PRIMERA PARTE.

Escuchen, señores mios,
les diré de Juan Portela,
el ladron mas afamado
de la gran Sierra Morena.

De mis padres fuí querido,
todos los gustos me daban;
mas de verme yo perdido,
una mujer fué la causa;
escuchen, señores mios,

Nos dimos palabra cierta
para casarnos los dos:
puse mi afición en ella,
la que fué mi perdición
les diré de Juan Portela.

Fuí un labrador honrado
que en Córdoba trabajaba
a una hacienda retirado,
i por querer a una dama
fuí el ladron más afamado.

Sin tener de mi una queja
esta jóven se casó
con otro, i a mi me deja:
cuya causa me llevó
a la gran Sierra Morena.

Lloraba de noche i dia
siempre por una mujer;
mas al ver su tiranía
venganza determiné.

Con el sol de medio dia
un puñal fuí disputando;
mis amigos; qué dirian!
cuando me ví despreciado
lloraba de noche i dia

Sus quejas llegué a entender
de una pícara traidora,
que tan falsa vino a ser;
pensaba a todas las horas.
siempre por una mujer.

Pronto ya a perder mi vida
mui fiero valor mostré,
i al lograr lo que quería
una noche me marché,
solo al ver su tiranía

Con mi trabuco me entré
a la casa que habitaban,
i a su marido encontré,
que los dos cenando estaban;
venganza determiné.

Vengo a quitarte la vida,
delante de tu marido,
i pagaré con la mia
si acaso soi atrevido.

Lloraba la falsa niña
al sentir estas palabras;
detén, traidor, tu gran ira;
te daré de puñaladas
para quitarte la vida.

Su esposo quedó rendido,
me miraba con fiereza,
sin color i sin sentidos,
cuando ella cayó muerta
delante de su marido.

Aquí acabó mi alegría;
dije luego, soi perdido
sin decir Ave-María
de un tiro maté al marido:
yo pagaré con la mia

Salí con mi trabuquillo,
ví un gran grupo que decia:
alto: justicia le pido,
i ella mis pasos seguia
si acaso algún atrevido.

Jiré un poco la cabeza
con mi trabuco apuntando
que disparo a toda prisa;
cuatro muertos he dejado.

Me escapé por una puerta;
esa noche me buscaron;
en Córdoba, Juan Portela,
seis personas ha matado;
jiré un poco la cabeza.

Caminaba con cuidado,
i al romper el claro dia,
junto a la venta del Carpio
un caballero venía;
yo mi trabuco apuntando.

Dije: alto, no te muevas;
tu caballo i los dineros
y entregaras a Portela,
i si no diras el credo
que disparo a toda prisa.

Se marchó el pobre, pelado
lo mismo que una patena,
yo pirré con su caballo,
porque en las puertas de Utrea
cuatro muertos he dejado

Las partidas me persiguen,
van detras de mí que vuelan;
pero tengo yo un caballo
que metiéndole la espuela…

A mi trabuco le dije:
tu te llamas boca-negra,
que disparando a pié firme,
necesito una docena;
las partidas me persiguen

En los montes de Antequera
una mañana robé
a un coche i una galera;
seiscientos machos choré;
van detras de mí que vuelan.

He matado seis soldados,
de civiles una escuadra;
disparé seis trabucazos,
i a Portela no le agarran,
porque tengo yo un caballo…

Arriba, jaca morena,
que nos queda el comandante,
vuelve cara boca-negra
de un tiro cayó al instante;
yo metiéndole la espuela…

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