LOS ENVENENADOS
DE LA CALLE DE SAN PABLO

  En la calle de San Pablo
número noventa i uno,
un drama como ninguno
ocurrió i sobre él hablo;
herida por el venablo
del Amor mas vehemente,
se ha quitado indiferente
una pareja, la vida;
¡prefirió morir unida
a vivir aisladamente!

  Lo que voi a referir,
bastante conmovedor,
nos muestra que por amor
tambien se puede morir:
La chica dentró a servir
ahora como once meses
i ahí consibió con creses
por su pequeño patron
tan grande i loca pacion
orijen de estos reveces.

  El señorito tambien
andaba como un camote
i asi vajaban a flote
Adan i Eva en el Eden;
pero nunca faltó quien
desenrredara el embrollo
i a la madre del pimpollo
la impusieron del secreto
i esta por tal objeto
la arrebató del escollo

  A la casa fué a parar
de la calle de San Pablo,
el joven se volvió el Diablo
por no poderla encontrar;
despues de mucho pujar
vino a hallar su paradero;
volvió a prenderse el brasero
sobre la antigua ceniza;
la madre al fin lo divisa
i púsole otra vez pero.

  Con mui áspera manera
i enojada en demacía,
la madre lo confundía
diciéndole que se fuera
i haciéndole ver que no era
de su misma condicion;
el jóven con emocion
juró hacerla su mujer
i al verlo palidecer
se le ablandó el corazon.

  Pasó un tiempo de este amor
en que tranquilos se vieron,
por mucho que se opucieron
los deudos del amador;
tanto andar al rededor
persiguiendo sus amores,
acrecentó sus dolores
hasta tal estremidad,
que hicieron la gran maldad
de acuerdo los dos autores.

  El domingo en la mañana
llegó él al conventillo
en busca de su amorcillo;
la chica estaba galana
i a una hora temprana
la madre se habia ido;
al verse dentro metido
serró apurado la puerta
i despues cuando fué abierta
lo hallaron a èl tendido.

  Llevaron hasta su seno,
en desesperante caso,
por medio del mismo vaso
el mortífero veneno;
el jóven murió sereno
pero fué en su propia casa;
ella, de fortuna escasa,
tambien cumplió su divisa.
¡ABELARDO I ELOISA
en un siglo de argamasa!

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