ALEVOSO ASESINATO
DE QUITERIO GONSALES

En el sur el vandalajo
está a la órden del dia;
no hai hombre de sangre fria
que por sus caminos viaje.

  De Traiguen iba a Temuco
a reparar de sus males,
un cierto señor Gonzalez,
no llevando ni un trabuco:
al llegar a Pernambuco
que es aislado parajo,
le salió desde un ramajo
un oculto bandolero,
pues vive como un pampero
en el sur el vandalaje.

  El sitio era solitario,
no habia a quien acudir,
ni era dable resistir
la fuerza del presidario
viendo que era necesario
morir si se resistia,
entregó cuanto tenia
en las manos del bandido,
¡porque el pillaje atrevido
está a la órden del dia!

  Llevaba solo cien peso
como total de dinero.
pero el criminal artero
no se contentó con eso;
creyó que lo hacia leso,
que Gonzalez le mentia
i con grande cobardia
le dió un balazo en la guata.
¡En situación tan ingrata,
no hai hombre de sangre fria!

  El bribón se retiró
sin precauciones tomar
i la bala fué a pegar
medio a medio del reló;
el reloj se destrozó
i rompiendo cuero i traje,
vino a encontrar hospedaje
desordenado en el vientre.
I ya no hai quien se eneuentre
que por sus caminos viaje.

  Gonzalez murió mui breve,
entre horribles sufrimientos,
i en los actuales momentos
el ladron la paga a nuevo.
¡Ahora es justo que lleve
quién por la frontera viaja:
al cinturon la navaja,
el revólver al bolsillo,
en los dientes el cuchillo
i en el brazo la mortaja!

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