Última agonía del
SALVADOR

  En la hora de agonía
Toda la tierra tembló,
Las estrellas se eclipsaron
Cuando el Redentor murió.

  Las piedras, de sentimiento,
Unas con otras chocaron;
Cuando ya lo sentenciaron
Rujieron los elementos.
En esos tristes momentos
Al mirarlo que moria,
Por todas partes se oia
En diferentes naciones,
Ayes i lamentaciones
En la hora de agonía.
  Hasta las aves sintieron

De ver a Cristo sufrir:
Para ayudarle a sentir
Toditas enmudecieron.
Del pesar que recibieron
Ninguna de ellas cantó;
Su clara luz apagó
El sol en el firmamento;
Al dar su postrer aliento
Toda la tierra tembló.

  ¡Cómo seria el dolor
Que tuvo la Vírjen pura,
En la Calle de Amargura
Cuando vió a nuestro Señor!
Inundado de sudor
Iba cuando lo encontraron,
Desde allí lo acompañaron
Las virjenes sin recelo,
I como en señas de duelo,
Las estrellas se eclipsaron.

  Cargando el grueso madero
Subió al Gólgota Jesus,
Para morir en la cruz
Como un humilde cordero.
Acusado de hechicero
Hácia el Calvario llegó;
La turba lo desnudó
Sin detenerse un segundo.
Se quizo acabar el mundo
Cuando el Redentor murió.

  Al fin, llena de alegrías,
Sin tener ningún temor,
Verónica con amor
Limpió el rostro del Mesías.
Por cumplir las profecías
La madre con dulce encanto,
Sumerjida en tierno llanto
Ya mas resistir no pudo;
Viendo a su hijo desnudo
Lo cobijó con su manto.

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