Salomón y la reina Sabá

Los clásicos
Verso a lo divino
Salomón y la reina Saba
Por el Pequén.

CUARTETA

La reina Sabá con fe
al saber de Salomón
bien pronto y sin dilación
al reino de aquél se fué.

GLOSA

Partió de Jerusalem
con sus camellos cargados
con súbditos y criados
todos vestidos muy bien:
decía: piedras de Edén
en mi traje luciré,
y así me presentaré
al reino de Salomón,
dándole su corazón
la reina Sabá con fe.

Salomón le recibió
con suma sabiduría,
y con amor la ofrecía
lo que Dios en él dotó;
ensimismada quedó
al hablar aquel varón,
ella logró su intención
de ofrecerle cuanto quiso,
por eso aquel viaje hizo
al saber de Salomón.

Sabá, la reina, le dió
a Salomón pedrerías
oro y muchas sederías
que el amoroso admitió;
también Salomón le dio
lo que quiso a discreción,
y llena de admiración
ella volvió a su reinado,
llegando el día deseado
bien pronto y sin dilación.

La reina cuando partió
donde estaba Salomón
llevaba en su corazón
un amor que ella notó;
pero siempre prosiguió
diciendo ya llegaré
y con él conversaré
con entusiasmo y empeño,
y para hacerlo su dueño
al reino de aquél se fué.

DESPEDIDA

Por fin cuando se marchó
la tal reina pretendiente
ella llevaba en su mente
ser l’única, que él amó;
mas después se enamoró
de las bellas moabitas
también de las sidonitas,
y enamoró a las etheas
a par de las idumeas
¡cuál de todas más bonitas!

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Cuando rico y cuando pobre

Los clásicos
Cuando rico y cuando pobre
Por el Pequén1

CUARTETA

Cuando yo tenía plata
me llamaban don Tomás
y agora que no la tengo
me llaman Tomás no más.

GLOSA

Dichosos tiempos aquéllos
de dulce prosperidad
en que a la necesidad
no le vi ni los cabellos;
muchos amigos entre ellos
una amiga nada ingrata
todos me hacían la pata,
porque con ellos lograban
y de mi no se apartaban
cuando yo tenía plata.

Paseos al Resbalón
a los baños de Apoquindo
a Renca, al Salto, a los Guindos
y a la hacienda del Melón;
no faltaba ni un bufón
y él y todos los demás
en charla amena y locuaz
cantando se divertían
y como por mi bebían
me llamaban don Tomas.

Pero llegó el día aciago.
en que los libertadores
gracias a viles traiciones
ponen saqueo a Santiago;
después del tremendo estrago
que me dejó pobre y rengo
que te fijes te prevengo
la que gozó de mi plata
conmigo se muestra ingrata
ahora que no la tengo.

Todos los aduladores
que sin reserva ninguna
gozaron de mi fortuna
los beneficios mayores
hoy como grandes señores
van echados para atrás
todos cual menos, cual más
ya no ven en mi un amigo
me llaman Tomás, no más.

DESPEDIDA

Nada tiene en este mundo
existencia duradera
la dicha es tan pasajera
como el dolor más profundo
he aquí en lo que me fundo
y no es esperanza vana
la justicia soberana
al fin se ha dejar ver
y los ladrones de ayer
pueden ser pobres mañana.

1  El Pequén, seudónimo de Juan Rafael Allende (1848-1909)

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