EL SIETE DE ENERO

  El dia siete de Enero
se alzó la escuadra irritada
siendo despues secundada
por todo el pais entero.

  El Dictador Balmaceda
antes de hacernos la afrenta
durante el año noventa
mal se portó en la Moneda;
se metió dentro una rueda
hecha del peor madero;
el hambriento, el enbustero
el verdugo i el espía
fué toda su compañia
el dia siete de Enero.

  Al Congreso Omnipotente
según la Constitucion
lo persiguió con teson
aquel torpe Presidente,
quiso hacerse independiente
i despues de amenazada
la Càmara fuè serrada
con inaudito atropello
pero en presencia de aquello
se alzó la Escuadra irritada.

  Qué júbilo i alboroso!
nunca nuestra capital
se mostró mas liberal
ni esperimentó mas goso;
sintió el déspota el reposo
i la soberbia turbada;
su temblorosa pisada
bien rebelaba su miedo;
la escuadra levantó el dedo
siendo despues secundada.

  Por un ùkase violento
se le alzó el sueldo a la tropa,
se telegrafió a Europa,
se amoldazó al peusamiento,
se ordenó el reclutamiento
por la fuerza o el dinero;
se cerró a tranca de acero
las imprentas del Partido;
pero se vió combatido
por todo el pais entero.

  El Dictador infatuado
en ese dia en que hablo
se vió por el mismo Diablo
en una caja encerrado;
el hombre mui asustado
llamaba a sus principales;
i a todos sus jenerales
que lo miraban de reojo
i que temiendo su enojo
le prometian ser leales.

Nota: “Durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, en 1890, y en medio de fuertes tensiones políticas que enfrentaron al ejecutivo con el parlamento, el Congreso Nacional se negó a aprobar las leyes periódicas que fijaban las fuerzas de mar y tierra así como la Ley de Presupuesto de gastos públicos.
El Presidente reaccionó declarando, en una Proclama pública del 7 de enero de 1891 que, dada la situación de ingobernabilidad producida, se renovaban las mismas leyes sobre esa materia dictadas el año anterior. Los partidos de la oposición respondieron con el Manifiesto de los Representantes del Congreso a bordo de la Escuadra, desconociendo las facultades del poder ejecutivo. Balmaceda, el 11 de febrero de 1891, ordena la inmediata clausura del Congreso Nacional. Comenzaba así una guerra civil, que duraría seis meses y costaría la vida a más de 4.000 chilenos, en una población de algo más de dos millones y medio de habitantes”. Fuente.

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