Nuevo y curioso romance de los veintiun prisioneros chilenos vendidos por el jeneral Daza por una relacion
del soldado Luis Araya a Juan Valenzuela.

    A tí Virjen Sacratísima
Con título del Carmelo
A Vos suplico Señora
Eleveis mi entendimiento
Para narrar el martirio
Donde desfallece el éco.
Doi principio a mi romance
Como sucedió en el tiempo
De la guerra i los conflictos
I en ataques que se vieron
Juan Valenzuela internado
Con Cárlos su compañero
Por la sierra boliviana
En clase de aventureros,
Afanaban en buscar
Oro por los lavaderos
Avanzaban para el Norte,
Como el que no tiene miedo,
Por ver si hacian fortuna
Como la busca el minero.
Al divisar las fronteras
Del Beni, rio entre cerros,
Empinaron por un bosque
Ven venir dos hombres pero
El uno era flaco pálido
El otro anciano moreno
El moreno boliviano
El pálido era chileno
Luego que se saludaron
En ámbos se vió el contento,
Los que venian del Norte
Voi a decir quienes fueron
Luis Araya aquel fugado
I el indio Lucho, hombre bueno.
Los otros dos los nombré
En los renglones primeros.
Hé aquí la relación
De Araya en estos términos
Cuando ya se divisaron
Dijo: Valenzuela presto
Amigo le habló al frances
Allí viene un chileno
Con gran gusto se abrazaron
Olvidando el sentimiento,
Un suspiro de un recuerdo
Se escapaba en algún pecho
Unido el infeliz grupo
I el indio Lucho con ellos.
Empezó a decir Araya
Cómo fueron prisioneros
Al principio de la guerra
Me enrolé en el rejimiento
Segundo de linea fué
Yo voluntario contento
Mi comandante Ramirez
Que no sé si es vivo o muerto
Mandó destendiese en ala
Hizo que rompiese el fuego,
Esto fué en Tarapacá
Talvez ustedes supieron
Los ejércitos aliados
En un número tremendo
Eran cinco veces mas
Nosotros por cierto ménos,
Se agotó la munición
Entónces que sentimiento
Hasta el último cartucho
Quemamos en el momento
Palpando esto el enemigo
Los intimó rendimiento
Les calamos bayoneta
Pero nos rodearon luego
I nos llevaron a prisa
I llegando a Arica presto
Nos presentaron a Daza
I nos vendió el tiranuelo,
En treinta i tres mil duros
Que dan lo mismo que pesos
Esto fué a una compañía
Comerciantes brasileros
Que tenian factoría
A orillas del Beni cierto,
Para la esplotacion
Del caucho en aquel terreno
Nos tardamos siete meses
Catorce dias con estos,
Para llegar al lugar
De nuestro padecimiento
I si no morimos todos
Fué milagro el mas entero
Ibamos a pié i cargados
Con los víveres no completos
Con grilletes en los piés
I con cadenas de hierro
Pendientes de la cintura
Este fué el primer tormento
El dia i nuestra llegada
Aquel establecimiento
Se nos envió a una montaña
Custodiados por aquellos
Indios con flechas en mano
I esos con atrevimientos
Unos miserables ranchos
Por habitación nos dieron
Estos eran sin paredes
I tan duro el pavimento
Un poncho de jerga tosca
I una piel de llama cuento
Esto todo reunido
Hacia el lecho completo
Se tomó la precaución
Separarnos largo trecho
Que no pudiéramos nunca
Hablarnos ni ménos vernos
Los grilletes i cadenas
Unidos a nuestros cuerpos
I la penosa fatiga
Por la falta desustento
I algunos por el contacto
Les tomaban ódio eterno
El hierro hacía a la carne
Acueductos en los nervios
Les comenzó agangrenar
Las piernas era lo cierto
Tenian que trabajar
Doce horas al sol inmenso
I aquellos indios tan crueles
Sobresalientes los dueños
A los de la factoría
Causaria algun recelo
Teniendo agua de bautismo
O dando una ojeada al cielo.

                  SEGUNDA PARTE

    Aquí voi analizar
El encuentro de los cuatro
Cierta narracion de Araya
Desde que ya caminaron
Les anunció el indio Lucho
Que apresuraran el paso.
Araya corrió una legua
I se tiró tan cansado
I los otros tres seguian
I lo hallaron fatigado
En aquel sendero inculto
De jente poco habitado
Donde hai viboras, serpientes
I fieras que se han notado
I reptiles venenosos
Que de tiempo han abundado,
Los dias se sucedian
A la intemperie alojando
Por la ribera del Beni
Esa dirección tomamos
En una balsa que habia
El rio lo remontamos
De la maldita mision
Al cabo nos alejamos
La comida de nosotros
Eran hualusas i plátanos
Racachas, otro alimento,
No habiendo mas lo apreciamos
El bosque los presentó
Al frente, arriba i abajo,
En aquel penoso viaje
Cobardes nos divisamos
Llegando al rio Cajones
Un dia a verlos tocamos
Domde yo con el frances
Habiamos trabajado
De modo solo en dos dias
Quince leguas avanzamos
A la caida de la tarde
Una hacienda visitamos
Aunque no recuerdo bien
Don Luis era el propietario
En este lugar fué donde
Tuvo tiempo nuestro atrazo
La fatal muerte de Araya
Que en el alma siento tanto
En este órden fué la marcha
I los senderos cruzamos
Cubiertos de capas de hojas
Yo adelante meditando
En seguida cierto a Araya
El indio Lucho pensando
Cárlos el frances mi amigo
Con un paso mesurado
Cuando repentinamente
Oigo un grito acongojado
De cólera i de dolor
Vuelvo la cabeza i hallo
I Araya toma del suelo
Una vibora que a un árbol
I la arroja con violencia;
Pero ya es envenenado.
La reventó al tronco aquel
I yo comprendí en el acto
Lo que habia sucedido
Viniendo yo adelantado
Esto lo sentí en el alma
Mi amigo tan desgraciado
El animal venenoso
Ya le habia penetrado
Los dientes en una pierna
Se los habia clavado
No tuvo en todo su cuerpo
Para hacerle el necesarió
De acuerdo estábamos todos
Para el pedazo cortarlo
Araya se decidió
Que el muslo fuera cortado
Hicimos la operación
I el paciente conformado
No dió la mas leve queja
Siendo tan atormentado.
Amaneció al otro dia
I con espanto notamos
Que la pierna se hinchó tanto
Que nosotros espantados
Ese dia le contó
Su historia de desgraciado
Llamándolo así le dijo:
Oye, Juan, amigo amado,
Conozco voi a morir,
Llegar habia pensado
A mi patria para ver
A mis parientes y hermanos,
Los campos donde nací
Lo único que he deseado
Todo esto le suplicaba
Con ánsias al Soberano;
Pero no siendo posible
Debo de ser conformado
Con la voluntad de Dios
Pues para Él somos creado
Su voz empapada en lágrimas
Nosotros tambien lloramos,
Con un profundo silencio,
I viendo que tantos años
Duro trance, mas que duro
Parece fué recordando
La enerjía de su alma
I con eso siguió hablando
En sus momentos postreros
Dijo: que en Quilpué era creado.
Entregó el alma al Creador
Mártir aquel buen soldado
Ahora suplica el poeta
Perdonen lo que ha faltado.

FIN DEL ROMANCE.

Es propiedad de Nicacio García

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