EL FUSILAMIENTO
DE LOS CUATRO REOS

  Como se estaba ordenado
a las 8 i cuarto en punto
de una muralla junto
el patíbulo fué alzado;
gran jentío amontonado
habia en aquel lugar,
para poder divisar
quienes eran esos tales,
sanguinarios criminales
que se iba a ajusticiar.

  Solo los privilejiados
pudieron ahí entrar,
se tuvieron que quedar
los demas por los costados;
ya los minutos contados
despues de algunos rodeos
al fin salieron los reos
rechinándoles los grillos,
todos con caras de pillos
todos con semblantes feos.

  El Secretario Fiscal
cuando estaban en capilla,
fué a leerle a la cuadrilla
la sentencia capital;
ninguno la tuvo a mal
ni protestó de inocencia,
cada cual en su conciencia
la tuvo por justiciera
en esa hora postrera,
de cumplir la penitencia.

  Entre las filas de presos
a los banquillos marcharon
dos padres los exhortaron
con sus preces i sus rezos;
todos ellos fueron tiesos
murieron como un valiente,
despues salieron al frente,
cuatro soldados de lista,
les vendaron bien la vista
como es costumbre corriente.

  En seguida una descarga
que emosiona a los mirones,
unos cuantos sacudones
i el golpe de gracia-amarga;
¡esta es la agonía larga
con su terrible matiz
porque pasa un infeliz
que se mete en mal camino,
llega a ladron i a asesino
i se hunde hasta la nariz!

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