Los reos Navarrete i Riveros.

           Con una muerte afrentosa,
       Ya con la vida pagaron
       Los que a uno asesinaron
       En casa del señor Ossa.

    Cuando capturados fueron,
Luego confesaron cómo
Mataron al mayordomo
I a una señora hirieron.
Este crimen cometieron
Con intencion alevosa,
I quizas mui poca cosa
Hubieron de aprovechar,
Para venirla a pagar
Con una muerte afrentosa.

    La justicia no podia
Tener de ellos caridad,
Por aquella iniquidad
Que hicieron en pleno dia,
I con tanta alevosía,
Que nada reflexionaron.
Los jueces los condenaron
A la pena capital.
Los de ese hecho criminal
Ya con la vida pagaron.

    De tres se dijo primero
Que iban a ser fusilados:
Los diarios, mal informados,
No han dicho lo verdadero.

El castigo mas severo
Solo a dos les aplicaron
Así es que se conformaron
Con la terrible condena
Sufrieron la misma pena
Los que a uno asesinaron.

    El lúnes por la mañana
En capilla los pusieron
Donde auxilios recibierón
De la relijión cristiana.
Estaba lo mas cercana
La ejecucion horrorosa;
Llegaba la hora forzosa
Para cada delincuente
Por haber muerto al sirviente
En casa del señor Ossa.

    Al fin, hoi toda persona
Pidamos con sumo anhelo
Que reciban en el cielo
Del martirio la corona.
Así nuestra fé lo abona
Con sentimiento profundo.
Dios eterno sin segundo,
Dadnos tu divina gracia.
Porque de una igual desgracia
Nadie está libre en el mundo.
       BERNARDINO GUAJARDO.

Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6.

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