Al foso de los leones
A Daniel, profeta, echaron;
Por su virtud i santidad
Las fieras se le humillaron.
Porque desobedeció
Los mandatos de la lei,
Se irritó el tirano rei
I a muerte lo condenó.
La sentencia se cumplió
Según públicas versiones.
Se paseaba en sus balcones
Confiando en su poderío:
Mandó arrojarlo el impío
Al foso de los leones.
Cuando se vió vencedor
Dario, i dueño del imperio,
Se quiso hacer hombre sério,
Soberano i gran señor.
Cometió un terrible error
Con los que lo acompañaron,
I despues que destronaron
A Baltasar de maneras,
Donde las hambrientas fieras
A Daniel, profeta, echaron.
El gran siervo de Israel,
Fué de harta sabiduría;
Por no amar la idolatría
Recibió la afrenta cruel;
Pero se apiadó de él,
La divina Majestad:
Lo amaron de mui verdad
Las fieras en su guarida:
Le perdonaron la vida
Por su virtud i santidad.
Cuando al foso se llevaba
Sintió el pueblo regocijo,
I él con aire i paso fijo,
Ufano, alegre marchaba.
Tan pronto como llegaba
La cuerda le prepararon,
Con la cual lo descolgaron
Adonde se sentenció,
I cuando al fondo llegó
Las fieras se le humillaron.
Al fin, a aquel gran profeta
Lo libertó el Infinito,
Por no tener ni un delito
I ser de ciencia completa.
Todo sabio nos decreta
En sus libros sin errores;
Los mas ilustres autores
Nos prueban en el papel,
I dicen que fué Daniel
De los profetas mayores.
