SALTEO
Y muerte de un bandido

  Voi a narrar un salteo
Que por su carácter es,
De cuantos crimenes veo
El mas criminal talvez.

  Afuera de la ciudad
Una señora prolija,
Acompañada de su hija,
Guiadas por la piedad,
A practicar caridad
Salieron, según yo creo,
A casa de un tal Mateo
Y de su esposa Dolores.
Escuchen bien mis lectores:
Voi a narrar un salteo.

  Miéntras la santa matrona
Curaba su enfermedad,
Mateo con gran maldad
Sus riquezas ambiciona
Y se fraguó la intentona
De cometer con revéz
Por el malvado interes
El acto mas inaudito,
Y declaro el mas maldito
Que por su carácter es.

  Como sabia su hogar,
Apénas hubo sanado,
Con un puñal al costado
Se encaminó a tal lugar,
Con ánimo de robar
Como era su gran deseo;
Pero ese crímen tan feo
Tuvo solucion fatal,
Porque no tiene rival
De cuantos crímenes veo.

  Cuando el mísero insensato
Hubo llegado hasta el lecho
Y cuando el puñal al pecho
Dirije el infame ingrato,
En aquel solemne rato
La hija viene a su vez
Y del revólver la nuez
Hace jirar con tal tino,
Que mata a aquel asesino
El mas criminal, talvez.

  Así la Vírjen María
Por defender la virtud,
Castigó la ingratitud
Y la torpe alevosía.
El bandido al fin moria
Por un ánjel castigado;
No debe ser olvidado
Por la conciencia villana,
Que una cosa es ir por lana
Y otra salir trasquilado!

Imprenta Estrella de Chile, Sto. Domingo, 47

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