Carta amorosa de un galan a su dama.

    Pajarillo que volando
Surcas el viento lijero,
Aqui te estoi aguardando,
Que has de ser el mensajero
De una alma que está penando.

    Este papel con cuidado
Has de llevar en el pico
A mi dueño idolatrado,
I advierte que te suplico
Se lo dés disimulado.

    No te has de sobresaltar,
Sino que con discreción
Trátala de suavizar;
Dila que de mi pasión
Jamas llegará a dudar.

    Si la encontrares dormida,
No la interrumpas el sueño,
Que, aunque de dolor rendida,
Es siempre el unico dueño
De mi alma i de mi vida.

    Llega rendido a sus piés,
Háblala con mucho tiento,
I con tu vista cortés.
Observa sus movimientos
Para que aviso me dés.

    Si pone alegre el semblante
Cuando le digas mi amor.
Vuelve volando al instante,
No aguardes a mas favor,
Que esto para mi es bastante.

    Si demuestra algún enfado
O la vieres desdeñosa.
Por qué he de ser yo el culpado?
Por qué ha de estar rigorosa
Con quien motivo no ha dado?

    Pero nó, no se lo digas;
Dila que su amor espero,
Dila que tengo fatigas;
En fin, dila que la quiero
I si es su gusto prosigas.

    Si muestra su indignación
Porque con otra deidad
Me encontró en conversación,
Di que fué casualidad,
I sólo mera atencion.

    Mas, si no obstante te estrecha
Aquel rostro peregrino,
Con su fundada sospecha,
No te pongas en camino
Sin dejarla satisfecha.

    Dila que suspiro i lloro,
Dila que vivo muriendo,
Dila que no me mejoro,
Dila que estoi padeciendo
Porque la quiero i la adoro.

    Si niega el conocimiento
Porque no me despedí.
Dija que mi sentimiento
Me puso fuera de mí
Con la fuerza del tormento.

    Dila que siendo tan bella,
Que me remita el perdon,
Porque se anubló mi estrella
I no tuve corazón
Para despedirme de ella.

    Si porque yo estoi ausente
Piensa que la he olvidado,
Dila que en mi amor ardiente,
Aun cuando mas retirado,
La conservo mas presente.

    Mas, si de ti se desvia,
Dila que cuando me hablaba,
Se acuerde que me decia,
Que si yo no le faltaba,
Ella no me olvidaria.

    Si dice que me olvidó
Por consejos que le daban,
¿Para qué me aseguró
Que los montes se mudaban,
Pero su firmeza nó?

    ¿Qué se ha hecho aquél citarme,
Aquel suspirar por verme,
Aquel deseo de hablarme,
Aquel mirar por quererme
I aquel sentir por gozarme?

    Si acaso ya se ha cansado
De mi amistad cariñosa,
¿Por qué he de ser yo el culpado?
¿Por qué ha de ser rigorosa
Con quien causa no le ha dado?

    Si contra mí sus enojos
Rayos quieren suspender
Para ser de ellos despojos,
Dile que no es menester
Más rayos que sus dos ojos.

    Si dice que soi tirano
Porque allá no la fuí a ver
Aquel dia más temprano,
Dile que tuve que hacer,
I que no estuvo en mi mano.

    Si me niega sus piedades
Sólo por una aprehension,
Dile que no es de deidades,
Sin pedir satisfacción,
Castigarme con crueldades.

    Dile que estoi abatido
A su hermosa bizarría;
I pues me ve dolorido,
Dile que no es valentía
Darle la muerte a un rendido.

    Dile que firme la amé;
Dile que le di la llave
De mi amor i de mi fé;
I en fin, dile que bien sabe
Lo que por ella pasé.

    Dile que me desencante
De aquesta pasión tan dura;
Dile que yo soi su amante,
I en fin, que no tenga duda
Que siempre he de ser constante.

    Si con otro idolatraba
Lo que conmigo finjia,
¿Cómo no me declaraba
De que ya no me queria
I que el verme la enfadaba?

    Dile que yo no creyera
Que se cambiara mi suerte.
¡Ojalá que asi no fuera!
La que fué vida ya es muerte,
I la que paloma, fiera.

    Dile que allá en su crisol
Ayer gocé mi fortuna,
I hoi, con un triste arrebol,
Me quedo como la luna
Nunca encontrando su sol.

    Dile que en este papel
Ya todo mi corazón,
I que quiero darle en él
Entera satisfaccion.
Para no verla crüel.

    Dile que estoi esperando
En este mal que me abrasa,
Que me vaya recetando
Algún cordial de esperanza,
Porque ya estoi espirando.

    Si en su furia tan notoria
Me niega un halago tierno,
Dile que tenga memoria
Que si ahora soi su infierno,
Algún dia fui su gloria.

    Dile que en mi sepultura
Se escribirá de esta suerte:
«Aquí yace i se asegura
Un amante a quien dió muerte
Una crüel hermosura»

    Dile… mas ¿qué has de decirle?
Que en vista de lo espresado,
Sólo quieres referirle
Que si vivo a su mandado,
Muero sólo por servirle.

    Véte, vuela i en paz llegues
Donde está la que es mi vida;
Nada que pida le niegues,
I si estuviere rendida,
Te suplico que la ruegues.

    Adios, centro de la idea:
Si consiguieres la palma,
Ven, canta, trina i gorjea,
Para que te escuche el alma
Aun antes de que te vea.

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