Bella hermosa, te cuento mis penas,
Las que sufro yo por tu hermosura:
Compadécete, ninfa, de mí
Que es inmensa mi cruel desventura.
Solitario en el mundo me hallaba
Sin amor, ni fortuna, ni gloria,
Cuando vino a alegrar mi memoria
La esperanza que mas halagaba.
Cuando vide tu imájen grabada
En el mármol, perdí mi sentido;
Quise en el acto correr donde tí
I postrarme a tus piés y rendido.
Te ví tan hermosa, celeste, ¡ai de mí!
Bella jóven, de un alma inocente;
Desde entónces se encuentra mi mente
Ocupada en pensar solo en tí.
Aunque léjos, no puedo olvidarte,
I la vida sin tí me es odiosa
Pero ¡ai Dios! que te ví tan lujosa
Que quisiera vivir para amarte.
Solo a tí yo te amara, bien mio,
Te adorara cual ánjel del cielo,
Si en el alma de un triste mortal
Derramaras un tierno consuelo.