Mundana fué Magdalena
I despues se arrepintió:
Acompañó al Salvador
Hasta que ya feneció.
Era la perla mas bella
En toda la Galilea,
La castellana; en Judea
La adoraban como estrella
La rara hermosura de ella
Llegó a sumerjirla en pena.
Cual perfumada azucena
Pasaba llena de gloria;
Por eso dice la historia:
Mundana fué Magdalena.
La mui bizarra María,
Aparte ya de su hermana,
Parecia una sultana
Por su lujo i bizarría.
Pero cuando llegó el dia
En que al Señor divisó,
Entre el corazon sintió
La palabra verdadera.
Se dió gusto por primera
I despues se arrepintió.
Desde aquel mismo momento
Lloró su dicha i placer
Aquella infeliz mujer
Con divino sentimiento.
Fué tan doble su tormento,
Tan sincero su dolor,
Que conociendo su error
I olvidando lo que era ante,
Sin perder un solo instante
Acompañó al Salvador.
Le dijo Nuestro Jesus:
Sigueme, que te perdono,
I prometo darte un trono
Despues que muera en la Cruz;
Con su purpurina luz
Toda el alma le alumbró:
Bien pronto se convirtió,
Le acompañó en la conquista,
Sin perderlo de su vista,
Hasta que ya feneció.
Al fin, fué grande el contento,
El júbilo i alegría
Que en su corazon sentia
Mucho ántes del prendimiento.
Vió dar el último aliento
A Jesucristo enclavado
En el madero sagrado.
I digo aquí al contemplar:
¡Antes de finalizar
Fué por ella consolado!