El gran Consejo de Estado
Le firmará la sentencia,
Al hijo que ultimó al padre
Sin piedad i sin clemencia.
Fué verdad que Malaquías
De aquí lo fué a defender,
I no le alcanzó el poder
Para alegar tantos dias;
No salió con sus porfias
El tal ilustre abogado,
Corrido i avergonzado
Quedó con tristeza i pena;
I firmará la condena
El gran Consejo de Estado.
Toda la jente decia:
En Chile, de sur a norte,
No es propio que la Corte
Perdone esa herejía;
Porque fué una alevosía
Que servirá de esperiencia,
Grabada en toda conciencia
Queda la horrorosa escena;
I a nombre de la lei chilena
Le firmará la sentencia.
La pobre esposa, señores,
Tendrá que llorar a mares,
Los tormentos i pesares
Sin soportar los dolores;
Ratitos de sinsabores
Sufrirá, aunque no le cuadre,
Cuando el pecho le taladre
El dardo dirá impaciente:
Lo condenan inocente
Al hijo que ultimó al padre.
Quiere establecer ahora
Recurso de nulidad
El defensor, es verdad,
I la causa mas demora;
Mas tiempo i perdon implora
Don Ismael con paciencia,
Las Cortes con reverencia
Para Marzo, sin tardar,
Lo tendrán que condenar
Sin piedad i sin clemencia.
Por último, el defensor
De Apablaza, con mas suerte,
Lo libertó de la muerte
Con enérjico valor;
El otro batallador
Jamas se ha querido dar,
I lo quiere libertar
Del banquillo, en mi entender,
Las hechas i por hacer
Al fin tendrá que pagar.