El crìmen de Chillan

     Un  jóven rico i decente
  En la ciudad de Chillan
  Los diarios cuenta nos dan
  Que a su padre dió la muerte.

  En una calle central
Al padre dió tres balazos
Para que cumpliera el plazo
El rebelde hijo fatal.
¡Qué cúmulo de pesar
Tendrá esa madre paciente
Cuando la instantánea muerte
A su padre le fué a dar
Para hacerse criminal
Un jóven rico i decente!

  Este lo hizo por rencor
O por alguna soberbia;
Alma i corazon se enervia
Cuando de Dios no hai temor.
Para que vea el lector
I esperiencia tomarán
Aquellos hijos que están
Tenaz i ensoberbecidos.
Lo mismo que aquel bandido
De la ciudad de Chillan.

  Este crimen tan horrendo
Que son bien castigado
Pedirá vuestro poblado
Un buen castigo tremendo.
Para aquel que está leyendo
Algún recelo tendrán
I al castigo temerán
Los modernos caprichosos
I del crimen horroroso
Los diarios cuenta nos dan.

  Tres testigos personales
Dos hombres i una mujer
Vieron aquel acto cruel
Esos ricos principales.
I a las penas capitales
Fué llevado de tal suerte;
Estos testigos alerte
Condenan al infeliz
Diciendo los tres así
Que a su padre dió la muerte.

  Al fin, el facineroso
Bueno i sano, i no rascado,
A su padre ha ultimado
Con un crímen alevoso.
Así pagará el pomposo
Su locura i vanidá,
I la justicia le hará
Pagar lo que cometió
Pa reconciliar con Dios
Su cruelísima maldá.

       JUAN DE DIOS PERALTA.

       Impreso por P. Ramirez.—Echáurren, 6.

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