A Ntra. Sra. del Rosario
DE ANDACOLLO.

    Virjen pura de Andacollo,
La Santa mas milagrosa
Que se ha conocido en Chile,
Según nuestra lei piadosa.

    La Virjen se apareció
En esta agreste montaña,
I cuentan que una cabaña
Fué la que la cobijó.
No habrá ni un devote, nó,
Que á la fe no preste apoyo;
Tus milagros son escollos
En que se estrelle el impio
Que niegue tu poderio,
Vírjen pura de Andacollo.

    La señora Galleguillos,
Natural de la Serena,
Sufria en horrible pena
De una enfermedá el martirio
Hácia tus altares vino
A suplicarte llorosa;
I vuestra mano piadosa
Su sufrimiento acabó,
I ella con fé te aclamó
La Santa mas milagrosa.

    En tí puso su esperanza
Una pobre mujer ciega;
Ia tus piés humilde llega
A implorar tu bienandanza.
Entonces tú sin tardanza,
Que haces milagros á miles,
Antes que su fé vacile,
Le das la vista, piadosa;
Que eres la mas milagrosa
Que se ha conocido en Chile.

    Tullida de nacimiento,
A ti otra señora vino;
Pidió tu amparo divino,
I pudo andar al momento.
Tan milagroso portento
Fué por tu acción bondadosa;
Siendo pues tan amorosa
Con los pobres pecadores,
Te son siempre adoradores
Según nuestra lei piadosa.

    Por fin, todos los devotos,
Al dejar este santuario,
Rezando el santo rosario,
Den á la Virjen sus votos.
Su bonda entre nosotros
Reparte el bien á raudales,
Aliviando asi los males
Que agobian al pecador,
I por su gracia el Señor
Del cielo las puertas le abre.

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Canto al Niño-Dios.

    Señora Doña María.
De un rincon de Pelequen,
A caballo en una escoba
Viene a cantarle el Pequen.

    Aunque soi pájaro feo,
Perdone usted mi fealdad,
I fíjese solamente
En mi buena voluntad.

    No canto como un canario,
Ni canto como un zorzal;
Pero yo en mi guitarrita
Tampoco lo hago mui mal.

    Señora Doña María,
Yo le traigo de mi chacra
Unos duraznitos verdes
I unas brevitas mulatas.

    No se los dé a su niñito
Si teme que le hagan daño,
Mire que es mui peligroso
En los niños el empacho.

    Una docena de choclos
Yo le traigo en mis alforjas;
Si no todos tienen granos,
Todos tienen muchas hojas.

    Dos pollitos le traia
I una trintre ponedora;
Pero al pasar la Angostura,
Se me volaron, señora.

    Traigo un costal de sandías
A las ancas del caballo;
Pero todas son pasmadas
I verdes como un zapallo.

    Una bolsa con frejoles
Le trae este pobre roto,
Porque creo que a su niño
Le han de gustar los porotos.

    No le traigo zapallitos
Porque toditas las matas
Han dado guias con vicio,
Pero zapallitos nada.

    Guindas, peras ni frutillas,
Mi señora, no le traje:
Pero le traeré de todo
Cuando vuelva en otro viaje.

    Señora Doña María,
Cogollito de culen.
Perdone todas las faltas
De los versos del Pequen.

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El mes de Noviembre.

Santos, marido de Andrea
Decia: ¡Dichoso mes,
Que empieza con Todos Santos
I acaba con mi mujer!

Andrea es una muchacha
Mas que lijera de cascos;
A ningún hombre le hace ascos.
I es coqueta i vivaracha.
Con manzanas no se empacha
(Aunque a Eva dieron diarrea)
Con tal que la fruta sea
De calidad regular.
Por eso lo pasa mal
Santos, marido de Andrea.

Mas, Santos es el culpable,
Que en Noviembre se casó,
I ni un momento pensó
De este mes en lo mudable
Que por su clima variable
Se enfrian cabeza i piés.
I si el frio mui grande es,
Hai que andar con gorro puesto.
I Santos, a pesar de esto
Decia: ¡Dichoso mes!

Pasó un año, i Santos dijo:
Quisiera al rio arrojarme.
O de una viga colgarme:
Dime tú: ¿qué muerte elijo?
Andrea ha tenido un hijo
Pero es hijo de unos cuantos.
Y casi muerto a quebrantos,
Me dijo poco despues:
“¡De cuernos es este mes
Que empieza con Todos Santos!”

“Me visitan Pedro Antonio,
Pedro Blas, Pedro Jesús.
Juan de Dios, Juan de la Cruz,
Juan del Diablo o del Demonio.
Todos en mi matrimonio
Quieren su parte tener:
Pero el que me hace perder
La paciencia, es un amigo
Que siempre empieza conmigo
I acaba con mi mujer”

“¡Que me proteja la lei!
Ya mi paciencia acabó.
Pues bien conozco que yo
Ni quito ni pongo rei
Me van a tomar por buei.
Por mis cuernos i mi furia:
Pero antes que a tal penuria
Mi mala mujer me arrastre.
Para evitar un desastre.
Me voi hoi mismo a la curia.”

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El mes de las Ánimas

Mui grande es el dia de hoi
Con los ruegos del devoto,
Por miles suben al cielo
Las almas del purgatorio.

Con el rostro triste i serio,
Vestido el cuerpo de luto,
Todos rinden hoi tributo
En el templo o cementerio
A ese terrible misterio
Que me prucba lo que soi.
Humilde al panteon me voi
A admirar lo que seré.
Por eso yo digo que
Mui grade es el dia de hoi.

¡Qué placer el alma siente
Cuando bien consideramos
Que una alma al cielo llevamos
Con nuestra oración ferviente!
Si Dios se muestra clemente
En aquel lugar remoto.
Las cadenas habrá roto
De una ánima atribulada.
Que tendrá en el cielo entrada
Con los ruegos del devoto.

Fiel cristiano, dáte prisa
I no olvides tu destino:
Anda a rezar el divino
Sacrificio de la misa.
No sea tu alma remisa
En dar eterno consuelo
A las almas que en su duelo
Solo esperan tu oracion,
Pues obtenido el perdon,
Por miles suben al cielo.

Si en el cielo, pecador,
Entrada quieres tener,
Nunca podrás merecer
Un abogado mejor
Que aquel que Nuestro Señor,
En este mundo ilusorio,
Nos dió como el mas notorio:
¿Quién duda que son llamadas
Las mejores abogadas
Las almas del purgatorio?

Lo que haces aqui por ellas
Es mérito que contraes;
Si en el purgatorio caes,
Almas gloriosas i bellas
Al que creó las estrellas
Pedirán pue tus quebrantos
Se conviertan en encantos
I en cielo tu mansion triste,
Porque tú otro tanto hiciste
El dia de Todos Santos.

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Recuerdo de D. J. Ugarte

Fatal ocho de diciembre
Del año sesenta i tres,
Tu nos recuerdas con pena
El infortunio mas cruel.

Gran concurrencia acudia
A abrir al Dios Poderoso
Su pecho en el espacioso
Templo de la Compañía
Si en todo un mes a María,
Desde el ocho de noviembre,
Para que sus gracias siembre
Le rinde el pueblo tributo,
¿Por qué nos trajiste el luto,
Fatal ocho de diciembre?

El templo resplandeciente
Está con las luminarias:
Tres mil almas sus plegarias
Alzan al Omnipotente
Cuando gritan de repente:
Incendio! i poco despues
El templo una hoguera es
Que ha de trocarse en escoria…
Oh! Qué horrible es la memoria
Del año sesenta i tres!

En esa tribulación,
Ninguno da con las puertas,
Aunque están todas abiertas,
Para encontrar salvación.
Todo es llanto i confusión
I al alma de angustia llena.
Dia fatal! Cuánta escena
De madres desesperadas,
De esposas desventuradas,
Tú nos recuerdas con pena!…

El hijo a la madre busca
Busca el esposo a la esposa;
Pero la hoguera espantosa
A todos quema o chamusca.
El humo asfixia i ofusca
I el fuego no da cuartel.
¿Quien no cree hallarse al dintel
De un purgatorio en compendio?
Para Chile fué ese incendio
El infortunio mas cruel

Reina el luto en la ciudad.
I solo se oyen los gritos
De los pobres huerfanitos
Que quedan en la orfandad.
A toda la sociedad
Domina el mas triste duelo.
¿Quién les podrá dar consuelo,
Cuando todos, todos lloran
I conformidad imploran
Del Dios que reina en el cielo?

Nota: El incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús ha sido el mayor siniestro en la historia de Santiago, la capital de Chile, y por su magnitud ha sido considerado uno de los peores de la historia moderna. Ocurrió al atardecer del martes 8 de diciembre de 1863, durante la clausura de la festividad religiosa conocida como «mes de María»,​ y afectó al antiguo templo jesuita, originalmente construido entre 1595 y 1631.
La iglesia de la Compañía de Jesús estaba ubicada a una cuadra al poniente de la Plaza de Armas de Santiago, en la esquina norponiente de las actuales calles Compañía y Bandera, donde hoy se encuentran los jardines del ex-Congreso Nacional.

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La Purísima Concepcion

Inmaculada doncella!
Oh Madre del Redentor!
Hoi te honra el orbe cristiano
Por tu pura concepción.

Muchos siglos la herejía,
Con brutal obstinacion
Negó tu mas bello don.
Sacratisima María.
Pero por fin llegó el dia
En que tu gloriosa estrella
Alumbró mucho mas bella
En la tierra i en el cielo.
Que eres tú nuestro consuelo,
Inmaculada doncella

De Dios el Hijo divino,
Por darnos eterna luz
Clavado está en una cruz.
Como cualquier asesino.
Cuando la agonia vino.
A hacer mas cruel su dolor.
Dijo a esta virjen de amor
Pues sin hijo a quedar vas,
“Madre del hombre serás
Oh madre del Redentor!”

Del uno al otro hemisferio,
Reconociendo tu auxilio.
Decretó un santo concilio
El mas grandioso misterio.
Castigando el vituperio
Del miserable pagano,
Que te negaba de plano
Tu santa virjinidad,
Con toda solemnidad
Hoi te honra el orbe cristiano.

En tu corazón se encierra
La pureza de los ánjeles,
La gloria de los arcánjeles,
El amor de cielo i tierra.
Si te hace el infierno guerra
Con negra abominacion.
En toda la creación.
A despecho de Satán.
Reina te proclamarán
Por tu pura concepción

Salve, Virjen pudorosa
Save, divino lucero:
Salve, madre del Cordero;
Salve, madre cariñosa!
Mi alma apena[d]a, angustiosa.
Por lo que estimes mas caro.
Te pide que, sin reparo
Por lo que a Dios he ofendido.
Sin que me eches en olvido.
Me tengas bajo tu amparo.

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LA POBREZA

La pobreza es la caracha
De la sarna la mas puerca;
Don Dinero es el señor,
Dueño de vidas y haciendas.

La pobreza, es evidente
Que es la cosa mas hedionda;
Diez leguas a la redonda
Su jentinaestá patente.
Sin dinero el hombre siente
Que él… orgullo se le agacha;
No tira prosa, y su facha
Suyusca, y su timidez
Le van diciendo a la vez
“¡La pobreza es la caracha!”

Aunque sea un Salomón
En lo sabio, y un Adonis
En lo bonite, sin monis
Y chirposo, es un… hueron,
Que ni su conversación
Quieren oirle de cerca;
Nadie la mano le acerca:
La amistad se le escabulle,,
¡Y huyen de él como se huye
De la sarna la mas puerca!

Pero tenga harto dinero
Que aunque parezca un Chucaco
De la fabula o macaco,
Será un noble caballero.
Y, si pobre, fué ratero
Y, ya rico, un salteador,
Compra nobleza y honor
Con los miles que atesora.
Porque en los tiempos de ahora
Don Dinero es el señor.

Con puñados de billetes
Cien damas pone en su lista;
Y en cada nueva conquista
Le sobran cien alcahuetes;
Son sus insultos juguetes,
I en todas las remoliendas
Sus mas groseras jodiendas
Son gracias, chiste, agudeza…
¡Claro! las dice Su Alteza,
Dueño de vidas y haciendas.

En fin, pues, si la pobreza
Es la lepra mas cochina,
Peor que la llaga cangrina
I la tiña en la cabeza,
Los fregadoscon presteza
Huyamos a toda vela
De esa lepra, y ¡por mi abuela!
Un cobre no malgaste mos;
I así, mui luego tendremos
Mas plat a que ña Rafela.

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El Precioso Código de los Casados

El Congreso Nacional
Ayer en árdua sesión
Discutió y le dió sanción
A este Código Penal.
Es una lei sin rival,
Pues que le pasa el cepillo.
Hasta aquel matrimonillo
Que, haciendo al Civil defalque,
Lo ha casado el cura Palque,
O el clerigote Tornillo.

Una advertencia antes de
entrar en materia

Aquel cónyuje o casado
Que esta lei viole o infrinja,
No llore cuando le atinja
La pena en máximo grado;
Que, estando ya el pié clavado,
No se puede remediar
El daño, pero estampar
Bien pueden, en su provecho,
Los casados en su lecho
De esta lei un ejemplar.

A EL

ART. 1º
El hombre que este casado
De veras o de por ver,
Desde hoi dia, a su mujer
La estimará en sumo grado;
I tendrá especial cuidado
De no traerle el retorno
Nunca de cualquier bochorno
Que por otros sufra o tenga,
Aun cuando a la casa venga
¡Con el cuerpo como un horno!

ART. 2º
Nunca tendrá, desde hoi dia,
Con ella un chanceo necio,
Que es causa de menos precio
La necia chacotería;
Ni ejercerá la porfía
Descomedida y perruna,
Menos la arenga importuna
Que es propia de un guagualote,
Ni jamás un papirote
Le atraque por causa alguna.

ART. 3º
Tendrá por regla forzosa,
Si del licor no se priva,
Nunca con la rasca viva
Presentarse ante su esposa,
Que es la cosa mas odiosa
Que en el mundo puede haber,
Tampoco se irá a meter
Allí con pilas de amigos,
Que vayan a ser testigos
Sí tiene o nó que comer.

ART. 4º
Como lo mas esencial
Se cuidará, si es mui pobre,
De no mal gastar un cobre
De su rédito o jornal;
Que lo primero es la sal,
Ajicito, pan y grasa,
Cucharas, pocillos, taza,
Braseros, teteras y ollas,
Azúcar, café y cebollas,
Para el sostén de la casa.

ART. 5º
Nunca la plata la sienta
Para que a su mujercita
Jamás la buena ropita
Le falte, porque atormenta
Ver a una esposa chirpienta
Horas enteras sudar,
Forcejeando en remendar
Los portil los a destajo
De su fustan o refajo
Para sus carnes tapar.

ART 6º
De esta fecha, en adelante
A su querida mujer
No le dará ni a entender
Que es obceno y petulante;
Si hai chiquillos, vijilante
Será en el deber cumplido
De criarlos como es debido;
Tam bien los mandará al templo,
Que así no le dará ejemplo
De incrédulo y corrompido.

A ELLA

ART. 7º
La mujer que está casada
Ya por angas o por mangas,
Si antes tuvo ideas changas,
Estando a un hombre ligada,
No las sostendrá ¡por nada!
Porque ahora su deber
Es solo de obedecer,
Con cuidado relijioso,
Las órdenes del esposo
Que la tomó por mujer.

ART. 8º
Si a las órdenes de un hombre
Ya está, como queda dicho,
Por nada nunca un capricho
Se le ocurra ni de nombre,
Ni ningún quehacer le asombre
Deméstico del hogar;
Su obligación es asear
La casa como es debido
Y querer a su marido
Como un amor ejemplar.

ART. 9º
Se habituará a levantarse
Luego que el dia amanezca,
Y con jabon y agua fresca
Acto contínuo lavarse;
Y despues de arrelingarse
La moña, con mano fina,
Menos con la mui cochina
Pintura, –con paso airado
Irá a comprar al mercado
El cocaví de cocina.

ART. 10
Lejos votará el rebozo
Cuando de regreso esté
Para gozar del café,
Que con leche es tan sabroso.
Luego despues a su esposo,
Con agradable sonrisa
Le dirá:–”Me voi a misa”
Y tocada con su manto,
A oirla irá, sin quebranto;
Pero volverá de prisa.

ART. 11
El almuerzo a buena hora
Siempre lo hará y bien hechito;
Y, si en la cuna un niñito
De hambre o de averiadollora,
Lo auxiliará sin demora;
Si hai mas chicos, a leer
Y a rezar han de aprender;
Pero menos a tunantes,
Para que salgan amantes
Con quienes les dan el ser.

Artículo Ultimo.
Ten drá pena soberana
Si diariamente visita
A la amada comadrita
O a la vecina Fulana;
También, si con la Zu tana
Tiene riñas de ramera,
Y si niña casadera
Tiene, el castigo es doblado
Si se deja que un templado
La ponga de cabecera.

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Nota: este verso fue publicado con diferencias como Anónimo Ver lira, por Daniel Meneses Ver lira y Adolfo Reyes Ver lira y Ver lira.

RELACION VERDADERA
de los amores i desafíos que tuvieron en Barcelona cuatro
valerosos soldados de la marina española.

Atencion, noble auditorio,
todo el orbe se suspenda
mientras mi lengua declara
la mas reñida pendencia
que sucedió en Barcelona
del modo que aquí se cuenta,
con cuatro nobles soldados
del rey de España, que aumentan
las voces con sus hazañas
por España y fuera de ella,
porque en diciendo españoles,
todas las naciones tiemblan.
Eran entre los marinos
estos cuatro hombres de prendas
y por ser de gran valor
quiero que sus nombres sepan.
El primero y principal
era Diego de Contreras,
soldado diestro y temido
en castillos y fronteras:
el segundo es Cayetano
García, soldado que era
de todos muy respetado,
hombre de valor y prendas;
el tercero Alfonso Tellez,
cuyas hazañas y fuerzas
no me atrevo á enumerar:
el cuarto es Pedro Cadenas,
que es alférez reformado,
sargento vivo en galeras.
Vivia en esta ciudad
una dama hermosa y bella,
espejo de la hermosura,
con quien trataba Cadenas;
solicitábala á tiempo
que de España las galeras
llegan á sus fuertes muros,
donde saltaron tierra,
soldados, bravos mancebos,
respetados donde quiera,
entre ellos Alfonso Tellez
y el dicho Diego Contreras;
paseando alegremente
de Barcelona á las puertas,
Vvieron esta hermosa dama
y sabiendo es de Cadenas,
Dien pudieron excusarlo
y no meterse con ella.
Alfonso con mil requiebros
ha empezado á enternecerla;
la dama con gran despejo
le ha dicho de esta manera:
váyase muy noramala
á pretender á su tierra,
y no venga á enamorar
las damas barcelonesas,
mire que no ha de faltar
quien le rompa la cabeza.
Alfonso de esto enfadado,
con una risa compuesta,
alzó la mano y le dió
un bofeton á la hembra
que le deshizo la cara,
la boca, dientes v muelas,
en sangre se las bañó,
diciendo: dile á Cadenas
que salga á tomar venganza
que Alfonso Tellez le espera.
Se salieron paseando
muy poco a poco y sin pena,
al tiempo que Cayetano
llegó con Pedro Cadenas
á la puerta de su dama;
viéndola de esta manera,
dice: ¿quién es el aleve
que ha ofendido tu belleza
sabiendo que yo estoy vivo
que corres por mi cuenta?
que le quitaré la vida
con esta espada sangrienta.
Muy llorosa le responde:
no serás, Pedro Cadenas,
respetado en Barcelona
si tal infamia no vengas,
corta la atrevida mano
y tráela a mi presencia;
pues de esta suerte me han puesto
dos soldados de galeras,
el uno es Alfonso Tellez,
y me dijo que salieras.
De que oyen estas razones,
como dos serpientes fieras
van á buscar sus contrarios
por calles y callejuelas:
junto á la puertasdel Ángel
con ambos á dos se encuentran.
Cayetano que los vió
echó mano á la siniestra,
y Pedro le detenia,
diciendo: vamos afuera,
adonde no haya socorro
sino que del Cielo venga.
Se salen de la ciudad
poco mas de media legua
por un excusado sitio.
Volvió la cara Cadenas,
y en altas voces ha dicho:
aqui ha de ser la pendencia,
donde sereis sepultados
y yo vengaré mi ofensa.
Meten mano á las espadas
con tal ira y saña fiera,
que Cayetano Garcia
cerró con Diego Contreras,
y Alfonso Tellez cerró
con su contrario Cadenas.
Como son los agraviados
se tiraban tan de veras,
con gran ira y con ahinco
estocadas muy soberbias,
sin reparar en las puntas,
á la que mas pronto llega
Alfonso como valiente
le ha dado á Pedro Cadenas
tres furiosas estocadas
que por el pecho atraviesan;
la púrpura derramando,
manchaba la tosca arena
Como se va desangrando
y ya le faltan las fuerzas,
con la espada y con la daga
con su contrario se cierra;
le ha tirado una estocada,
que sin que reparo hiciera
por el párpado de un ojo
le entró la espada sangrienta,
que el cerebro le pasó
la espada mas de una tercia;
Alfonso cayó de espaldas
difunto sobre la arena.
Cadenas muy mal herido
sobre una peña se sienta,
alza los ojos al Cielo
y á Dios llama mui de veras;
le dice: Pastor divino,
yo soi la perdida oveja
que se vuelve á tu rebaño;
ea, Señor, recogedla.
Con esto llegó la parca,
corta el hilo que le alienta,
espiró y partióse el alma
al Tribunal á dar cuenta.
Vamos á los otros dos
que fuertemente pelean:
cansados de combatir,
ambos se pidieron treguas
para descansar un rato,
se sientan sobre una piedra,
ya se mira el uno al otro,
y asi fablando Contreras:
todo el mundo tengo andado,
y he visto diversas tierras;
he tenido desafíos
y peligrosas contiendas,
y no he encontrado ninguno
que á mi valor no obedezca;
ambos estamos heridos,
dejemos esta pendencia.
Y Cayetano responde
mi fama no lo consienta,
pues ¿qué se dirá de mi
en el puerto y las galeras
si vo te dejo con vida
habiendo muerto Cadenas?
Pues si en aquesta ocasión
un Bernardo te volvieras,
dos mil vidas te quitara
con esta espada sangrienta.
Muy presto te ha de pasar,
le ha respondido Contreras,
pues te muestras tan soberbio
en volver á la pelea
Ya otra vez toman las armas
con tal brio y con tal fuerza,
que renovaron en breve
la batalla tan sangrienta,,
que el sol no acierta á salir
á clarificar la tierra,
por no ver estos leones
de la suerte que pelean.
Cayetano es muy valiente,
pero le faltan las fuerzas;
que tiene cinco estocadas
y cortada una muñeca:
retirando piés atrás,
huyendo de la soberbia
de Contreras, que parece
un bravo leon que sueltan,
tropezó y cayó de espaldas,
y dice de esta manera:
pues con la paz me rogaste,
razón es que te obedezca.
Ya no es tiempo, respondió
muy encendido Contreras;
y con fuerza asaz rabiosa
le dió una muerte violenta.
Y de que ya se vió solo,
y que la noche le cerca
ttendiendo su negro manto,
á la ciudad dió la vuelta.
Se fué á casa de la dama,
y le diz de esta manera
traidora, pues fuiste causa
de esta desgracia, la pena
has de pagar con tu vida
para que escarmiento sea.
La agarró de los cabellos
y le cortó la cabeza
revolcándola en su sangre,
de allí se ha ido y la deja;
va á un convento á retirarse,
y un hermano de Cadenas
juró de tomar venganza;
y haciendo las dilijencias,
supo en qué paraje estaba;
y rondando con cautela
y con dañada intención
viéndole entrar en la iglesia,
le tiró un carabinazo,
cayó boca bajo en tierra;
pidiendo está confesión;
fué en balde la dilijencia.
El delincuente se huyó,
pero poco le aprovecha,
que le cercan y le cogen,
y á la cárcel se lo llevan.
Dieron cuenta al general,
y dispuso su excelencia
que lo lleven y lo amarren
á cuatro fuertes galeras,
sus carnes le despedacen,
para que escarmiento sean.
Ya le sacan de la cárcel,
lo llevan á las galeras;
todas cuatro están en cruz,
lo amarraron con violencia,
y á la voz de un ronco pito
alzan áncoras y velas,
con que quedó aquel cadáver
dividido en cuatro piezas.
Dios les perdone sus almas,
y nos perdene las nuestras
cuando del mundo vayamos
á gozar la vida eterna:
y nos libre de mujeres,,
porque éstas todo lo enredan,
que no hay desdicha ninguna
que por mujeres no venga.
Alerta, alerta, mujeres,
disponeos á la enmienda,
que una mujer fué la causa
que su galan se perdiera,
y juntamente con él
cuatro hombres de nobles prendas.
Escarmentad, valentones,
no vivais á rienda suelta,
no mireis á las mujeres,
que es engañosa culebra,
que con su veneno mata
aquesta frájil materia;
y asi temamos á Dios
y á la Virjen Madre nuestra,
porque despues de esta vida
gocemos la gloria eterna.

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ARREPENTIMIENTO

Llorando te lo pedí:
No me lo quisiste dar
Es imposible gozar
La grandeza que perdí

Tres veces a juramento
San Pedro a Cristo negó
Arrepentido lloró
I fue tal su sentimiento
En aquel mismo momento
Dijo: Señor te ofendí
Misericordia de mi,
Rei de poder infinito
El per[ o ] de mi delito
Llorando te lo pedí.

Judas no se arrepintió
Aunque se vió apesarado
Fué como desesperado,
A un arbol y allí se ahorcó:
Las monedas que ganó
No las supo aprovechar
Maldiciendo sin cesar
Contra Jesús dice triste:
El reino que a Pedro diste
No me lo quisistes dar,

Si hubiese hecho penitencia
Aquel infame traidor
Con verdadero dolor
Hubiera hallado clemencia
Desconfió en la Providencia
Tan digna de perdonar,
A quien la sabe implorar
Según la sagrada historia
I ahora dice: de la gloria
Es imposible gozar

Feliz Pedro que al señor
Dijo: yo a tus pies me postro
I hasta acanalar su rostro
Lloró su terrible error
En Judas no hubo temor
Como en Pedro y en David
Es justo que diga así
Entre su padecimiento
Me sirve de mas tormento
La grandeza que perdi.

Al fin, amigo adorado,
Muy bien lo tendrás sabido
Que Pedro fué convertido
I Judas fué condenado
Uno lloró su pecado,
Puso en Dios todo su anhelo
Mas el otro sin consuelo
Padecerá eternamente,
Goza el que fué penitente
La eterna gloria en el cielo!

Ver lira completa