Romance històrico.

Bernardino Guajardo

    Despues de mi testamento,
Amados lectores, quiero
Dejaros una memoria,
O mejor dicho, un recuerdo;
Quizas por última vez,
Admitid mi corto obsequio.
    Ya el año sesenta i seis
Escribí una historia en verso,
De cómo llegué a esta tierra
Cuando los godos perversos
Conquistaron la nacion
I de ella se hicieron dueños.
En esa historieta dije
Cómo creci en este pueblo,
Hasta llegar a ser hombre
Malo i bueno entre los buenos.
Veinte años han trascurrido
Desde esos tristes sucesos,
I en este largo período
Vais a saber lo que he hecho.
Vivir siempre como niño,
Sin aprovechar el tiempo:
Muchos me juzgan con plata,
I al contrario, solo tengo
Algunas, aunque pequeñas,
Drogas, trampillas i enredos.
¿I cuál ha sido la causa?
Vais, lector mio, a saberlo:
Yo fui desde mi niñez
Mui aficionado al juego,
Vicio que me dominó
Hasta llegar a ser viejo,
I nunca pude dejarlo,
Porque jamas hice empeño.
Yo pasaba en la carpeta
A veces el dia entero,
Perdiendo lo que era mio,
Por interes de lo ajeno.
Como fui algo pillastron
I tuve bastante injenio,
Esto era lo que me hacia
Caer al resumidero.
Mas viendo que la moderna
Mil cosas ha descubierto
Para ganar con ventaja
A los que no son mui necios,
Un dia vi i observé,
Jugando con uno de éstos,
Que me tenia ganados
Tres billetitos de a peso;
Me levanté, i dije: amigo,
Conténtese usted con eso.
Salí de aquella tertulia
Imajinando i diciendo:
¡Válgame el poder de Dios!
¡Hasta cuándo seré leso!
I desde aquel mismo instante
Traté de poner remedio.
Dejé de jugar al naipe,
Pero me boté a gallero,
Labrando siempre mi ruina
I perdiendo mi dinero,
Topando los sobornales
Cuando estaban de ocho a medio.
Algunas veces ganaba,
Pero allá por lo tio Diego.
Esta nueva diversion
Me hizo llegar al estremo
De decir que no pagaba
Un dia por un careo,
Que era malo, pero el juez
Sentenció de que era bueno.
Despues de reflexionar,
I conociendo mi yerro,
Fui a pagar lo que debía;
Pero llevaba el intento
De no ver ninguna riña
I de no apostar ni medio.
Saqué mi plata i pagué
A los que estaba debiendo;
I en el mismo acto salí
De corazon maldiciendo
Dichas casas, porque son,
La verdad pura, un infierno,
Donde el que pierde maldice,
I solo se oyen reniegos,
Herejias i otras voces
Que las dejo en el tintero
Mas bien, por no publicarlas
I escandalizar al pueblo.
Entren por curiosidad
En una casa de juego,
I verán lo que conversan
Niños bastante pequeños,
I los grandes les celebran
En lugar de reprenderlos;
Así es que aquellos muchachos,
Como digo, tan modernos,
Perdiendo, solo se aplican
A hacerse bravos rateros.
En esto la policia
Debiera poner remedio;
Pero qué remedio habrá
Cuando ya por todo el reino.
De Chile solo se ven
Muertes, robos i salteos:
Han robado en la intendencia
De nuestro vecino puerto,
I no se puede saber
Quiénes los ladrones fueron.
Ya ven hasta dónde llega
Elr audaz atrevimiento,
I nadie puede ignorar
Cuál será la causa de esto.
Sea de ello lo que fuere,
Yo por mi parte protesto
Detestar todos los vicios
Que traen males funestos,
I para arreglar mi vida
Tal como yo lo deseo,
Voi a poner por testigos
A niños, mozos i viejos,
I les encargo tambien
Que aprovechen mis consejos,
I vivan de su trabajo,
Que es lo mas lindo i mas bueno:
Desde ahora en adelante,
Yo, con vender mis cuadernos,
Algo al fin he de juntar
Que sirva para mi entierro.
Reconociendo que voi
Llegando al dia postrero,
Ya que tan perverso he sido,
Quiero entrar en arreglo;
Para esto pido el auxilio
De la virjen del Carmelo,
Que es madre de pecadores
I de los tristes consuelo.
A vos, señora piadosa,
Madre del divino Verbo,
Del Santo Espiritu esposa,
Oh, hija del Padre Eterno,
Tú serás mi defensora
En el tribunal supremo;
No me desampares, no,
Por los sagrados misterios
Del santísimo rosario
I los santos evanjelios, 
I por la pasión i muerte
De vuestro hijo sempiterno,
Que en una cruz afrentosa
Murió por nuestro remedio.
Oh divino redentor!
Oh mansísimo cordero!
Oh inmenso mar de bondad!
Oh rei de tierra i de cielos!
Del mas grande pecador,
Que quiere ser de tu gremio,
Una lágrima es bastante
Para que le deis el premio
De la eterna salvacion,
Segun su arrepentimiento.
Padre misericordioso,
Permitid que los incrédulos
Te alaben i te bendigan
Como a su Dios verdadero,
Para que, desengañados,
Pasen a hacerse tus siervos.
Tú, señor, que trasformais
En mansos a los soberbios,
Dales a saber que sois
Rei de todos los imperios;
I de mí no te olvideis,
Ni del gran pueblo chileno,
Que profesamos tu fe
I que solo en tí creemos
Ya veis lo que está pasando
I lo que está sucediendo
Con los que han dejado atras
A Calvino i a Lutero.
Dios mio, no permitais
Que ninguno apostatemos,
Por no caer al abismo
Mas horrible i mas tremendo.
I a vos, queridos hermanos
Católicos, recomiendo
Que perseveren constantes
I de este modo seremos
Bendecidos del Señor,
I al salir de este destierro,
Una eternidad de gloria
[O]s dará el autor supremo.
    Ya de todos mis lectores
Me despido al fin con esto;
I todos en jeneral,
Cuando sepan que yo he muerto,
Por el descanso de mi alma
Rezarán un padre-nuestro,
I en pago guardá el retrato
Del que ha sido i es su maestro.

       BERNARDINO GUAJARDO.

Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6.

Ver lira completa

image_pdfConvertir a PDFimage_printImprimir

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *