CONTRAPUNTO ENTRE UN FUTRE I UN HUASO

Retiren de mi presencia
Este huaso inpertinente;
Para tolerar tal jente
Es necesario paciencia.

Amigos, este sujeto
Conviene echarlo a correr:
Por lo que me da a entender,
Quiere faltarme al respeto;
Sin duda viene dispuesto
A buscarme la pendencia.
Y para que su insolencia
No pase mas adelante,
A este imbécil petulante
Retiren de mi presencia.

Dices que eres atrevido,
No me importa que lo seas;
Yo te haré cambiar de ideas
Si el juicio tienes perdido.
Vas a quedar convencido
Fija y verdaderamente,
Y los que se hallan presentes
En una cuestión tan crítica,
Verán hablar con política
A este huaso inpertinente.

Ya ven la facha y la traza,
El coraje y el valor
Con que este infeliz autor
Me hace una gran amenaza;
Y si en algo se propasa,
Talvez se le caiga un diente:
Reprender es conveniente
Su falta o atrevimiento
Yo no tendré sufrimiento
Para tolerar tal jente

Con los hombres de papel
Harás esa jugareta;
Pero yó, huaso trompeta,
Te cortaré hasta el rabel.
Si aquí tuviera un cordel
Tomarias esperiencia:
Retiren esta indecencia
Antes que otra cosa pase;
Para con los de esta clase
Es necesario paciencia.

Al fin, caballero poeta,
Mas no quiero argumentar,
Mejor será perdonar
Cuantos errores cometa
Aunque a mí me comprometa,
Sus faltas se las perdono
Sin guadar ningún encono;
Pero si sigue este asunto,
No le he de aflojar un punto
Hasta que me  largue el mono.

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El mónstruo de Marsella

A la celestial princesa,
Madre del Divino Verbo,
le pido me dé su gracia,
porque sin ella no puedo
mover mi rústica lengua
ni dar a entender al pueblo
lo que sucedió en Marsella
a un desdichado mancebo,
por sus torpezas i vicios
i asombrado atrevimiento;
i con el favor divino
de la que es Reina del Cielo,
daré principio al romance
para que sirva de ejemplo
a los que sigan los vicios
i deleites de este suelo.
En la ciudad referida
residia un caballero;
este tal tenia un hijo,
cuyo nombre no refiero
mas diré que era un alarbe,
según lo dirán sus hechos.
Apénas llegó a quince años,
quiso vivir tan travieso
en las mas ardientes llamas
del abismo del infierno.
Y apénas le vió su madre
en aquella forma puesto
cayó en tierra desmayada
y recobrando el aliento,
llorando lágrimas tiernas
al Autor del universo
pidió que le perdonase
pero no hubo remedio
porque ya ardia en las llamas
de los abismos eternos,
Alborótose la casa
los vecinos y los deudos,
y todos los moradores
de la ciudad acudieron
y al ver visión tan horrible,
sin poder tomar aliento,
atónitos y asustados
muchos en tierra cayeron.
Unos santos sacerdotes
conjuraron al momento
el espectáculo, y dando
un estallido tan récio,
que pareció se caian
los astros del firmamento,
desapareció, dejando
un olor tan violento
de azufre por la ciudad
que duró por mucho tiempo.
Los otros diez que quedaban,
la cuadrilla deshicieron
y en conventos diferentes
el hábito recibieron
del seráfico Francisco.
misericordia pidiendo
a Dios y a su santa madre
con gran arrepentimiento
para que Dios les perdone
los malos pasos que dieron.
A la enmienda pecadores,
pongamos al vicio freno,
y observemos la obediencia
a nuestos padres, que en este
quedaremos vencidos
del Sacro Espíritu Eterno.
Mirad que Dios nos lo manda
en el cuarto mandamiento
de su Santa lei Divina,
que de esta suerte tendremos
paz y concordia en la tierra,
y eterna gloria en su reino.

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UN PROMETIMIENTO

    Si supiera que eras diosa
Te mandara hacer un templo,
Como diosa te adorara
Dentro de mi pensamiento.

    Mitolójico poder
Tuvo Euterpe diosa bella
A quien le doi mí querella
Por imitar su saber.
Amo vuestro parecer
Como a Elena griega hermosa,
I si tu pensar reposa
Como lo hacen ninfas tantas.
Fuera a rendirme a tus plantas
Si supiera que eras diosa.

    A Minerva sabia pido
Que me observe mis clamores,
Aqui veras los ardores
Que mi pecho a consentido,
Pálas en otro sentido
En amar puso un ejemplo,
I yo que á ti te contemplo
Como a Vesta en mas sazon;
I si fuera Salomon1.

    Deidad que a Bolona i Diana
A imitado tu hermosura;
Gracioso el pincel figura,
 I prueba que eres galana;
A mirarte a tu ventana
Dia i noche me asomara;
Para que me contestara
Como Galatea el leal
I al ser de estirpe tan real
Como diosa te adorara.

    Raquel antigua matrona
I tu eres visarra dama:
Mi deber gustoso esclama
Que mereces la corona;
Como ciño la borgoña
Aplaudiendo su contento,
Si merezco el sentimiento
De Andrómaca vuestra fé,
Tu caracter sellaré
Dentro de mi pensamiento.

    Al fin como Analicana
Os comparo tu belleza;
I en toda la sutileza
De la triufante paliana:
Tu costancia americana
Tienes de Menemocina;
Tu faz siempre me domina
I de tu emblema señalan,
Lo cierto es que no te igualan
Ni Flora ni Proserpina.

1 Falta 10ª línea: “Te mandara hacer un templo”, igual que en el original de Nicasio García.

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LA INFLUENZA

    Quen puso nombre a la infuenza
Enfermo decia un huaso,
Mas bien que le hubieran puesto
El terrible garrotaso.

    Los doctores no han podido
Darle con la contra al mal;
Por que esto es en jeneral
Que a todos ha combatido:
I en la costa es comprendido
Que halla la jente indefenza.
De allá llegó el que mas piensa
Al medicamento diario,
Le preguntó al boticario
Quien puso nombre a la influenza.

    Tengo un dolor de cintura
Se quejaba un dependiente.
Creo que es el accidente
Que me viene una amargura;
Como una descompostura
De cuerpo tambien al paso.
De la cabeza hasta un brazo
Tengo un dolor como digo,
Yo estoi lo mismo mi amigo
Enfermo decia un huaso.

    Una señora mayor
Padecía de este mal,
I un doctor del hospital
Vino a calmar su dolor:
Diciendole con amor
Usted va a sanar con esto;
El facultativo presto
La anciana a decir se aplica,
Protector de la botica
Mas bien que le hubieran puesto.

    Tres o cuatro en una casa
Suelen estarse quejando,
Clemo i sal deokin tomando
I el fiebre que los abraza;
Cortadores de la plaza
Caen de a seis de un porrazo,
I un peoncito de los huaso
Al protomédico decia:
Señor mas bien le venía
El terrible garrotaso.

    Señores estan muriendo
Pobre tambien como ricos
Grandes jovenes i chicos
Del mal estan padeciendo;
I al parecer va cundiendo.
Se ignora si ha de durar
I si quieren aplacar
Ha repetido una voz
El encomendarse a Dios
Es lo mejor del pensar.

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MAS DETALLES DE LOS CAUTIVOS

    El clamor de los cautivos
A Santiago no ha llegado
Lo que supo su Exelencia
Telegrafió al consulado.

    Penoso es el argumento
De aquellos veintiun guerreros;
Como fueron prisioneros
I vendidos al momento;
Tienen de padecimiento
Diez años consecutivos
Quedan diezinueve vivos
I entre ellos una mujer;
Una carta dió a saber
El clamor de los cautivos.

    De los pies a la cintura
Han estado encadenados
Por los indios custodiados
Durmiendo en la tierra dura;
En tan penosa clausura
I en tan miserable estado,
Suspirando acongojado
Dijo, uno entre su delirio,
Este penoso suspiro
A Santiago no a llegado.

    Una vez un misionero
A uno de ellos confesó
Dijo el pobre, padre yo
Ya me conozco que muero
En verdad la muerte espero
Que dé fin a mi existencia,
Agusanado en presencia
I de hambre voi a morir,
Así los mandó pedir
Lo que supo su Exelencia.

    Juan Valenzuela llegó
A la Paz cual peregrino,
Con un año de camino
I su escena la contó;
Su narración esplicó
Con frecuencia al encargado,
Siendo de ello cerciorado
 I con orden evidente;
Así el Señor Presidente
Telegrafió al consulado.

    Al fin Daza el jeneral
Tirano entre los tiranos
Vendiste nuestros hermanos
De nuestra Patria natál;
Esa mancha esa señal
Te quitó honra i razón,
Por ese negro borron
Has salpicado tu pecho,
I ese desaire le has hecho
Al padre de mi nacion.

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LOS CHILENOS CAUTIVOS VENDIDOS
POR DAZA

    Daza fué aquel anatema
Que a los Chilenos vendió,
Que no quede sin castigo
El cuíco que los compró.

    Fueron de aquel batallon
Segundo de linea hallaron
I en Tarapacá pelearon
I alcanzaron opinion:
Ramirez con intención
Su valor sirvió de poema;
Habian oido el problema
I Arica llegaron presos,
El autor de estos excesos
Daza fué aquel anatema.

    Para el Beni i sus rejiones
Llevaron a los valientes,
Como esclavos obedientes
I cargados de prisiones,
Allí oian mil valdones
A Chile por que venció,
I el cobarde, recibió
De todos el precio igual,
Eso lo hizo el Jeneral
Que a los Chilenos vendió.

    Los hacian trabajar
Como que estaban vendidos,
Sin ser de nadie atendidos
I esto era sin descanzar:
Todo era un tierno llorar
I el trato como enemigo,
I burlados como digo
Saliendo de todas dudas,
Ese boliviano i judas
Que no quede sin castigo.

    El dia de carnaval
Luis Araya i Valenzuela,
Embriagado el centinela
Se fugaron fué casual,
Serca de un año campal
Fué su marcha i le tocó,
Que un reptil lo envenenó
Desesperado se advierte,
Responderá por su muerte
El cuico que los compró.

    Al fin nuestro Presidente
Ya sabe que los cautivos,
Son sus hijos activos
I legados del valiente:
Han puesto su pecho al frente
Por darle a la Patria honor
Al escuchar el clamor
Como de esclavo vendido
Diez años han padecido
Por Daza el inquicidor.

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A mi adorado tormento.

Cuando a tu casa
Voi de visita
Siente mi almita
Que me mareo

Que todo es verme
Yo ante tus ojos,
Caigo de hinojos
Cuando los veo.

Porque ya he visto
Que me fascinan,
Que me asesinan
Tus dos luceros.

Son tan preciosos,
Son tan bonitos,
Tan dormiditos,
Tan embusteros!

Preciosurita
Deslumbradora,
Como la aurora
Que anuncia al dia.

No me estermines
Con la indolencia
De tu inclemencia,
Vidita mia!

Tú sabes cuánto
Jimo y suspiro,
Peno y deliro
Por merecerte.

Qué, de adorarte
Constante y firme,
Podrá impedirme
Solo la muerte!

Ya ves, perlita,
Dulce lindura,
Que mi ventura
Pende de tí……

Te abro mis brazos
Por un ratito,
Corazoncito?
¡Ven, pues, a mi!

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LOS CELOSOS.

Que tu consorte es traidor
Por tus ojos lo has de ver;
Siguelo en todo momento
Por mañoso y por infiel.

Un consejo, por demas
Benéfico en sumo grado,
Para todo ser casado
De veras o así no mas:
Cuando venga Satanás,
Que aborrece al noble amor,
A herirte con un temor
Cuál envenenadaslecha,
Te infundirá lasospecha
Que tu consorte es traidor.

La pena, el rudo pesar,
La rabia, el rencor profundo
Y el despecho sin segundo
De tí se han de apoderar;
Las cosas hasta no hacer
Lo que con mi leal saber
Voi a aconsejarte yo:
Y que, si hai traición o nó
Por tus ojos lo has de ver

Mientras mas grande recelo
Te ocasione tu consorte,
Para que tu plan no aborte,
Ocúltale bien tu celo
Y con el mas grande anhelo
Sondea su pensamiento,
La mirada, el movimiento
Del consorte sospechoso;
Catéalosin reposo,
Síguelo en todo momento.

Ya de esta o de aquella laya,
Para seguirle los pasos,
Tiéndele una red de lazos
Ocultos a donde vaya;
Hasta en ci mar, en la playa,
Agazápate tras de él;
Y si encuentras el pastel
Entonces, sin mas ni mas,
Ponle un palo ardiendo atrás
Por mañoso y por infiel

Hecho esto, rompe la reja
Para que tu amor burlado
Con quien sea de su agrado
Forme una nueva pareja:
Que esto es lo que aconseja
La razón en tales casos,
Y no matar a balazos
A quien no vale un comino
Ni perder por él el tino,
Ni hacerse el alma pedazos.

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La mula con los costales
ANDAN IGUALES.

La mujer es la pantera
El hombre es un tiburon
Se vé clarito que son
Cortados a una tijera.

Cuando un hombre se enamora
Ciegamente de su dama,
Frenético la proclama
Su sílfide encantadora;
Todo su amor atesora
En ella con fé sincera;
Pero ¡ai! si esa fé en quimeral
Se cambia y es traicionado
¡Para ese amante burlado
La mujer es la pantera.

La inmensurable ventura
De su dicha sin igual,
De un golpe, en rabia infernal
Y en la mas negra amargura
La ha transformado la impura
Mujer que le hizo traición…
Y entonces su corazón
Solo venganza respira
Porque, rebosando en ira,
¡El hombre es un tiburon!

Tambien se vé a cada nada
Que un petardista sin alma,
Solo por turbar la calma
De una jóven noble, honrada,
Tierna, fiel y apasionada
Ultraja sin compasion
Sin otra compensacion
Que sus mentidas finezas,
Pues que falsas sus promesas
Se vé clarito que son!

Ella deposita en él
El amor mas puro y santo
Y el imbécil, entre tanto
En vez de amor le da hiel!
Ella, antes que serle infiel
Quinientas veces muriera.
Y opóngase aquí quien quiera,
Yo afirmo, bajo mi nombre,
Que son la mujer y el hombre
Cortados a una tijera.

Esta es la verdad vulgar,
La verdad sin contrapeso
Pero, ¿cuando al bello sexo,
En toda parte y lugar,
No se le ha oido esclamar:
Los hombres son los fatales!
Y a estos rujir: “¡Las desleales
Son ellas!” ¡Qué sin razón!
Cuando tan iguales son
La mula con los costales

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