LOS DOS TAHURES
ROMANCE

  Antiguos compinches eran
i amigos desde la infancia,
Don Severo Torvo-Restro
i Don Temo Mala facha.
Mil bromas corrieron juntos
i cual buenos camaradas,
en los azares del uno
el otro tomaba cartas.
I aunque no eran militares,
ni eran sus lances batallas,
no se cuenta ni uno solo
en que no hubiesen espadas.
I no eran pocas por cierto,
las que con frecuencia andaban,
cartas lo menos cuarenta,
treinta i una las espadas.
Que a estas cartas i no epistolas,
los dos héroes de mi fábula,
i a espadas, no a las bélicas,
mostraron aficción bàrbara.
Su carrera eran los naipes,
su biblioteca barajas,
sus cátedras los garitos,
i eran sus bancos, las bancas.
I no hai que pensar que fuesen
hombres de baja prosapia,
Torvo-Rostro hidalgo rico
i heredador Mala facha.
Heredero de dos montes
Don Severo por su casa,
en un monte, los dos montes
no dejaron ni una rama.
A Don Temo le costó
sus viñas un tres de espadas,
un olivar el as de oro,
i el dos de copa dos casas.
Así quedaron escuetos
mis dos padres de la patria,
que no eran padres sagrados
sino de familias largas.
Por cierto que era mui linda
la esposa de Mala facha,
porque es así, el mas ruin puerco
la mejor bellota masca.
Era la de Torvo-Rostro
de un jenio como una malva
dulce, cuanto era la otra
resuelta, de rompe y rasga.
reconvenia la una
con prudencia i con templanza,
con fortaleza la otra
si bien con razón sobrada.
Asi las cuatro virtudes
que cardinales se llaman,
entre las dos reunian
i bien les hacian falta.
Porque eran sus dos adjuntos
tres enemigos del alma,
eran los siete pecados,
dos jugadores i…… basta.
Eran socios fundadores
de una sociedad no santa,
que celebra en boardilla
sus sesiones ordinarias.
Nos enseñan que el infierno
está en las rejiones bajas,
respeto la fé, mas pieuso
que està tambien en las altas.
Que si en los infiernos bajos
maldicen a Dios las almas,
en los altos no se queda
sin ronca santo ni santa.
Sobre si a la sota en puerta
alguno le vió la pata,
¡poder de Dios i qué cisco
se formó, qué grezca i zamba
Echase a rodar la mesa,
el candelero se apaga
i ya no juegan los naipes
¡juegan puños i navajas!
I dichoso el que en su cuerpo
no saca alguna mojada,
un cardenal en un brazo
o dos chirlos en la cara.
A esta cátedra asistian
Torvo-Rostro i Mala facha.
que no eran apuntes flojos,
sino de almas temerarias.
Mas con suerte tan inicua,
que si izquierdas apuntaban.
derechas se daban todas,
si mayor, menor se daban.
Si jugaban a judias,
convertíanse en cristianas,
si acertaban un elijan,
un abur los espoliaba.
Así andaban de lucidos
siempre los dos camaradas,
sin una amarilla siempre
i siempre sin una blanca.

Nota: romance publicado por Modesto Lafuente, Fray Gerundio en “Teatro social del siglo XIX”, tomo II (Madrid, 1846).

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