En la llustrisima Corte
Mi juicio voi a entablar,
Para quitar una hacienda
Que tengo en el Culenar.
Me dejaron a mí un cacho
Que lo tocaba mi madre,
La flauta que hizo mi padre
De una canilla de macho.
Los dientes de un cucaracho
Que tenía de resorte;
La cuna que mandé al norte
De todo estoi al corriente,
Para hacerlo yo presente
En la Ilustrisima Corte.
Once cueros de hormigones
En los que asoleaban plata,
Fuentes, cucharas de lata
Dos catres viejos i horcones
En seguida tres violones
Que habian sin encordar;
Una estaba sin telar,
Tres carretones sin rueda,
En contra del albaceda
Mi juicio voi a entablar.
Buscaré un apoderado
Que rejistre mui atento
La copia del testamento
De los bienes del finado
Me dicen que me han dejado
Trampas, drogas en la tienda,
Debiéndole a quien le arrienda
Deuda de otro fundo igual;
Me presento judicial
Para quitar una hacienda.
Toqué una yegua mulata
Mas preciosa que un tesoro,
Tiene la bola de oro
I el espinazo de plata,
Nada digo de la guata
Cuando la llego a ensillar;
Me contornedo en andar
Para que naide me mande
Por esta riqueza grande
Que tengo en el Culenar.
Al fin, quedé mejorado
Con un álamo i un pino,
I un magnífico molino
Que por herencia he tocado.
Un gran hotel arreglado
A la orilla de un cerrillo,
I vestida de amarillo
Una preciosa doncella,
I el que se case con ella
Será dueño del castillo.
