Paisajes de Camarico

Paisajes de Camarico
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

Calles plomas por la tierra.
cerros repletos de arbustos,
campos con pastos robustos,
extensos llanos y sierras,
donde en un tiempo hubo berras,
jinetes que van montados
sobre caballos alados
que vuelan por la campiña
al encuentro de las niñas
que los tiene enamorados.

Mieses que bailan al viento,
pájaros que tristes vuelan
y que sólo se consuelan
al escuchar un lamento.
Una abuela narra un cuento
de duendes y de princesas
y de un rey que la riqueza
guardaba en el ancho mar
y de otro que su pesar
a todo el mundo le confiesa.

Noches con luces de estrellas
que con sus míseros guiños,
nos hace sentirnos niños
y querer ir hacia ellos;
celeste noche que bella
celosamente se guarda
la tristeza que taladra
los secretos de amor.
En las noches de dolor
su luz nos quitó una venda

Todo es paisaje y belleza
el surco recién abierto
el solitario árbol muerto
y aquel arbusto que reza;
el río que su tristeza
va contándole a la arena.
y la piedra que su pena
a nadie quiere confiar,
bello viento que al rodar
los pulmones de aire llena.

La semilla que al nacer
semeja rayos de luna
y el surco como una cuna
que la va viendo crecer;
bellas flores que al nacer
dibujaron el paisaje
de belleza y encajes,
y si por algo eres rico
tú lo eres Camarico,
de la paz y del follaje.

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A la reina de San Miguel

A la reina de San Miguel
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

Salió reina de los barrios
la chica de San Miguel
Esto demuestra a mi ver
lo duro que trabajamos,
pues todos juntos forjamos
el triunfo a la candidata.
Tiene más votos que latas
hay en Zanjón de la Aguada
mi reina tan encachada
el apetito me mata.

Como un botón de rosal,
tiene la cara la reina,
su pelo de seda peina
con la brisa de la mar;
el sol la deja pintar
con su color las mejillas
No hay en el mundo chiquilla
que pueda como ella puede
derretir la helada nieve
con sus ojos de frutilla.

¿Qué saco con describirla
si no podré retratar
ni un rayo de su mirar?.
El sólo hecho de ungirla
como reina hará sentirla
como un canto a nuestro lado.
Trabajando Hemos logrado
este reinado ganar
Ahora hay que trabajar
y ganar otro reinado.

Ella es reina por belleza
y por sus formas mujer.
Si se pudiera poner
su candor y su fineza
en los ojos del que reza
a su Dios olvidaría
y su rezo elevaría
para poderle cantar.
Yo que a nadie se rezar
por ti, reina, aprendería.

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Un veraneo en Concón

Un veraneo en Concón
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel.

Al visitar Concón
si tú no eres ciego, hallas
en sus cerros y en sus playas
de bellezas un montón.
Si te ofrecen la ocasión
de venir por estos lados
y con los gastos pagados
que sería lo mejor
aprovecha este calor
y vente a ojos cerrados.

Habrás oído nombrar
su tan famoso camino.
El que conduce sin tino
por sus curvas va a parar
a su ancho y verde mar.
Con adelantados al día,
tiene hoy refinería
elaborando el petróleo.
Si parece un cuadro al óleo
pintado con maestría.

Así me escribió un amigo,
describiéndome a Concón;
“Aprovecha la ocasión,
es verdad lo que te digo”.
Se despidió Juan Rodrigo.
Yo le dije a mi mamá:
Si no me deja ir pa allá
no como en una semana,
me cuelgo de una ventana
y ando a pata pelá.

Cuando menos lo pensé
estaba haciendo maletas.
Cuando estuvieron repletas
en Viña del Mar me hallé;
luego un micro tomé
que a Concón me fue a dejar
El Encanto, Montemar,
Cochoa, Playa Amarilla.
También una caletilla
fui conociendo al pasar.

Cuando un poco descansé
al tiro me fui a bañar.
Hacía un frío invernal
y por él me resfrié;
en las olas me interné
luego me empiezo a ahogar
solo agua atiné a tragar,
no sé cómo me sacaron,
oí después que me hablaron
que había secado el mar.

Después escalamos cerros
pero fué peor que lo otro
porque nos patió un potro
y nos mordieron los perros;
me caí sobre un becerro
no supe si yo era Mario,
Sergio, Silvio u Olegario,
y si me hallaba muerto o vivo.
Sólo una cosa concibo:
que Concón fue mi calvario.

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Mi alegría

Mi alegría
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

Siempre me río de todo
de lo puede reírse
me causa risa el morirse
porque morirse, a mi modo,
es dejar todo botado
y el vivir abandonar
no dormir y no pensar
estar tieso e inerte.
Me causa risa la muerte
y al muerto he de respetar.

Yo me río del Gobierno,
por lo que no quiere hacer.
¿No le da a usted risa ver
cómo al apretar el perno
sudan sudores de invierno
y le dan vuelta al revés?
Rabia le da a usted tal vez;
pero yo, señor, me río;
claro que tengo partido
y estoy en un comité

Si algo de lo que yo escribo
no publican en La Lira,
aunque diga una mentira
a veces también me río.
Si en una chica confío
y ella me deja plantado,
confío en la que hay al lado
y el asunto ha concluido,
pues a reina que se ha ido
otra luego he colocado.

Si alguien la barba se deja
y ya lo tienen barbado
o si dos enamorados
por aguantarse se quejan,
tomo mi risa más vieja
y se las doy de regalo.
Si subo a esos cosos malos,
que antes llamaban tranvías,
lo mejor es que me ría
de las cosas que aguantamos.

Soy joven por eso rio,
y cuando ya sea viejo
me reiré del espejo,
donde veré el rostro mío,
por eso a todos envío
esta alegre solución.
Claro que hay una cuestión
también tienen que luchar
pues lo contrario es dejar
la tristeza en su bastión.

Luchar, porque en la alegría
no haya discriminación
que la risa y la canción
ocupen todas las vías
y aquel que no se ría
lo haga porque es amargado,
no porque él ha trabajado
y sus hijos no han comido
por eso a todos convido
a gozar por lo logrado.

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Historia de dos pájaros

Historia de dos pájaros
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel.

Conocí dos pajaritos
que se amaron locamente,
sin que pasara por mente
ningún problema fortuito;
todo era grande y bonito,
lleno de paz y ternura
no sabían de amarguras
sólo sabían amar,
sin detenerse a pensar
que la vida es larga y dura.

Ella y él se conocieron
en las ramas de un pimiento,
muy felices y contentos
al ver que se descubrieron;
cantando y volando fueron
a contarle a todo el mundo
que su amor de un segundo
años y años duraría
y que el amor los haría
felices y vagabundos.

Sólo sabían cantar,
el decía poesías,
y ella al ver que la quería
se ponía a suspirar;
y de pronto al terminar
ella a él le daba un beso,
el que lleno de embeleso
se ponía a escribir
algo capaz de decir
lo grandioso que era éso.

Así se pasaba el tiempo
sin siquiera darse cuenta
ella se hallaba contenta
y él feliz miraba el campo;
sin pensar que como un lampo
lo feliz se pasaría
y que aquellas poesías
que ayer cantaron amor,
hoy lo harían al dolor
al no estar con quien quería.

Se hablaban al oído
con palabras muy bajitas;
de pronto la pajarita
separóse del querido;
era un cazador furtivo
que había logrado cazarla
y después de maltratarla
fue a encerrarla en unas rejas
y sólo se oyó una queja
del pajarito al dejarla.

El pájaro solitario
va triste y meditabundo,
es un pobre vagabundo
que suspira y llora a diario;
va arrastrando su calvario
y poco a poco muriendo
y en su pecho va sintiendo
el dolor de la que amara,
de aquella que se alejara
en una jaula sufriendo.

Por eso, si algún día
ves dos pájaros volando
y bajito conversando,
déjalos seguir su vía;
pues si dañas su alegría
tú no tienes corazón
y si mal tienes, mejor
que te lo saques del pecho
porque habrás visto de hecho
que no cumple su función.

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A un amigo egoísta

A un amigo egoísta
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

Egoisto –un apretado–
era un hombre singular,
gustaba sólo bolsear
y no gastar un centavo.
Un pituco consumado
y exigente, cien por ciento.
Nunca se hallaba contento
de lo que en casa le hacían.
Pobre de los que vivían
con el bendito jumento.

La billetera pasaba
llena de papel moneda
sin que saberlo yo pueda
la cantidad que guardaba.
Hora tras hora adoraba
plata como un ser divino.
Solo perdía su tino,
y su adoración al cobre,
cuando un amigo más pobre,
le invitaba a tomar vino.

Le gustaba tinto y blanco
la chicha era su pasión
tomaba el tipo en cuestión
como un vulgar condenado.
Sin pecar de mal hablado,
me limito a describir
dos cosas que a mi sentir,
podrían cambiar vereda:
el amor a las monedas
y el beber sin ningún fin.

Teniendo plata en bolsillo,
le importaba un pepino
que en su casa del camino
no tuvieran ni sencillo
que lloraran los chiquillos,
bien poco le interesaba
total, nada les faltaba,
tenían con que comer,
para eso su mujer
día a día trabajaba.

DESPEDIDA:

Al final, pasado un tiempo
Egoisto ya está viejo
al mirarse en un espejo,
de arrugas está cubierto;
pero el está contento
porque bien supo enseñar
a sus hijos a juntar
el dinero pa’ un destino
Sólo le cuesta que el vino
al mes le logren comprar.

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Un pedido

Un pedido
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel.

No sé qué diablos me pasa
por más que mando poesías,
salen todas y las mías
se encuentran muy re bien gracias.
Mi familia en la casa,
mis amigos en la calle,
me dicen: cuide el detalle,
a lo mejor eres malo
y dale palo tras palo
sin que motivo yo halle.

la cosa toma volumen
y la esperanza yo pierdo.
me tiro el pelo, me muerdo,
tengo ideas por cardumen
por más que estrujo el cacumen
no me lo puedo explicar
el porqué no publicar
aunque sé que escribo mal;
pero no soy excepción.
Si sigue así la cuestión
me vestiré de sayal.

Aunque mi verso sea feo
tienen que ser consecuentes.
De mi inspiración la fuente
por más que miro no veo.
Del idioma soy un reo
y también del pensamiento;
pero aún no lo comprendo
¿Está mal organizado?
Sé que el trabajo es pesado
y todavía no entiendo.

Sé que hay miles de problemas
sé también que hay poca plata,
que la voluntad no falta
que sobrando están los temas;
pero me hallo en un dilema:
o reclamo y me muevo
o mejor empollo el huevo
y un poeta popular
que perderá su morral
siendo éste un morral nuevo.

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La carta

La carta
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

NOTA DE LA DIRECCIÓN: El joven poeta popular, Sergio Rueda, de solo 15 años de edad, ha enviado esta décima que publicamos con mucho agrado.

Santiago treinta de enero
del año cincuenta y cinco.
fundo “El Salto”, cerca el “Brinco”
Don Juan Segundo Fulero
que usté se halle bien espero,
cariños a mi comadre
un besito pa mi madre.
Salude a la flaca Estela
y a la negra Micaela,
le pido el favor compadre.

Aquí me hallo en Santiago
entremedio de edificios.
Usté sabe el sacrificio
que pa venir pa cá hago;
he visto la pila ‘e vagos
tranquiando por el Mapocho
y entre más miro más rocho
que algunos son cogoteros.
Si hay plata, volver espero
entre el veinte y el veintiocho

Pa conocer la ciudá
me encaramé en un micro
para hacerlo hay que ser rico
y tener güena cuerpá;
cabros vi a pata pelá
y ñatos muriendo de hambre
por ahí catié un enjambre
que entró al Club de la Unión,
vi la loca del Crillon
y otras leseras, compadre

Me he dedicado a esperar
que me llamen pa Ministro,
pues me inscribí en los registros
queriendo sacrificar
pa que pueda prosperar,
mi vida por el país
¿Y qué tal anda el maíz?
¿Está madurando el trigo?
un buen puesto yo te digo
si soy Ministro tenís.

Cóbrale la plata a Juancho
XXXXXXXXXXXXXXXXX1
vo sabí que ella no es rica
que le dé comida al chancho
que le ponga techo al rancho
porque ya llega el invierno,
que me envuelva bien el terno
pa salvarlo ‘é las polillas
y si el cabro llora o chilla
que le dé a chupar un perno

DESPEDIDA

Tengo tanto que contarte,
pero estoy medio apurao,
además la vieja ‘el lado
se está poniendo cargante
Se despide en este instante
su compadre sofanor
hermano de la Leonor
nacido en el año diez
queda postrado a tus pies,
tu seguro servidor.

1  Nuestro ejemplar está cortado en cuatro partes.

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Panorama de actualidad

Panorama de actualidad
Por Sergio Rueda, poeta popular de San Miguel

CUARTETA

De problemas estamos llenos,
tenemos la vida cara,
libertad es cosa rara,
contra todo esto luchemos

GLOSA

Vivimos una época
de profundo malestar,
uno no puede opinar
y debe ser como roca;
no se puede abrir la boca
pa decir lo que pensamos,
bastante mal nos hallamos
con micros a cinco pesos,
mientras alguien se hace el leso
de problemas estamos llenos.

Ahora se sigue la ruta
que marco un hijo ‘e su abuela
se actúa según su escuela
igual que él se permuta;
la libertad tan enjuta,
la que O´Higgins tanto amara,
por la cual tanto luchara,
por un montón de dinero
por culpa de unos ruteros
tenemos la vida cara.

Esta es la consecuencia
de nuestra credulidad.
por eso ya trabajad
por tener independencia;
y no esperéis con paciencia
a que otro la consiguiera,
pues sabéis que el que espera
muere y no consigue nada
y que pa los de esta honrada
libertad es cosa rara

Bien sabemos que los dragos,
quieren otra Guatemala,
pues quedaron muchas balas
y algunos héroes con pago,
un parecido aunque vago
con Guatemala tenemos
pues aquí también queremos,
vivir con tranquilidad
para tener libertad
contra todo esto luchemos.

DESPEDIDA

Doy mi palabra de aliento
al gran periodista Mora,
le digo que sin demora
se le verá combatiendo;
como también escribiendo
en la “Lira Popular”,
nos tenemos que fijar
sólo el por qué del destierro
el motivo si no hierro
fué solo por comentar.

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Mi desgracia

Mi desgracia
por Sergio Rueda, poeta popular.

Aquí me tienen de nuevo
dispuesto a versiar,
pues necesito confiar
una pena que no puedo;
aunque lucho con denuedo
sigue aquí en mi corazón
un amor, una pasión
una chiquilla bonita
y la suegra y la hermanita
y el viejo care ‘e camión.

Esto pasó, mi señor,
en una grande fiestoca
le vi primero la boca
después su cuerpo de flor;
hablé palabras de amor
y al rato la fui atracando
cuando cuenta me fui dando
tenía encima a la hermana
que luego abrió la ventana
por la que salí volando.

La cosa a’i no terminó,
pues después vino la madre
una vieja cara ‘e bagre
que de los pies me tomó;
luego unas vueltas me dió
contra la pared fui a dar
éso no puedo contar,
pues quedé altiro aturdido
con cototos y harto herido
y con ganas de llorar.

Y para colmo de mal
vino después el viejujo
el cual como por embrujo
me patió como animal
luego me siento elevar
y experimento un dolor
después veo con horror
que estoy, señores, pelado,
adolorido y colgado,
en la puerta de un farol.

DESPEDIDA

Esto quería narrarles
para que ustedes supieran
y así muy bien comprendieran
lo que acabo de narrarles;
sepan que lo hice por darle
un descansito a mi alma
agora que estoy en calma
me siento harto adolorido
pal intruso y el metido,
señor, son éstas las palmas.

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