Da gusto ver a los huasos
remoliendo en las ramadas;
bailan cuecas zapateadas
con espuelas los diablazos.
Arquean el espinazo
ofreciendo a las chiquillas;
ricos dulces y pastillas
cervecita, ponche y chicha
y haciéndose los bachichas
agarran las pantorrillas.
Llegan en briosos caballos
y en yeguas de pura raza
que dá gusto ver las trazas
sin pecar de faramallos.
Imitan al mismo rayo
cuando corren sus carreras
y si hay varas, más se esmeran
en topear con gran destreza
y el chivateo asemeja
a la araucana guerrera.
Causa gusto la elegancia
en el modo de vestir
como una gala gentil
visten sin extravagancia.
Pende, de la circunstancia
para comprar con control
ricas botas de charol
chamantos y buen sombrero
y monturas con esmero
chapeadas con gran primor.
Con ternos de pura lana
se ven huasos entallados
desfilan bien alineados
los huasos a las chinganas
se amontonan las Marianas
diciéndoles a jinetes,
esta ramada promete
desmontense ligerito
ño Peiro, Paulo y Juanito
y los huasos arremeten.
Al fin, el huaso chileno
no hay caso, se viste bien,
tiene su hogar y sostén
y chacritas el que menos
gana dinero de pleno
es jovial y buen amigo
si tiene algún enemigo
que lo ofende en ciertos casos
a pencazos y caballazos
le hace salir el ombligo.
