PRIMERA PARTE.

       I.

  El diez i siete de mayo
Por órdenes del gobierno
(O acaso del almirante
Que en esto no hai punto cierto)
Zarpa de Iquique la escuadra
Dejando solo en el puerto
La Esmeralda i Covadonga
Que sostengan el bloqueo.
Quedan solos i tranquilos
Estos dos buques jemelos
Que hermanos inseparables
En el Papudo se hicieron:
Sus bizarros comandantes,
Prat i Condell, prometieron
Al almirante cumplir
Su deber como chilenos.

       II.

  Pasáronse cuatro dias
Vijilando con esmero,
La Esmeralda voltejeando
Mui cerca del fondeadero
Miéntras que la Covadonga
Cruzaba lejana al puerto.
La mañana del veintiuno
Tranquilos amanecieron,
Sin sospechar que aquel dia
En un combate sangriento
Sus vidas en holocausto
De la patria, muchos dellos
Rendirian, asombrando
Al mundo con su denuedo.
A las seis de la mañana,
Cuando en el limpido cielo
Iluminaba el crepúsculo
Los horizontes serenos,
Como un punto imperceptible
Divisaron a lo léjos
Dos humos que por el norte
Hacian rumbo hácia ellos.
Que eran dos grandes vapores
Al momento conocieron,
I la Covadonga entónces
Que vijilaba en su puesto
Al instante se dirije
Lijera a reconocerlos.
Poco tardó en convencerse
Que eran enemigos nuestros:
La Independencia i el Huáscar,
Ellos eran…… nada ménos.

       III.

  La Esmeralda i Covadonga
Pronto se ponen de acuerdo
I sus bravos capitanes
En el peligro, serenos,
Procuran conferenciar
En el instante supremo:
I como Prat era el jefe
Del bloqueo, en el momento
Condell se acerca hácia él
I le pregunta: ¿qué hacemos
Pero Prat sin contestarle
Le pregunta lo primero:
“¿Ha almorzado la tropa?
I ya una vez satisfecho
De que habian almorzado,
Prosigue con voz de trueno:
“¡Cumplir con nuestro deber
Eso será lo que haremos;
Hemos sido sorprendidos
I seguridad tenemos
De morir, ¡pues bien, muramos!
Pero será combatiendo.”
Tales fueron las palabras
De aquel ilustre guerrero,
Que ántes que arriar su bandera
Prefirió morir primero……

       IV.

  En tanto que Prat i Condell
Entre ellos conferenciaban
Los dos formidables buques
Hácia ellos avanzaban,
I de la lucha sangrienta
El momento se acercaba;
Era ya, pues, necesario
Aprestarse a la batalla.
Entónces Condell cumpliendo
Con las órdenes tomadas
Prepárase en su goleta
A vender su vida cara,
Porque ya la Independencia
Hácia ellos se acercaba.
En el mismo instante Prat,
En su querida Esmeralda,
Reune a sus compañeros
I con voz tranquila i clara
Dice a los suyos: “Muchachos:
Tenemos ahí la escuadra
Del formidable enemigo
Que nos presenta batalla;
La lucha es mui desigual
Pero es preciso aceptarla,
I esta bandera querida
Que jamas ha sido arriada
No seremos, pues, nosotros
Los primeros en mancillarla;
I si en medio del combate
Veis que la vida me falta
Seguid siempre defendiendo
La honra de nuestra patria!”
Dice, i apénas habia
Pronunciado estas palabras
Por entre las dos barquillas
Pasa silvando una bala.
Este primer estampido
De la enemiga metralla,
Con sonoros ¡Viva Chile!
Pue al instante saludada.

       V.

  Eran en ese momento
Las ocho de la mañana,
Hora en que se dió comienzo
A la lucha encarnizada
Que sostienen dos corbetas
Pequeñas i maltratadas,
Con los dos fuertes blindados
De la marina peruana,
Los cuales como dos fieras
Ansiosas de presa asaltan
A las dos pequeñas naves
Que tranquilas le aguardaban.
El Huáscar rompe sus fuegos
Sobre la heróica Esmeralda
Miéntras que la Independencia
Al Covadonga acediaba
Con un fuego tan nutrido
Que destruirla amenazaba;
Pero el bravo comandante
Hábilmente gobernaba,
Pegándose hácia la costa
Batiéndose en retirada,
Con lo cual logró por fin
Separarse de la rada.
La Esmeralda, miéntras tanto,
Sin descanso contestaba
Los fuegos del enemigo,
Aunque sus pequeñas balas
La coraza del coloso
Apénas, sí, rasmillaban.
El enemigo a su vez
Con sus terribles metrallas
Nuestra querida reliquia
Sin piedad agujereaba,
I barrian su cubierta
Matando cuanto encontraban;
Mas, nuestros bravos por eso
Ni un instante desmayaban;
Al contrario, se batian
I doblaban su pujanza
Miéntras mas recrudecia
Aquella horrible matanza.
Hubo un momento de lucha
Aun mas desesperada,
Pues al acercarse a tierra
Para lograr que las balas
Del enemigo alcanzasen
A ofender los de la playa,
Los de tierra hicieron fuego
Con cañones de montaña
Matando tres individuos
E hiriendo a quien no mataban.
Pero la gloriosa nave
Entre dos fuegos tomada
Al Huáscar i los de tierra
A la vez les contestaba;
Pues parece que su ardor
Al fragor de la batalla,
Como el tigre acorralado
Su valor centuplicaba.

       VI

  Dos horas han ya pasado
En tan desigual batalla,
I el enemigo impaciente
De resistencia tan larga
Se prepara furibundo
A dar el golpe de gracia:
Con su terrible espolon
A toda fuerza de máquina
Se lanza hácia la corbeta
Para en el mar sepultarla.
Entónces Prat que tranquilo
De la toldilla observaba
Los menores movimientos.
Del monitor, se prepara
Para esquivar aquel choque,
Al mismo tiempo en su alma
Cruza la idea terrible
I a la vez desesperada,
De saltar al abordaje
Con su jente preparada,
Tomando, si era posible,
Con aquel golpo de audacia
Posesion de aquel blindado
Que hácia ellos fiero avanza;
Mas esta idea a los suyos
No puede comunicarla;
Pues apénas concebia
Esta empresa temeraria
El Huáscar con rapidez
Puso proa a la Esmeralda
I su espolon vino a herirla
Junto al palo de mesana,
Al costado de babor,
I al mismo tiempo descarga
Los cañones de su torre,
Que casi a boca de jarra
Causan terribles estragos
Con mortiferas granadas.
Pero la ocasion suprema
Que Prat tranquilo esperaba
Al juntarse las dos naves
Creyó ya era llegada,
I con voz de trueno grita
Blandiendo en la mano el hacha:
“¡Muchachos, al abordaje!
I como el rayo se lanza
Sobre la férrea cubierta
Desafiando con su espada
Las iras del enemigo
Que impertérrito buscaba
Para batirse con él
Cuerpo a cuerpo i sin ventaja;
Mas, los cobardes peruanos
Que traidoramente asaltan,
Huyen a favorecerse
Tras de coraza acerada.
Solo el teniende Velarde
Que junto a la torre estaba,
Es el único que encuentra
I en el instante lo mata;
I sigue buscando airado,
Centellante la mirada,
Con el semblante zañudo
I la melena erizada,
Arrogantes enemigos
Con quienes medir su espada,
I… ¡ai! del Huáscar si al jigante
De los suyos le acompañan
Treinta soldados siquiera!…
Pero quiso la desgracia
Que su voz no fuera oida,
I que con él abordaran
Solo Aldea i otro mas
Que mas cerca se encontraban.

       VII.

Repuestos los enemigos
Del terror que les causara
Aquel arrojo increible
Que por cierto no soñaban;
I viendo por otra parte
Que los que lo provocaban
Solo eran tres… al instante
En tropel todos disparan
Sobre los héroes que caen
Muertos con esta descarga.
El primero que sucumbe
  En la cubierta del Huáscar,
Es el bravo de los bravos,
El héroe augusto i sin tacha,
Que ni aun despues de muerto
Queria rendir su espada;
Para poder obtenerla.
Fué necesario arrancarla,
Abriendo dedo por dedo
Aquella mano crispada!……………

       VIII.

  De la Esmeralda esta escena
Asombrados presenciaban,
I con profunda emocion
Todos a la vez juraban
Vengar a Prat, o morir
Como héroes en la jornada
I en efecto, aquel combate
Que ya tres horas duraba,
Se hizo mas terrible aun
A medida que aumentaba
La efervescencia en la sangre,
La emulación en el alma:
Todos a la vez querian
Ser héroes, i se lanzaban
A disparar los cañones
Cuando artilleros faltaban.
Entre tanto el enemigo
Airado se preparaba
Para acabar de una vez
De sumerjir en el agua
Aquel puñado de leones
Cuyo valor le irritaba;
Desde unos seiscientos metros
Mas o ménos de distancia
Arremetió con su ariete
A la débil Esmeralda:
Aunque el capitan Uribe
Que el buque entónces mandaba,
Quiso evitar aquel choque,
Como el buque ya no andaba
Por la amura de estribor
Recibió la otra pechada.
Fué entónces cuando Serrano
Que en el castillo se hallaba,
Con doce soldados mas.
Saltó a la proa del Huáscar;
Mas el heróico teniente
I sus compañeros de armas
Perecieron prontamente
Por mortiferas metrallas
Que de la torre i la popa
Sin interrupcion lanzaban.
En esos mismos instantes
El buque estaba haciendo agua
Inundando prontamente
La terrible Santa Bárbara;
La máquina al mismo tiempo,
Estaba toda anegada,
Sus calderos apagados,
I por fin…… no funcionaba.
Era ya el buque una boya
Que sobre el agua flotaba
Al capricho de las olas,
I sin embargo….. tronaban
Todavía los cañones
Que los cabos disparaban.
I batiéndose seguian,
I los instantes pasaban,
I la sangrienta hecatombe
Hora por hora aumentaba;
I los mismos enemigos,
Que desde tierra miraban
Aquella lucha imposible,
Se asegura que esclamaban
“¡Qué hombres estos, ¡oiga Ud!
Que jamas rinden su espada!”

       IX.

  Ya, por fin, la hora suprema
Por instantes se acercaba
I aquel sangriento combate
Que cuatro horas duraba
Debia pronto concluir;
Porque la nave atacada
Casi estaba totalmente
Por completo destrozada:
Un último espolonazo
I.. ¡adios querida Esmeralda!
Así sucedió, en efecto,
Pues el coloso se lanza
Sobre la débil barquilla
Que a resistir ya no alcanza
La fuerza de su espolon,
I… en el mar es sepultada.
Pero entónces, todavía
Sus héroes viven, i exhalan
Un último ¡Viva Chile!
I al mismo tiempo dispara
El denodado Riquelme
Una postrimera salva,
Cuyos ecos repercuten
Las montañas mas cercanas,
I que son los funerales
Que a la nave capitana
El audaz guardia marina
Le hace, fija la mirada
En el tricolor hermoso
Que, en el palo de mesana,
Es el último en hundirse
En las ondas azuladas.

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