Adriazola, el eminente,
Según el diario refiere,
Como todo sabio muere,
Murió miserablemente.
La ciencia terro-atmósferica,
Era la que él estudiaba,
Con la cual profetizaba
Las ruinas en Sur-América.
El sabio en su vida homérica
Mui poco se vió decente;
Fué la irrisión de la jente
Aquel talento profundo.
I ya pasó al otro mundo
Adriazola, el eminente.
Bastante conocimiento
Se nos dice que él tenia;
La ciencia que poseia
Fué desde su nacimiento.
Su luminoso talento
Negárselo el lector quiere,
Es bueno que se venere
Como astrónomo i grande hombre,
Porque fué de fama i nombre,
Según el diario refiere.
Se profetizó su muerte
Solo, muchos dias ántes,
Entre un grupo de tunantes
Que habia de mala suerte.
Mira, patriota i advierte
Antes que me desespere,
Bueno es que se dejenere
La ciencia en esta nacion.
Falleció el grande campeon
Como todo sabio muere.
En Chile ningún chileno
Puede ser sabio, lo infiero:
Solamente el estranjero
Es el que hace todo bueno.
La intelijencia es veneno
Para el rico en lo presente,
I hoi nuestro leal Presidente
Dirá por sus propios labios
Que el gran terror de los sabios
Murió miserablemente.
Por fin, si un chileno inventa
Alguna cosa importante,
Lo tratan como ignorante
Si al público lo presenta.
Sacándoles bien la cuenta
Voi a ir yo poquito a poco:
Yo que a la fortuna invoco,
Digo con sentido pleno:
Que si algo inventa el chileno,
Luego dicen de que es loco.
