Lector, en Viña del Mar
A una casa asaltaron,
Un muerto i tres heridos
En el asalto quedaron.
A las seis i media en punto
Del sábado ántes pasado,
Todo el pueblo fué alarmado
Sobre ese mismo asunto.
Yo a la jente le pregunto
Del gran crimen sin tardar,
Me han dicho sin engañar
Los que allí fueron a ver,
Que se vió sangre correr
Lector, en Viña del Mar.
Un tal David Bavestrello
Era el dueño del negocio;
Este no tenia socio
Aquí lo afirmo i lo sello.
Por el hecho me aquerello
De ver cómo se portaron:
Al momento que llegaron
Los pillaron descuidados.
Los bandidos bien armados
A una casa asaltaron.
Llegaron los salteadores
Al despacho de repente,
I asombraron a la jente
Esos hombres malhechores.
Sin atender los clamores
Les cascaron los bandidos;
Cual tigres enfurecidos
Pelearon i nada falto;
Quedaron en el asalto
Un muerto i tres heridos
Sin recelo i sin temor
Entraron con fachatez:
Estos no temen talvez
A las iras del Señor;
De aquel Dios tan superior
Ellos nada se acordaron.
A sangre i fuego tomaron
La casa en aquel instante;
Tres séres agonizantes
En el asalto quedaron.
Al fin, el dueño de casa
Se se resistió lo que pudo
En aquel combate crudo
Pero no pudo hacer basa.
La suerte le andubo escasa
En el momento, es decir,
No pudiendo resistir
Les dió la entrada, lector;
I con tanto salteador
Ya no se puede vivir.
DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A
