LAS DIEZ MUERTES
HECHAS POR LA TERRIBLE JUANA MARÍA
SANTANDER

    Lectores: mucha atención,
I ánimo fuerte i sereno
Os reclamo en la historieta
Que voi a contaros luego.
    ¿Historieta? ¡Por mi vida!
Que al referírosla, el cuerpo
Se me enronchará, i también
Se me erizará el cabello!
Pero qué, de tal historia,
Habrá de sacar provecho
La moral, que siémpre busca
Del crímen el escarmiento.
    Esto dicho, doi principio
A referir un suceso
El mas horripilantísimo
Que se ha visto en estos tiempos:
    —De Illapel hácia la costa
Hai un pequeñito pueblo
Denominado “Los Puentes”
I en él se hallaba viviendo
Una honorable familia,
Que, aunque pobre, era el ejemplo
De dignidad sin reproche
En aquel lugar modesto.
    Pero el fiero Satanas,
Que siempre vive en acecho
De la buena jente, un dia
Mandó a un forano mancebo
Mui hermoso, i mui galante,
A casa de don Anselmo
Santander, este era el nombre
Del noble jefe paterno)
    Llegó el mozo, mui humilde
Pidiéndole alojamiento,
I en el acto recibido
Fué con cariño mui tierno.
    Siete seres componian
Aquel dichoso embeleso
Del hogar o la familia:
Un niñito mui pequeño,
El padre, la madre, un mozo
De buen corazón i honesto,
Dos niñitas i una niña
De quince abriles no enteros.
    Esta doncella era el dije
De aquel feliz lugarejo:
Era tan lindo su porte,
I su talle tan esbelto,
I sus ojos tan hermosos,
I tan lindos sus cabellos
Relucientes como el oro,
I su rostro era tan bello
Que una Elena parecia:—
La de los antiguos griegos.
    Eso sí que su mirar
Era triste i macilento,
Su carácter melancólico,
A veces un tanto sério:
Nunca se la vió reir
Ni nunca hablar en exceso.
    Juana María es su nombre;
I de esta jóven, por cierto,
Se enamoró aquel galan
O maldito forastero
Que a alojar llegó a su casa
¡En tan mala hora el perverso!
    ¡Tres años batalló el ruin
Con el mas porfiado empeño
Por seducir a la jóven,
Sin lograr su fiero intento.
    Con la honradez, el pudor,
La virtud sin contrapeso,
Se encontró siempre el Tenorio
En su lujurioso anhelo:
    A sus lágrimas finjidas,
A sus falsos juramentos,
A sus pomposas promesas
Ella contestaba esto:
—”Lléveme usté ante el altar
Para que allí nos casemos
Por la iglesia, cual lo manda
Su sétimo sacramento”
    Pero él en ésto no había
Siquiera por un momento
Pensado! Sólo anhelaba
Saciar carnales deseos.
    Estando ya confundido
El pretendiente, en estremo,
Buscó un recurso infernal:
“Me postraré ante los viejos,
Dijo aquel astuto infame,
I con lágrimas de fuego,
Les clamaré que ellos hagan
Por mí lo que yo no puedo;
I lo harán porque me quieren
Mas que a un hijo estos lesos;
Les juraré con mil cruces
Que cuando logre mi intento
Me caso con la Juanita
Que tanto estimo i venero;
Pero que, si desairado
Salgo por causa de ellos,
Me hallarán colgado, un dia
Del peral que hai en el huerto;
I les juro de que mi ánima
Vengará el mal que me han hecho.”
                  ——
    La astucia mas refinada,
La mas ruin hipocrecía
Del llanto, con la amenaza
De que su ánima bendita
Vendria a vengar la injuria
Que la cruel Juana María
Le hiciera, i el gran cariño
Que los viejos  le tenian,
Influyeron de tal suerte
En los padres de la niña
Que un año ellos forcejearon
Noche a noche, dia a dia
En contra iquién lo creyera!
De la virtud de su hija:
El cariño de fe ciega,
I la ignorancia supina,
La supersticiosa idea
En ellos se dieron cita.
Una noche está Camilo,
(Este era el nombre de pila
Del terrible seductor)
En su lecho, que agoniza
De una enfermedad mental;
I que, en su fiera agonía,
No deja de pronunciar
El nombre de su querida:
Le echa en cara su crueldad
I su infame negativa;
I se queda muerto  un rato
¡Este pillo del Mandinga!….
Como a la hora volvió
A vivir; i, mas delira
Con el nombre de su amada
Que le va a quitar la vida.
    Hai que advertir que esta farsa
Fué pensada i convenida
Entre él i los dos viejos,
Para engañar a la niña.
    Pero ni con estas tretas
A la jóven la vencian:
“—Mandemos traer al cura
A aqui, al instante, mamita!”
Decía, mui alarmada,
La pobre Juana María!
    Momentos después, a solas
Llaman sus padres a su hija;
I de esta manera le habla
Santander: —”Hija querida:
Yo soi hombre que conozco
En los mozos la malicia
I en el buen Camilo, no hai
Nada de falso en sus miras.”
I la madre así le habló
“—Yo soi mujer que en la vida
Tengo bastante esperiencia;
I conozco la perfidia;
I no sería yo quien
Te quiera labrar tu ruina.
    —Mi yerno,el pobre Camilo,
Te adora con alma i vida
I morirá si tú cruel
Te muestras a sus caricias.
    Lo que él te exije…. es mui justo
Porque, has de saber, hijita,
Que cuando a fardo cerrado
Se casa el hombre, se humilla;
I es mejor, para evitar
En los casádos rencillas:
No fijarse ántes  la esposa.”
En cosas de poca estima.
    La jóven está bañada
En lágrimas; i respira
Con fuerza, como azogada:
En sus lindos ojos brilla
Una mirada de fuego
    Por su lindo rostro cruzan
Ráfagas de rojas pintas
Que indican la exaltación
De que se halla poseida……
….Despues de un corto silencio
La jóven, con voz altiva,
Así contestó a sus padres
—”Padres mios: mi divisa
Ha sido hasta este momento:
La resistencia inaudita
De no caer en el fango
De relaciones ilicitas.
    Tanto porque es indecencia
Cuanto porque la perfidia
De los hombres que se burlan
De una niña ya vencida,
Es lo que hai de mas infame
En esta misera vida;
Me causa horror ver que ustedes
Con persistencia continua
Me invitan para que sea
De Camilo, concubina.”
    Esto dijo la infeliz
I quedó en llanto sumida……
    Despues asomó en sus labios,
De amargura una sonrisa,
I esclamó:—”¡Está bien! ¡Que sea!
Jugaremos la partida!”
                  ——
Diez meses han trascurrido,
Lectores, desde la fecha
En que la Juana María
Esclamó: “¡Está bien! Que sea!”
    Dos niñitos (mujer i hombre)
De sus pechos se alimentan;
I ella está triste, abatida,
Pensativa i macilenta.
    ¿Qué causas han motivado
Su abatimiento i su pena?
¡Qué ha de ser; el ruin Camilo
No se ha casado con ella!
I, cada dia que pasa,
El ingrato mas se aleja
De la preciosa beldad
Que en sus promesas creyera.
    Hacian ya quince dias
Que Camilo estaba fuera
De la casa de Juanita;
I volvió un dia de fiesta;
(Era el dia de San Juan
Que en Los Puentes se celebra
Con ardor); i el tal Camilo
Con un esquinazo  llega
A la casa de su victima
Que tanto honor de él no espera.
    Viene trusco  el insolente
I, al sonar de la vihuela,
Con voz vinosa principia
Esta coplita indiscreta
—”Mi idolatrada Juanita
Su querido le aconseja
Que por faltas  de Cupido
Usted nunca tenga pena.”
    Al oir, la infeliz niña,
Una burla tan grosera
Su cuerpo se estremeció
De cólera i de verguenza!
    Poco mas tarde, Camilo
Salió a bailar una cueca,
I cuando sacó el pañuelo,
Al suelo calló una esquela:
Presto la recoje Juana
I a solas se va a leerla.
    La carta decía así;
“Mi idolatrada Teresa:
“Hoi recibí tu estimada
“En la cual me das tus quejas
“Reprochándome de ingrato
“Porque todavia a esa
“No he vuelto! para estrecharte
“En mis brazos, mi sirena!
“Perlita mia: mui luego
“Me tendrás en tu presencia;
“I, con esta pobre tonta,
“Inútilmente me celas.
    “En la otra que me escribiste
“Eiojias mucho la treta
    “Tan bonita que buscamos
“Con el viejo i con la vieja
“Para hacer que la tal  Juana
“A mis plantas se rindiera
“Ellos me echan a la cama;
“I la agonía comienza
“I si no es por ellos mismos,
“¡No se rinde la trinchera!….”
    La jóven no concluyó
De leer aquella esquela:
Con lo que de nuevo sabe
A sus piés se hunde la tierra…
    Poco, despues balbuceó
“¡Con que fueron él  con ella
Quienes me hicieron caer,
Por medio de una ruin treta,
En la desdicha mas grande
I desgracia mas estrema!!”
    Guardó la carta, i finjiendo
Estar un tanto serena,
Ya a decirles a sus padres
Que ya la cena está hecha;
I agregó que mucho gusto
Tenia en el dia de ella,
I que para celebrarlo,
Deseaba con todas veras
Que una tertulia bien grande
Entre la familia hubiera.
    Esta idea singular
A todos causó estrañeza
Porque hablar de una tertulia
La oian por vez primera,
    Hacen un soberbio ponche;
I unas dos vecinas llegan
Que mandó traer Camilo;
I entre tonadas i cuecas
La Juanita sirve el ponche
A todos con lei pareja
Hasta a sus dos hermanitas
Les sirve una copa llena.
    Solo ella no mas no toma.
I alega que se reserva
De tomar, por sus guagüitas
Que luego estarán despiertas.
                  ——
    Son las doce de las noche;
I Juana María se halla
Con el pelo desgreñado
Hácia un rincon de la casa.
    Tiene en sus sangrientas manos
Una mui aguda daga;
I al lecho donde Camilo
Está durmiendo de espalda,
Se aproxima i lo recuerda.
    Este saltar de la cama
Intentó, pero no pudo:
Con formidables amarras
Lo habia ya maniatado,
Aprovechando su rasca,
La terrible Santander,
Para saciar su venganza!
    Ya despierto, con voz ronca
La Juana María le habla
De este modo:—”¡Mui bonital
Fué la treta  combinada
Entre mis padres i tú,
De aquella agonía falsa
Que surtió tan buen efecto
Cual ha sido que a tus plantas
“Se rindió esta pobre tonta”
Como lo dice tu carta.”
Le muestra la esquela i sigue
Así, con voz azogada
—”Tu adorada Teresita
Elojió mucho esta farsa;
Está bien: que la celebre
Pero escucha dos palabras:
Esos que fueron mis padres
I autores de mis desgracias,
Con esta daga les hice
Pagar sus torpes infamias.
    Si ellos labraron mi ruina
Hasta donde el mal alcanza,
Yo también les dí la muerte;
I con esta misma daga
Que veis coloreando aquí
He muerto a mis dos hermanas
Para que no sean ellas
Cuando grandes, desgraciadas
Como yo; i tambien maté
A mi hermano que ostentaba
Tan grande amistad contigo,
Que ya de mí te mofabas,
Cuando era de su deber
Castigarte por tus faltas.
    Maté a mi hermano menor
Para que no quede en planta
Ni rastro de una familia
Tan fatalmente burlada.
    I tú, que sois el autor
De la ruina de esta casa,
¡Muere ya, traidor infame,
Le dijo a Camilo, Juana;
I con sonrisa diabólica
Le hundió en el pecho la daga!………
……………………………………………
    Va a concluir la trajedia,
Como lo indica esta lámina.
Poco despues de ultimar
A Camilo, llevó Juana
Para el huerto a sus niñitos
I tambien ahí los mata!
    Después, uno en cada brazo
Agarró i subió una escala
De donde una soga al cuello
Se puso la desgraciada,
I ahorcada fué en un momento
La niña de gracias tantas
Que era ántes de su ruina
Un portento de su casa!

Los Puentes, Junio 27 de 1886.
Antonio Contreras Suarez.

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