LA CONFESION DE UNA
HUASITA

    —Paire mio, yo me acuso
Que ayer, yendo pa la leña,
Ño Alfonso me hacia seña……
—¿Qué Alfonso?

—Un vaquero intruso.
—¿I?

    —Le amenacé un trompon
De léjos i la corté
Pa un cerro mui alto, que
Subí de un solo tezon

    —Prosigue,
    —En la cumbre, sola
I a la sombra de un quillai,
Me puse, Paire, ¡ayayai!
A jugar a la Bartola……

    —¿Qué juego es ese? procura
Esplicarlo desde luego
—Paire de mi alma, es el juego…
El juego… de la soltura.

    I le pido que me azote,
Paire, por este pecao:
Juando ese juego malvao
¡Me eché una pierna al cogote!

    I pa ver si era bien suerta,
Lotra tamien me la eché,
I hecha un parasol queé
De abajo lo mas abierta,

    I de arriba, bien juntita!!
—Mujer, eso es increible!
¡Qué escándalo tan horrible!
¡Qué maldad tan inaudita!

—Pero esto no es náa: la guena
Qué cuando las juí a bajar;
¡Naca!  i me largo a llorar
Lo mesmo que Maudalena!

    Forcejeando contra náa,
Se me cansaron los brazos……
I empecé a dar barquinazos
Como culebra cortáa.

    —¡Mujer!… ¡Prosigue!
                  —¡Ai de mi!!

Cuando ya no icia una
De cansá, ¡llega el hijuna!
—¿El vaquero intruso?
                  —¡Si!
    —¡Demontres! I, ¿qué te dijo
Al verte así?

                  —Dijo: Agora,
Ternerita corredora,
Si que te enlazo de fijo!

    La vencía jué a las tres!»
Yo le rogué con voz tierna
Que me bajase una pierna,
I él me contestó: «Después.»

    —¿I qué quiso el tal Alfonso
Decir con ese después?
Tú lo has de saber

                  —¡Eyés!
Mi paire, ¡no se haga el zonzo!

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