El jardinero i la flor

  Un jardinero de amor
Plantó una planta en un prado;
La cuidó con mucho agrado
Hasta que ya le dió flor.

  En un jardin deleitoso
Propuso plantar la planta,
La cual le alegra i le canta
En la tumba del reposo.
Este hortelano amoroso
En medio de aquel verdor
Solo de ver su esplendor
Al despuntar los albores,
Se deleitaba en las flores
Un jardinero de amor.

  Despues de que ya creció,
Como el deseo era tanto,
Con la pena i con su llanto
Con lágrimas las regó;
Con ella alegre vivió
Risueño i regocijado.
Por vivir acompañado
I tenerla como dueña,
En la raiz de una peña
Plantó una planta en un prado.

  Dicha planta con contento
Nació en el fértil terreno:
La tierra le abrió su seno
I le prestó el alimento
Con aquel rico sustento
Dió fragancia al despoblado,
I su dueño apasionado
En la selva deleitante,
De verla tan elegante
La cuidó con mucho agrado.

  En él no habia pesar
Al lado de su plantita,
Desde que estaba chiquita
El la hizo fertilizar;
Dia i noche sin cesar
Pasaba a su alrededor,
Disfrutando del candor;
Por tomar mas esperiencia
Tuvo con ella paciencia
Hasta que ya le dió flor.

  Al fin, el tiempo tirano
Dejó de ser halagüeño:
A él, siendo que era dueño
Se la quitó de la mano
I se la llevó ufano
A otro lejano confin,
I el agudo retintin
Su corazon le gravaba
De ver que no divisaba
La reina de su jardin.

DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A

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