Muerte i testamento
DE LA POETISA ROSA ARANEDA

  En la tumba de la Rosa
Mientras viva lloraré,
Hasta la última agonía
Su nombre pronunciaré.

  Ya se acabó mi consuelo,
Ya se me fué mi pensar,
Años tendré que pasar
En un continuo desvelo.
Alzo mis ojos al cielo
I clamo a la Poderosa;
Con una voz fervorosa
I volubles pensamientos,
Deposito mis lamentos
En la tumba de la Rosa.

  Tanto como me decia
De que jamas me dejaba
Ella i que me llevaba,
Si primero se moria.
A dejarte la alegría
Me dijo, yo volveré,
Conozco bien que se fué
A la mansión del olvido;
Con mi corazón herido,
Miéntras viva lloraré.

  Al poderoso infinito,
Por ser Dios i nuestro Amo,
En este verso le clamo:
¡Que perdone su delito!
Sumiso, triste i contrito
La encomendaré a María,
A fin que sea su guia
De su alma que ya voló:
Puesto de que la amparó
Hasta la última agonía.

  Por la paz i la paciencia
Que tuvo para sufrir,
No la dejó de asistir
La Divina Providencia.
Yo con fuerza i resistencia,
A Dios la encomendaré;
Con gran devoción i fé,
Abatido i anhelante
Prometo que cada instante
Su nombre pronunciaré.

  Al fin, si canto victoria
A la verdad, ¡quién creyera!
Yo tambien cuando ya muera,
Espero hallarla en la gloria.
Siempre la tendré en memoria
Hasta la consumacion,
I todos mis votos son
Para aliviar sus tormentos,
Porque se hayan sus lamentos
Impreso en mi corazon.

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