nombrado,
Que de un carro fué apeado
Tranquilo, he sabido yo,
I al instante lo agarró
Bustamante, el malvado.

  A nombre de la lei chilena,
El fiscal con devaneo,
Condenó al pobre reo
A sufrir la última pena.
Los grillos i la cadena
Lo oprimen porque es preciso;
I yo aquí me horrorizo,
Diciendo en tono sencillo,
Tendrá que ir al banquillo
Por un salteo que hizo.

  El reo tuvo tristeza
Cuando supo la sentencia,
Imploró a la Providencia
Con bastante lijereza.
Su atribulacion empieza
De aquel dia señalado;
No le fué mui de su agrado
El articulito a él;
Por asesino e infiel
A muerte está condenado.

  Por último, un tal Rivière,
Fué el que le tocó la mala,
Morir, pero no a bala
Como tal vez se refiere.
El hechor, aunque no quiere
Confesar que él lo ultimó,
Ante el juzgado negó
Aquella enorme impiedad;
No quiere decir verdad
Pero ya se le probó.

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