CARTA
DE LA MADRE DE BALMACEDA

  La madre de Balmaceda
Se acercó al Gobierno augusto
Pidiendo un salvo conducto
Para salir cuando pueda;
No es justo que se conceda
La petición atrevida,
Que por ella no era vida
La que pasaba el tirano,
Aconsejándole en vano
Se afirmára en la caida.

  La viejita mui ufana
Solicitó en el papel.
Le concedieran aquel
Pedido de buena gana;
Como ha sido tan tirana
No merece esa acojida,
Que no tenga la salida
Esa picarona vieja,
I pues que su hijo la deja,
Que se afirme en la caida.

  Ahora pide favor
I ántes estaba orgullosa,
Cuando oía alguna cosa
Se llenaba de furor;
Jamás tenia temor
Estando de muerte herida,
Todo eso no se olvida
Porque se tiene presente,
Cuando decia impaciente
Se afirmára en la caida.

  La dicha carta entregó
A la Junta de Gobierno.
Se le hizo el tiempo eterno
Cuando contesta esperó;
La suerte que le corrió
Todos la tieuen sabida,
No será bien atendida
Por lo mala y caprichosa
Que a su hijo dijo afanosa
Se afirmara en la caida.

  Al fin, viejita malvada
Quién habia de pensar.
Que te ibas a lamentar
Por los rincones botada;
Si te encuentras mal parada,
No digas más por tu vida
Esa palabra atrevida,
Que decías mui de fijo,
Al dirijirte a tu hijo
Se afirmára en la caida.

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