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DEL DESRIELAMIENTO
I EL INCENDIO DE LOS CARROS

  Dia veintiuno de Abril,
El espreso caminaba:
Encontró el alojamiento
Donde jamas alojaba.

  Al pasar de Peña Blanca
Fué donde se fué de punta:
Digo al pueblo, si pregunta,
Con mi memoria tan franca,
No habrá quién le ponga tranca
En todo el ferrocarril:
No faltó uno entre mil
Que solo por afrentarlo,
Se propuso de atajarlo
Dia veintiuno de Abril.

  Al entrar al terraplen
Velozmente caminando,
Sin saber cómo ni cuándo,
¡Cataplum, abajo el tren!
Perdio el paso i el vaiven
Por lo lijero que andaba.
Esto a mí me desconfiaba,
Dijo un pasajero al fallo,
Porque mas veloz que el rayo
El espreso caminaba.

  Grande fué la confusion
Al sentir decir ¡incendio!
I yo de todo un compendio
Les doi en la narracion.
Con cuidado i atencion
Voi a principiar el cuento:
Os diré que mui violento,
I atestiguo con la jente,
Iba errando de repente,
Encontró el alojamiento.

  Ardiendo todo el convoi,
Grandes llamas alumbraron,
I las cenizas quedaron
Visibles hasta el dia de hoi.
Yo esta noticia le doi
Al que a mí me preguntaba,
Dijo un futre que escapaba,
Con tal que nadie me roche.
Trató quedarse esa noche
Donde jamas alojaba.

  Por fin, la Rios clamaba
Que le librasen su hijita:
Gritaba la pobrecita,
Pero nadie la amparaba:
Entre el fuego espiraba
Como mártir la señora;
En aquella horrenda hora
Como impulsada con arte,
La cubrió de parte en parte
La llama devoradora.

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