LA INQUISICION

Para dominar, el clero
inventó la inquisición
en que al pueblo se quemaba
por la santa relijión.

La historia tambien, lectores,
en sus pájinas refiere
algo que el alma nos hiere,
al relatar los horrores
de aquellos inquisidores
en Chile i el mundo entero.
Es mui cierto i verdadero
que existió aquel tribunal
que inventó en hora fatal
para dominar el clero.

Era a la cárcel llevada
como reo delincuente,
toda persona pudiente,
trabajadora i honrada;
su fortuna secuestrada
sin la menor compasión,
debido a la delación
de que era hereje o judía……
Que el clero para eso un dia
inventó la inquisición!

El reo de esos delitos
pasaba a una sala oscura
con su negra colgadura
i algunos cirios benditos;
leíanse los escritos
en que el denuncio constaba,
despues se le interrogaba
por un fraile enmascarado,
i al lugar era llevado
en que al pueblo se quemaba.

Allí sin perder momento
se le quitaba el vestido
por el verdugo, i uncido
era al potro del tormento;
las ruedas en movimiento
hacian la operación,
matando sin compasión
a aquel pobre desdichado …..
¡I eso ha sido ejecutado
por la santa relijión!

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EL CLERO I SUS RIQUEZAS

Oiga el pueblo las verdades
I no se deje engañar:
Trailes, clérigos i monjas
son harina de un costal.

Hubo un tiempo desgraciado
de una profunda ignorancia
estaba el pueblo en la infancia,
casi muerto, aletargado.
El clero mui agallado
hacia sus voluntades,
cometiendo mil maldades
con esa jente ignorante;
i hoi que ha llegado el instante,
oiga el pueblo las verdades.

Ese clero dominaba
como señor absoluto,
i le pagaba tributo
todo sér que respiraba
Con el pobre especulaba
hasta hacerlo reventar,
pudiendo así atesorar
grandes sumas de dinero:
que el pueblo conozca al clero
i no se deje engañar!

Con tan enormes riquezas,
obras pías i prebendas,
compró casas, compró haciendas,
compró esclavos i calesas;
llenó los pueblos de iglesias,
sacando de todo lonjas
i absorbiendo como esponjas
el jugo de la nación:
esos fueron i esos son
frailes, clérigos i monjas.

Que es verdad lo que relato
lo está probando la historia,
pues nos trae a la memoria
todo ese lujo i boato;
tampoco habrá mentecato
que no sepa que en lo actual
Gene el clero un capital
en bancos, tierras, dineros,
pues clérigos i usureros
son harina de un costal.

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Crimenes diversos recitados
por el reo.

Hoi en dia no hai verquenza
La verguenza anda perdida
Tan solo hai sabiduría
Pero sin rastro de ciencia.

En el hotel mas central
Un hombre al otro maté
Con esto escandalizó
A toda la capital
No castigó el tribunal
Tan terrible i cruel ofenza,
I haciendole una defenza
La vida le han perdonado
I el pueblo dice indignado
Hoi en dia no hai vergüenza.

Tambien en pleno portal
Otro hirió, i se dió un balaso
I de esto no se hizo caso
Siendo un hecho criminal
Llevaron al hospital
A ese bárbaro homicida
Que quiso ser un suicida
I darse muerte a sí mismo
I en vista de tal cinismo
La vergüenza anda perdida.

El que asesinó a la esposa
E hizo un falso testamento.
Mui en paz i mui contento
Tranquilo en su hogar reposa,
Una acción tan vergonzosa
Está impune todavía
I el pueblo con ironía
Dice, ahogando su voz
Que en la justicia de Dios
Tan solo hai sabiduría.

El que suplantó personas
I al notario lo engañó
I un testamento falseó
De esto se rie i blasona
I de una digna matrona
Quiso acabar la existencia
I el pueblo que está en presencia
Mirando lo que ha pasado
Dice: en Chile hai majistrados
Pero sin rastro de ciencia.

Por fln, pasan tantas cosas
Que es inútil mi comento
Como el descuartizamiento
De la jóven Zoila Rosa.
En el pobre es mui grandiosa
Cualquier acción pequeñita
La existencia se le quita
I según lo he comprendido
No hai bala para el bandido
De guante tarro i levita.

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Fusilamiento del reo
Cabeza

Cabeza fué sentenciado
Por el código penal
A la pena capital.
Que muriese fusilado.

De la capilla salió
Triste i mui enternecido
Contricto i arrepentido
Del mundo se despidió
Todo el vulgo presenció
Al sacerdote a su lado
Que ya lo habia auxiliado
En su lúgubre aposento
A morir, para escarmiento
Cabeza fué sentenciado

Un precioso crucifijo
Contra, su pecho oprimia
Quizá el reo le pedia
El perdon de su alma fijo
Se oyó que en silencio dijo
Padre mio Celestial
Yo soi aquel criminal
Que por mi horrenda malicia
Me condenó la justicia
A la pena capital.

Gruesos i pesados grillos
Llevaba aquel delincuente
Hacian sudar su frente
La barra i los dos anillos
Hombres, mujeres, chiquillos
En trance tan sin igual
Miraban la faz mortal
Del que por un justo juicio
Fué condenado a suplicio
Por el código penal.

Llegó al banco i lo miró
Con moribunda mirada
I con aptitud angustiada
Dobló el cuerpo i se sentó;
El verdugo lo amarró
Como siempre acostumbrado
Cumpliendo lo decretado
I el pueblo se enternecia,
Diciendo: le convendría
Que muriese fusilado.

Al fin, el padre dejó
Al reo, i miró al piquete
I el oficial su florete
Por señal lo levantó;
I al estampido se vió
Al reo, muerto en verdad
I toda la sociedad
El golpe de gracia vió
Cuando del reo, subió
El alma a la eternidad.

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Reflecciones consejera del
reo Cabeza

Aprended hombre de mi
Lo que vá de ayer a hoi
Que ayer un bandido fuí
I hoi reo de muerte soi.

De sangres mil charco rojos
Hizo verter mi puñal
I en mí como criminal
Hai crimenes a manojos
Sin rencor i sin enojos
A muchos la muerte dí
Todo cuanto cometí
Que hoi lo pago es indudable
De mi estado miserable.
Aprended hombres de mí.

Muchas doncellas violé
Sin intención de gozarlas
I aun despues de violarlas
La existencias les quité
Todo cuanto ejecuté
Bien caro a pagarlo voi
Todavía vivo estoi
Mas tarde cuando esté muerto
Veran en mi cuerpo verto
Lo que vá de ayer a hoi.

Mi honra se encuentra manchada
Con sangre de mis hermanos
Manchadas tambien mis manos
I mi conciencia grabada
Yo jamás respeté nada
Ni a la justicia temí
I hoi triste infeliz de mí
Tan jóven la vida pierdo
Dejando solo un recuerdo
Que ayer un bandido fuí.

Desde que nací a la cuna
Era quizás mi destino
Que fuera yo un asesino
De alma cruel i pilatuna
A mi negra i cruel fortuna
Mis tristes quejas le doi
Al ver que en el dia de hoi
Dejo el mundo de los vivos
Ayer fuí soberbio i altivo
I hoi reo de muerte soi.

Por fin estoi sentenciado
A pasar por el vestíbulo
I morir en el patíbulo
Porque nací desgraciado
Las vidas que yo he quitado,
Hoi con la mia las pago
De mi fin triste i aciago
Que amargamente contemplo
Espero que tome ejemplo
La juventud de Santiago.

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Triste situacion del reo
Cabeza

José María Cabeza
A muerte está condenado
El indulto de esa pena
Negó el consejo de Estado.

Donde llaman la Calera
De Tango; ese delincuente
Asaltó alevosamente
Toda una familia entera
Cual voraz i horrible fiera
Que cae sobre su presa
Así con grande fiereza
Hirió i mató el homicida.
I hoi vá a pagar con la vida
José Maria Cabeza.

Este bandido temible
Que no daba golpe en falso
Hoi va a subir al cadalso
I librarlo es imposible
Su ejecucion ya es visible
En un banquillo sentado
La sangre que ha derramado
Al cielo pide venganza
Por eso sin esperanza
A muerte está condenado.

Ya vé llegar la partida
El reo meditabundo
Sienté dejar en el mundo
Hijos i esposa querida
Robusto i lleno de vida
A morir se le condena
Si la juventud chilena
Llega este caso a observar
Jamás tendrá que implorar
El indulto de esa pena

Hoi dia vá a sucumbir
Porque la lei lo relata
Que el hombre que a espada mata
A espada debe morir
No hai que pensar en vivir
Porque ya está decretado
Que ha de morir fusilado
Sin haber apelación
Pues, de su vida el perdon
Negó el Consejo de estado.

Por fin, el reo hasta ahora
Dicen que está mui tranquilo
Aunque con lento sijilo
Vé llegar su última hora
Una bala destruetora
Que partirá con violencia
Pondrá fin a su existencía
Con la mayor prontitud
Sirva esto a la juventud
De escarmiento i esperiencia.

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PIO FIERRO
Y LOS
EX-OFICIALES
DE LA GUARDIA MUNICIPAL

    En setiembre diezisiete
Para Santiago partieron
Los que servidores fueron
Del inicuo dictador;

    Aquellos crueles sayones
Que sin pizca de conciencia
Ultrajaron la inocencia,
Los hogares y el honor.

     Se fueron esos esbirros
Llamados Fuentes y Plaza,
Y Zamora, el que mordaza
Hacia al pueblo poner.

    Entre ellos partió el cruel Pardo,
El Artigas, Fontecilla
Y toda la camarilla
Que perseguian al bien.

    Con ellos se fué el bandido
De alma cínica, de hierro,
El infame Pio Fierro
Que al sacerdote insultó;

    Que apoyado por la fuerza
Y de sangre haciendo alarde
Siempre obró como cobarde
Y a todo el mundo vejó.

    Aquel que hoi jime aflijido
Con una barra de grillo,
Aquel venal tinterillo
Que a viejo y niño apaleó;

    Que no respetó las canas
Ni de la matrona el nombre,
Célebre haciendo el renombre
Que el pueblo le bautizó.

    Hoi, dice mui compunjido,
Que el jamas ha hecho nada,
Reflejando en su mirada
Su corazon criminal.

    Piensa el sayon en sus hijos
Viendo su hora cercana,
Y no vió la fiera humana,
A quién clavaba el puñal!

    ¡Ah! jamás ellos pensaron
En el tremendo castigo
Que Dios, ocular testigo,
Les iba en breve a imponer!

    Creyeron que triunfarian
Y con bacáquicos acentos
Ahogarian los lamentos
Del niño y de la mujer!

Valparaiso, setiembre 25 de 1891.

Ver amnistía de Pío Fierro el 30 de abril de 1895.

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HIMNO
AL EJERCITO Y MARINA CONSTITUCIONAL
CORO.

    Un himno entonemos
A Canto y a Montt
Que a Chile le han dado
Renombre y honor.

    La escuadra gloriosa
Levanta la frente
Y lanza valiente
De ¡guerra! la voz
Al ver como un hombre
Soberbio y menguado
Pretende ¡ai! osado
Mandar mas que Dios!

    ¡Oh! si Balmaceda,
¡Maldito tu seas!
Que siempre te veas
El mas infeliz!
Que el suelo do pongas
Tu planta homicida
Se rasgue, y su herida,
Te traigue ¡sí! a tí!

    Mi patria vivia
Tranquila y serena,
De dulce paz llena
De orgulló sin par;
Mas pronto un ruin hijo
Con cruel torpe mano,
Un mal ciudadano
La muerte le da!

    Sus leyes benditas
Pretende ¡incensato!
Romper en un rato
De orgullo vanal;
Y el pueblo cual hiena
Promete entretanto
El Código santo
Hacer respetar.

    A arroyos la sangre
Corrió en Pozo Almonte
Y en mares y en monte
Se oyó ¡libertad!…
¡Oh! salve mil veces
Augustas memorias,
De Chile las glorias
De brillo eternal!

    Y Canto el heróico
[T]omando el acero
Lanzóse altanero
La muerte a buscar
Y en cruentas batallas
Sin pompa ni alarde
El hizo al cobarde
El polvo besar.

    Mas Montt impertérrito
El mar cruza altivo
Librando al cautivo
De infame opresion
Y vése en sus naves
Ondear por doquiera
La gaya bandera,
Emblema de honor.

    ¡Loor mil de veces
Al digno soldado
Que estóico y osado
Venció allá en Concon!
A aquel que en Placilla
Combate resuelto
Y cae cubierto
De gloria eternal!

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La Muerte del dictador

    Por fin el sol de setiembre
Sol de lumbre sin igual,
De Balmaceda ha venido
La triste tumba a alumbrar.

    Ya murió el torpe tirano
Que la sangre hizo manar
Sin escuchar de la viuda
¡Ai! el llanto funeral!

    Ya feneció el cruel esbirro
Que al pueblo hizo azotar
Sin ver el llanto del niño
Que le imploraba piedad!

    Murió, si! como cobarde
El ciudadano desleal
Que a Sepúlveda y Cumming
Hizo ¡infame! fusilar!

    Y al Blanco, nave gloriosa,
Blanca gaviota del mar,
De la nación paga el oro
Porque cruel la hagan volar!

    Y Enrique Valdes, el noble
Periodista sin rival,
Halló sacra sepultura
Entre las ondas del mar!

    A los honrados sarjentos
Del 7º hizo matar
Y a lo mas mejor de Chile
El ordenó desterrar

    Los gloriosos tripulantes
De la Guale, hombre venal,
Allá en Playa-Ancha los manda
Sin conciencia ejecutar!

    Y tambien allá en Lo Caña
Hizo a niños degollar,
Y le ordena a sus sayones
Que hagan sus cuerpos quemar!

    De Mármol yo desearia
La inspiración inmortal
Para lanzarle a tu nombre
Un anatema eternal!

    Los niños cuando recuerden
Tu dictadura sin par,
Sus cuerpos débiles, tiernos,
De timidez temblarán.

    Yo a tu tumba le pusiera
Este epitafio inmortal:
Aquí reposan los restos
¡Del mas grande criminal!

Valparaiso, setiembre 20 de 1891.

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EL HACEDOR
i los cuatro elementos.

    Dijo el Aire:– Yo atravieso
En un instante la mar,
I hago veloces andar
A los buques de mes peso.

    Corro por las soledades
Haciendo polvo á la Tierra,
I al Agua declaro guerra
Con horribles tempestades.

    Al Fuego lo apago, i luego
Lo enciendo si se me antoja;
El Agua nunca me moja
Ni nunca me quema el Fuego.

    La hormiga i el elefante,
El sér racional i el bruto,
Si yo les falto un minuto,
Perecerán al instante.

    Entonces el Fuego dijo:
–¡Qué orgulloso el Aire está!
Tu orgullo risa me da,
Pues yo soi mas útil, hijo.

    Te juro por la sagrada
Señal de la Santa Cruz,
Que si no hai fuego, no hai luz,
I no habiendo luz, no hai nada.

    Sin el grato calor mio
Sobrevendrian mil males,
Pues los hombres i animales
Se moririan de frio

    I ni el mismo Padre Eterno
Acabar puede conmigo,
Porque sin mi, te lo digo,
No existiria el Infierno

    La Tierra entonces habló
I se esplicó de este modo
—Sépase el Fuego, ante todo,
Que madre de Adan soi yo;

    Que Dios, con su propia mano,
De Tierra hizo al primer hombre:
Por lo cual llevo este nombre:
Madre del jénero humano.

    A ustedes hizo un desaire
Que los humilló de sobra,
No haciendo Dios esa obra
De Agua, de Fuego ni de Aire.

    No estén, pues, yerra que yerra
Pensando en su orgullo loco,
Que ustedes pueden en poco
Mirar á la Madre Tierra.–

    La palabra el Agua toma,
I dice á los elementos:
Todos sus razonamientos
Me parecen una broma.

    Yo, sin tánto catarrear,
Puedo el Aire corromper,
La Tierra en barro volver
I al mismo Fuego apagar.

    Sin mi poder sobrehumano
No se salva el Papa mismo,
Pues sin la Agua del Bautismo
No se hace nadie cristiano,

    Ya ven: á todos imbunche
Los he vuelto á mi capricho,
I esto que áun no les he dicho
Que sin mi no se hace el punche.

    Oyó esta conversación
Nuestro Redentor Divino.
I oyó tánto desatino,
Que les dijo con razón:

    –Déjense de engreimientos,
Que para estar engreídos
No hai razón; presten oídos
I oigan los cuatro clementos.

    De ustedes hago i deshago,
Como se me da la gana,
I hacer puedo una mañana
Con ustedes un estrago.

    El recuerdo áun no se borra
De cuando, sin oir ruego,
Cenizas hice con Fuego
A Sodoma i á Gomorra;

    Ni se borra la señal
De cuando, justo i severo,
Sumí en Agua al mundo entero
Con diluvio universal.

    Cuando el hombre en sus afanes
En criminal desconcierto
Vive, yo al Aire convierto
En horrendos huracanes.

    I si me declara guerra
Algún impio enemigo,
¡Tiembla! á la Tierra le digo,
I humilde tiembla la Tierra.

    Tribútenme, pues, honor
Con mui reverente anhelo,
Porque yo de Tierra i Cielo
Soi el único Señor!

Nota: este verso fue publicado por la misma imprenta firmado por El Pequén.

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