Versos de puro amor
A LA SIMPÁTICA CARMELITA

  Por la jóven Carmelita,
Rindiera mi vida entera:
Siendo que por ella muero,
No importa que padeciera.

  Desde el dia en que la ví,
Me cayó en gracia, al instante.
Y dije: «He de ser su amante
De esta simpática hurí».
Con ardiente frenesí,
La miré cual palomita
Tan esbelta i tan bonita.
La hallé, digo, en mi opinion,
Que diera mi corazon,
Por la jóven Carmelita.

  Estoi, desde ese momento,
Mui enamorado de ella
Porque parece una estrella
Del celeste firmamento.
Para mí, es un contento:
En invierno y primavera,
Con mi pasión verdadera
Voi apercibir sus pasos.
¡Para unir nuestros lazos,
Rindiera mi vida entera!

  Se me figura a la aurora
Cuando asoma en el Oriente
Tan bella y resplandeciente.
Con su luz encantadora,
Que es tan linda y seductora
Para su amante sincero.
Digo, franco y con esmero:
«¿A lo que estoi decidido,
No me negará un pedido,
¿Siendo que por ella muero?»

  Parece un ánjel de amor
Que vaga en la noche umbría.
Por su talle y bizarría,
Es como el blanco candor.
Por gozar a esta flor
Mi vida, en riesgo pusiera
Aunque preso estuviera
Sufriendo tormentos, penas
Entre grillos y cadenas,
No importa que padeciera.

  Por fin, a cada momento
En ella paso pensando;
Y me llevo contemplando
Su belleza y ornamento.
De llevarla a un convento
Los deseos mios son.
Digo con justa razon:
«¿Por qué a mí el amor me incita,
Para que el señor curita,
Nos ponga la bendicion?»

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El marido que asesinó a la
mujer a puñaladas, porque
la pilló durmiendo con el
lacho.

  Un marido criminal,
A la mujer ultimó.
Terrible muerte le dió
Con un cortante puñal.

  Llegó a la casa el malvado
A las once de la noche,
Y no habiendo quién lo roche,
Hizo el crímen mencionado.
El barrio se halla asombrado
Por el hecho conyugal.
Hoi, en la época actual,
Causa espanto y emoción!
Cometió esta mala acción,
Un marido criminal.

  Tres puñaladas mortales
Le pegó en el corazon
Sin tenerle compasion.
En los momentos fatales,
José Maria Gonzalez
Es el que se desgració,
Porque a su esposa encontró
Durmiendo con el querido;
Por eso, él, sin sentido,
A su mujer ultimó.

  Una niñita mediana,
Gritaba cuando vió el drama
«¡Mi padre mató a mi mamá
Aclarando, esta mañana!»
Entre sollozos esclama
Ahora qué he de hacer yo.
Apresurada corrió
Avisando al vecindario
Que a la madre, el victimario
Terrible muerte le dió,

  Luego llegó policía
Y supo que el asesino
Las hechó por un camino
Que nadie lo conocia.
Se escondió con valentía
En aquel dia fatal.
En la aldea principal
Se encuentra desesperado
Hizo el crímen comentado
Con un cortante puñal.

  Al fin, el hechor malvado
En la cárcel se halla preso.
Por este grande suceso
A muerte está sentenciado,
Por haberse desgraciado
El, en su propia mujer,
En contra de su querer,
Tendrá que al banco marchar
Con la vida va a pagar.
Su crimen, lo doi a ver.

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Mi viaje jeográfico
SIGUIENDO A MI BELLA IDOLATRADA

     Una mora me enamora,
  Una turca me da pena,
  Una cristiana me tiene
  Entre grillos y cadenas.

  Partí de la Alemania
En busca de mi fortuna.
A las tierras de la luna
Con gusto me dirijia.
Caminaba noche y dia
Sin descansar una hora
Quiso mi suerte traidora
Desviarme de aquel planeta;
Y al saber que era poeta,
Una mora me enamora.

  Llegué a la opulenta Francia
Del reino del Portugal;
Visité su capital
Solo por ver su elegancia.
Desde allí partí con ancia
A la gran ciudad de Atenas;
Recorrí toda la Viena,
Alsacia, Zuisa y Hungría;
Y en tierra de la Turquia
Una turca me da pena.

  Anduve en Sebastopol
Y el gran imperio de Rusia,
Después me pasé a la Prusia
En una lancha de amor.
Dije al no hallar mi candor:
«Que ande mas, no me conviene;
Cuando mi estrella enajene
Mi dicha oirá mis clamores.»
Y engolfado en sus Amores
Una cristiana me tiene.

  Atravesé el Indostan,
Siempre buscando noticias
De tí, y no tuve indicias
Como aquí ya lo verán.
Despues me pasé al Sudan
Pensativo en horas plenas,
Crucé las secas arenas.
De aquel árido desierto
Y hoi me encuentro como un
       muerto
Entre grillos y cadenas.

  Al fin, como peregrino
Muchas partes recorrí,
Y me fuí a buscarte a tí
A ese gran imperio chino
Porque soi constante y fino
Nunca pienso el olvidarte.
Casi no he dejado parte
En donde no te he buscado
Y al ver que no te he hallado
Ya el corazón se me parte.

Javier Perez, Poeta santiaguino

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Las señas de mi querida.
Amor puro

  Los ajos de mi querida
Se parecen al lucero
Con mirarme me dan vida
Si no me miran me muero.

  Tiene un lunar en la cara
Que es la seña principal,
De su cuerpo natural
Y con nadie se compara
En belleza, lo declara
Mi pura verdad entendida,
Parece ave aludida
Que vuela en lontañanzas
Y alumbran mis esperanzas
Los ojos de mi querida.

  Es de cintura delgada
Y de caracter mui fino,
Formas de anjel divino
Tiene mi ninfa adorada
Parece que está esmaltada
Su figura considero
Su lindo talle hechicero
Me engolfa con mil primores,
Sus ojos encantadores
Se parecen al lucero.

  Una mirada jovial
Y una sonrisa amorosa
Tiene mi sílfide esposa
Sus labios como un coral
Demuestra ella y no finjida,
Su hermosura está esculpida
En mi alma afectuosa.
Y sus pupilas preciosas
Con mirarme me dan vida.

  No hallo como comparar
Los rizos de sus cabellos,
Porque son crespos y bellos,
Lo digo sin ponderar,
Es mi dicha y bienestar
De mi corazon sincero
Amor puro y verdadero
Ella me juró con gozo
Y sus ojos amorosos
Si no me miran me muero

  Al fin, una simpatía,
Nace de su cara amable,
Su hermosura inagotable
Me cautivó el alma mia,
 s mi bien, mi dicha y guia
De mi porvenir consuelo,
En ella mi amor anhelo
Dia y noche sin cesar,
Y es de mi encanto sin par.
La estrella polar del cielo.

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