Soi un hijo de la España
de la Francia o la Inglaterra,
nacido en una cabaña
sin mas colchon que la tierra.
Así crecí, muerto de hambre,
desnudo i yerto de frio;
llegué a ser como un alambre
i el viviente mas roido
I de tanto trajinar
en esta miseria eterna,
vine por fin a parar
al fondo de una taberna.
Jamas conoci el trabajo
por eso el pan no lo hallé;
quise un dia echarme al Tajo,
no lo hice pero… «robé».
Fuí ladron i fuí asesino,
vicio, crápula i fastido;
la mitad de mi camino
lo recorrí en el presidio.
Cumplí mi octava condena
i manchado volví al latigo
pero el cielo al fin se apena
i me dió honores i rango.
Un dia me puso un traje
un lujoso americano
i me regaló un pasaje
i el titulo de artesano.
Prometióme vida holgada,
mesa llena, mantel largo,
buen colchos, gruesa frazada,
mucha ganga i poco cargo.
Tome Ud, me dijo mi hombre,
tómela Ud, cuanto ante,
tómela (i no se asombre)
su boleta de inmigrante.
I no soi desde ese dia
penado ni pordiosero;
aprendi en la travesía
el oficio de… cochero.
Llegué a Chile, busqué un peso
del muelle a la hospedería;
no lo hallé i ví ese dia
que me habian hecho leso.
Entonces, desesperado
busqué con afan destino
i pronto me ví ocupado
donde un mercader de vino.
Pero ¡qué! ño no sabía
del negocio ni una jota;
eso si que me bebía
el vinito gota a gota!
Enojóse el mercader
por este par de razones
i al fin me llegó a poner
en la calle a mojicones.
Al hallarme en tal apuro
quise trabajar ¡qué diablo!
¡Pero trabajar es duro
i fui a dormir a San Pablo!
Diez veces con mi capricho
hallé ocupacion honrada:
i en todas partes me han dicho
¡no sirve usted para nada!
Ya cansado dije: ¡al grano!
i a uno rompí el pellejo:
¡bien dicen que moro viejo
no puede ser buen cristiano!
I aquí pega… acá baraja,
pasando vida de perro,
¡no ha faltado en mi destierro
en quién clav mi navaja!
I ántes que caiga otra vez,
en medio de mi carrera,
en presidio o en galera
o en las garras de algun juez,
Me voi para la Arjentina,
pasando la Cordillera.
¡Zambomba! Dios no quisiera
que me encontrara una mina!