PROEZAS DE O’HIGGINS
EN LA CUESTA DE CHACABUCO

  Siguiendo la narracion,
aquel jefe, hombre de acero,
en la cuesta mencionada
sacudió el yugo estranjero.

  El once, del mes citado
aprovechando, en verdad,
O’Higgins la oscuridad
marchó con valor y agrado.
Solier, su amigo i aliado,
con otra gran division
tomando otra direccion
se marchó a sus enemigos.
Y estos datos doi amigo,
siguiendo la narracion.

  O’Higgins, rápidamente,
tanto su marcha siguió
que al poco rato se halló
con los godos frente a frente.
El, con su espada imponente,
como el lobo carnicero
con valor mas que sincero
sin mirar los atacó,
i pronto los derrotó
aquel jefe, hombre de acero.

  Maroto al ver derrotados
a los suyos, es mui claro,
rápido corrió en su amparo
con sus secuaces malvados.
O’Higgins, con sus soldados,
por una orden mandada
no esperó aquella avanzada
pero luego aquel patriota
puso a Maroto en derrota.
en la cuesta mencionada.

  El doce por la mañana
viendo O’Higgins que Solier
no llegaba, al parecer,
gritó con voz inhumana:
¡A la Patria soberana
hai que salvar por primero,
a la lid, pues, compañero!
dijo de un modo terrible
i así el soldado invencible
sacudió el yugo estranjero.

  I al grito de libertad
que el buen OHiggins lanzó
Gramer su espada sacó
i le siguió a la verdad.
Ambos con tenacidad
a los suyos presidieron
i en la lucha se metieron
con tan horrible alboroto
que a las fuerzas de Maroto
en un rato dividieron.

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