Lira popular del siglo XIX

Las liras publicadas en Chile desde fines del siglo XIX a inicios del siglo XX.

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[El] asesinato de madre e hija.

Colección Lira Popular de la Universidad de Chile

Autor: Nicasio García
Impresor: Imp. Victoria
Tamaño: 25,7 x 34 cm
Clasificación: 448 G216a Caja N°2b

  • [El] asesinato de madre e hija.
  • Decreto de nuestro gobierno
  • El cólera morbo
  • El cólera en ciudades y aldeas de Santiago de Chile

Nota: Este ejemplar tiene escrito a mano con lápiz rojo “448”

Este documento es muy similar a la lira 451.

Un verso al azar

  • Via-Crucis<br>DEL<br>PUEBLO<br>POR<br>EL PADRE PADILLA<br>PRIMERA ESTACION<br>Balmaceda condenado a muerte.

      Democracia! diosa fuerte,
    Dame fuerzas, desde el Cielo,
    E inspiracion, pues anhelo
    Cantar tu pasion y muerte.

      Porque fuí tu fiel devoto
    Y te proclamaba a gritos,
    En Chile los futrecitos
    Me llamaban pije y roto.

      Pero yo a insulto tan necio,
    Tan fátuo y tan baladí,
    Casi siempre respondí
    Con la risa del desprecio.

      Pobre soi, me falta el oro;
    Pero ¿es esto una desgracia?
    No, bendita Democracia!
    Tú eres mi diosa y te adoro!

      Viste a Chile, pueblo bravo,
    Esclavo de los banqueros,
    Y quisiste darle fueros,
    Redimiendo al pueblo esclavo;

      Y bajaste a la Moneda
    En busca de un Nazareno
    Que amase al pueblo chileno,
    Y encarnaste en Balmaceda!

      Y fué el Palacio escenario
    Del futuro Redentor,
    Que vió cambiado el Tabor
    En un glorioso Calvario.

      Y empezó su obra santa
    Poniendo, firme, altanero,
    Sobre el cuello del banquero,
    Nó la mano, sí la planta!

      Del futuro para ejemplo,
    Creyendo un templo su hogar,
    Empezó a azotes a echar
    A los judíos del templo.

      Pues querian los bellacos
    Con las arcas nacionales
    Celebrar fiestas reales,
    Robando el oro por sacos.

      El les dijo a los bergantes:
    "Eh! Partido perdulario!
    Cierto es que hai en el Erario
    Muchos millones sobrantes;

      "Mas, yo debo, por lo mismo
    Que fueron ellos ganados
    Por nuestros bravos soldados,
    Gracias sólo a su heroismo,

      "Gastarlos de modo tal
    Que aproveche su inversion
    Por entero a la Nacion,
    Ya que es oro nacional.

      "Así, pues, miles y miles
    Gastaré sin devaneos
    En escuelas y liceos,
    Puentes y ferrocarriles;

      "Y, sin regatear un cobre
    Haré lo que ántes indico,
    Nó en beneficio del rico,
    Sino del rico y del pobre;

      "Si el Ministro Pedro Montt
    De cárceles llenó a Chile,
    Pueblo, a ese Ministro dile:
    "¿Para qué tánta prision?"

      "Una cárcel es bastante;
    Pero una escuela, no tal.
    Si él pensó en el criminal,
    Yo pienso en el ignorante."

      —"¡Qué! ¿Deseais a troche moche
    Hacer tales estravios?
    Arguyeron los judíos.
    ¡No es posible tal derroche!"

      —"Ah! ¿quereis ponerme atajo
    En obra tan ejemplar?
    ¿De cuándo acá es derrochar
    El dar al pueblo trabajo?

      "Nó, canallas mercaderes!.
    Sé gastar, pues soi honrado,
    Los dineros del Estado.
    Conozco bien mis deberes.

      "Pero decidme, y sed francos:
    ¿Qué deseais que haga, bribones,
    Con todos esos millones?"
    —"Que los presteis a los bancos.

      —"¡Jamás, ruines aguiluchos!
    Pues fuera cosa de locos
    El engordar a unos pocos
    Para matar de hambre a muchos."

      Y la espalda les volvió,
    Firme en su plausible idea,
    Miéntras toda la Judea
    Sólo en vengarse pensó.

      Y fué el pais una feria
    En que el trabajo sobraba,
    No siendo la jente esclava
    Del hambre ni la miseria.

      El artesano, el gañan
    Mostraban sus regocijos
    Al contemplar que a sus hijos
    No les escaseaba el pan.

      Pero, en cambio, los banqueros
    Miraban tánta ventura
    Con envidia y amargura,
    Propias sólo de usureros.

      De su odio sacando bríos
    Y altivez de su alma ruin,
    En secreto sanedrin
    Se juntaron los judíos.

      Fueron de todos plumajes:
    Liberales, monttvaristas,
    Radicales, romanistas,
    Y hasta sueltos o salvajes.

      Y venganza iban jurando,
    Una venganza brutal,
    Y todos con este ideal:
    ¡Apoderarse del mando!

      La intervencion fué el pretesto:
    Contra ella alzaron bandera;
    Mas, la canalla usurera
    Iba tras del Presupuesto!!

      Y se armó una coalicion
    De la sardina y el bagre:
    ¡El aceite y el vinagre
    En estrechísima union!

      Oh! la ambición personal,
    Que siempre aquí queda impune,
    ¡Cuántas veces no reune
    A la hiena y al chacal!

      Por eso, esa barragana
    Ayer juntó en su tugurio
    Al fraile, a Marte y Mercurio,
    Al mandil y la sotana.

      Y para hacer el proceso
    Del Justo, aquellos chacales
    Trocaron en Tribunales
    Las dos ramas del Congreso.

      Y entre cien Panchos Falcatos,
    A Balmaceda verás
    Yendo de Anás a Caifás,
    Y de Herodes a Pilatos.

      Entre los jueces se fragua
    Con [  ]
    Negarle los Presupuestos,
    Negarle la sal y el agua.

      El defenderse procura;
    Mas, sólo el furor subleva
    Del Congreso, que lo lleva,
    Lo empuja a la Dictadura.

      ¡La Dictadural Fantasma
    Con que al pueblo se le arredra,
    Quien se queda como piedra:
    Tal farsa no le entusiasma.

      ¡La Dictadural ¿Qué hacer
    En semejante emerjencia?
    ¿Qué? ¿Dejar la Presidencia?
    ¿Dar al Congreso el Poder?

      Respondan los redentores:
    Para el pueblo ¿qué es mejor?
    ¿Que haya un solo dictador
    O que haya cien dictadores?

      Pues, si hace males sin cuento
    Un dictador gobernando,
    ¿Qué no sucederá cuando
    Los dictadores son ciento?

      ¡La Dictadura! Espantajo
    De que el pueblo se reia,
    Pues que con ella sabía
    Tenia pan y trabajo.

      Comprendiendo los judios
    Que el pueblo no se asustaba
    Del espantajo ni daba
    En cometer estravios,

      En las sombras de la noche
    Clamaron ¡revolucion!
    Acordando en tal sesion
    Nombrar de jefe a un fantoche;

      Y tambien, si al fin la suerte
    Les daba el triunfo completo,
    Acordaron en secreto
    De Balmaceda la muerte;

      Y sentenciaron matar
    A todo fiel partidario
    Que siguiese hasta el Calvario
    A aquel jefe popular;

      Y, después de hacerlos trizas
    Entre crueldades tremendas,
    Dejar todas sus viviendas
    En escombros y cenizas;

      Y que fueran luego en pos
    Los leales en la reyerta
    Pidiendo de puerta en puerta
    Una limosna por Dios!

      —Mas, ¿no cumplieron quizás
    Tan sanguinaria sentencia?
    —Calla, lector, ten paciencia,
    Que ya presto lo sabrás.

      Pueblo, apróntate, entre tanto,
    A sufrir la consecuencia
    De aquella civil pendencia
    Que te ha de sumir en llanto.

      Y miéntras tu mujer llora,
    Y en tu casa llora el chico,
    Piensa en que es un buitre el rico,
    Que tus entrañas devora;

      Y recuerda que ese buitre
    En la posterior campaña
    Premió con gloria tu hazaña,
    Y él se premió con salitre;

      Mas, según cuenta la historia
    De los veteranos fieles,
    Nadie vive de laureles
    Ni nadie vive de gloria!

      Sin embargo, en tu afliccion,
    Que a fondo aún no conoces,
    Puedes esclamar a voces:
    ¡Viva la Revolucion!

           EL PADRE PADILLA.
    La Serena, 28 de Abril de 1892.
    (Se continuará en otra hoja suelta.)

    Imp. de la Reforma.—Serena, Mayo 5 de 1892.

    Nota: "El Padre Padilla" es uno de los muchos seudónimos usados por Rafael Allende.

    Ver lira completa

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