La coqueta

La coqueta
por Rafael Martínez Navia

No hay flor como la violeta
para el triste enamorado
como es el mayor pecado
dar crédito a una coqueta.

Fascinante, insinuadora,
te colma con su presencia:
tiene la misma elocuencia
del cocodrilo que llora.

Te brinda frescos pensiles,
sus labios destilan mieles
y entre arrullos y claveles
te ofrece delicias miles.

Esa beldad que el martirio
siempre da, y no lo quita,
ciertos días se marchita
y deshoja como el lirio.

La coqueta debe ser
un embrujo de este mundo,
es un misterio profundo;
a lo mejor no es mujer.

Es destemplado violín,
triste barca sin timón,
un cuerpo sin corazón
que todo nada es en fin.

Es un ser que nadie entiende
es algo más que yo no hablo
y que sola se comprende…
¿quién puede ser, sino el Diablo?.

Volver

A Pablo Neruda, genio de la poesía, en su cincuentenario

A Pablo Neruda, genio de la poesía, en su cincuentenario
por Rafael  Martínez Navia, poeta popular de Santiago.

¿Quién no conoce al prohombre?
¿Quién no ha leído al poeta?
no hay un rincón del planeta
donde no suene su nombre;
recordémosle como hombre
que en Chile no tiene igual
cuando con su voz inmortal
lanzó su  terrible “¡Acuso!”
y el dedo en la llaga puso
del gran traidor nacional

Luego el ilustre poeta
evadió las fieras garras
del tiranuelo de marras
y ganó una nueva meta;
con ágil pie y alma inquieta
cruzó los Andes audaz,
y en otro suelo feraz
democrático y sincero,
halló asilo verdadero
y el Gran Premio de la Paz

He narrado este episodio
para mostrar la grandeza,
dignidad y entereza
del bardo sencillo y sobrio;
del que no conoce el odio
y adora lo que es virtud
el del glorioso laúd
que vive para pensar
y que canta sin cesar
por Chile y su juventud,

Varón que todo lo merece
él es la voz fraternal
alma y vida universal
que se agranda y no perece;
es Apolo que embellece
tierra, cielo, nieve y mar,
música que hace soñar,
gloria de la patria mía,
luz, sendero, amor y guía
en quien se puede confiar.

El sabe con altivez
confundir a la canalla
que frente al verdugo calla
y le lame hasta los pies;
él no le responde al soez,
ni al falsario ni al felón,
sólo hay en su corazón
para la envidia, desdén,
y por el necio también,
siente viva compasión.

Que comprendan de una vez
los detractores del genio
de que les falta el ingenio
y les sobra estupidez;
se advierte la pequeñez
del que no salta la valla,
mientras que el cóndor no falla
cuando levanta su vuelo
y remonta el alto cielo
y sobrepasa la raya.

Por eso del mundo entero
hoy acuden al país
gentes de todo matiz,
pero de afecto sincero;
a celebrar con esmero
el feliz cincuentenario
del vate extraordinario
cuyo lema es la amistad
su norma la lealtad
y la verdad su santuario.

Por ese estilo cordial
de su verbo prodigioso
y el sello maravilloso
de su “Canto General”;
por esta fecha triunfal
que aclama la multitud,
¡también pulso mi laúd!
y cantando conmovido
del poeta me despido:
¡Salud, mil veces, salud!

Volver

¡Festivalistas, salud!

¡Festivalistas, salud!
por Rafael Martínez Navia.

¡Festivalistas, salud!
perdonadme la emoción,
os rindo mi corazón
empapado en gratitud,
yo brindo en esta ocasión
por vuestra noble actitud,
alzo mi viejo laúd,
y por vosotros lo beso
por eso, solo por eso,
¡festivalistas, salud!

¡Oh gloriosa muchachada,
qué magno fué el Festival!
Volvéis a la capital
tras memorable jornada;
por Rumania alborozada
supisteis lo que es virtud,
allá con exactitud
conocisteis la verdad,
por la Paz y la Amistad,
¡festivalistas, salud!

Pero la nota triunfal
como siempre la dió Chile
en el grandioso desfile
por la Paz universal;
serena, pero marcial,
con magnífica actitud,
marchó nuestra juvetud
tras el patrio pabellón,
también por nuestra Nación
¡festivalistas, salud!

Los que niegan por negar
de estulticia dan ejemplos;
los fieles llenan los templos
en Rumania popular;
de la verdad no dudar
ni mentir con actitud,
porque allí con amplitud
reparte su claridad
el sol de la libertad,
¡festivalistas, salud!

Rumania, hermoso país,
Bucarest, bendito nombre
donde vive libre el hombre
y en cuyo hogar es feliz;
alcazár de azul matiz,
fuente de amor y quietud,
dispensa mi pulcritud
déjame cantar si quieres:
por Rumania y sus mujeres
¡festivalistas, salud!

Como voy a terminar
doy las gracias y un abrazo
al colega Edmundo Lazo
por su actuación singular;
gran poeta popular
conquistó a la juventud
con su profunda inquietud,
y su eterna simpatía,
por él y su compañía
¡festivalistas, salud!

Volver

A los detractores de Castro

A los detractores de Castro
por Rafael Martínez Navia

Hay gente sin lealtad
que miente y no se sonroja
yo conozco a quien se enoja
porque dicen la verdad;
este tal sin dignidad
confirma su condición
pues la flamante opinión
de tan aguada mollera
el mar es la cordillera
y Méjico es el Japón.

Habla de industria y de arte
con manifiesta ignorancia
luego mide la distancia
que hay de la luna hasta Marte:
dice que el mar forma parte
del sistema planetario
y hace un feliz comentario
de los que encierra Tolón
todo de un modo contrario
a la ciencia y la razón.

Librate de un hombre tal,
jamás tus puertas le abras
aunque  tiene más palabras
que letras tiene un misal;
éste es un hombre fatal
ponzoñoso y adulón
mentir es su profesión
pero su paga no es mucha
siempre convierte en copucha
cualquier conversación.

Lleva en su lengua el veneno
como el más inmundo bicho
pero niega lo que ha dicho
si lo llaman a terreno:
es aborto del Averno
del doblez y la ficción
espiando como el ratón
vive en continua acechanza
para ejercer la venganza
sólo mata a traición.

DESPEDIDA

Tal es la ley de ese hombre
enemigo del honor
que no conoce el amor
nada más que por el hombre:
pido que nadie se asombra
ni confundido se acueste
porque este caso se preste
a maligna confesión
yo sé que en nuestra nación
hay muchos casos como éste.

Volver

Dos décimas

Dos décimas
Por Rafael Martínez Navia ( Del tiempo de la infamia )

Infeliz

La justicia y la verdad
marchan juntas de la mano
pero no falta un tirano
que las parta en la mitad;
fingiendo casualidad
cuando las ve en desunión
las pincha en el corazón
les pellizca la nariz
más no piensa el infeliz
que firma su defunción.

A un traidor

¿ Tiene conciencia un traidor ?
¡Por mi caña de pescar!
¿Puede un camello volar
y un muerto sentir dolencia ?
¿Se puede pedir clemencia
al león o a la pantera
o que flores dé la higuera
o que tomates dé el olmo?
Un traidor es ese colmo
que al mal en todo supera.

Nota: Estas dos décimas fueron escritas por el señor Martinez en el tiempo de González Videla.

Volver

Libertad

Libertad
(Del tiempo de la Infamia) por Rafael Martínez Navia

No quiero torpes orgías
ni tampoco un vil tesoro
ni beber en copa de oro
efímeras alegrías;
no pretendan con falsías
quebrantar mi voluntad
no me den felicidad
si esta no es digna y notoria;
para mi la mayor gloria
es gozar de libertad.

Libertad para vivir
libertad para pensar
libertad para estudiar
libertad para escribir;
libertad para decir
lisa y llana la verdad
reclama la humanidad
con patriótico fervor
y yo con profundo amor
también pido libertad.

Libertad para el perverso
que nunca presta su mano
para barrer al tirano
de la faz del universo;
libertad, unión y esfuerzo,
paz, trabajo y lealtad,
himno de felicidad
en el corazón del hombre
yo adoro tu dulce nombre
¡oh, súblime libertad!

La libertad no es un mito
sino que un don natural
que anima a todo mortal
desde que da el primer grito;
sin ella se ve proscrito
el hombre en la adversidad
pues hay gente sin piedad
que la amarra a vil cadena
por eso mi voz resuena
de amor a la libertad.

Sin ella no hay paz ni gloria
entre los pueblos del mundo
y sólo el odio es fecundo
de ignominiosa memoria;
sin ella el hombre hace historia
con suma perversidad
gritando a la humanidad
que muera la inteligencia
la luz, el amor, la ciencia
y también la libertad.

Pues, bien, preciosa deidad,
vuelve pronto a mi país
pues deseo ser feliz
a tu vera y claridad;
paloma de azul matiz
cúbreme con tu amistad
estoy triste en realidad
y la soledad me exalta
nada más porque me falta
el sol de la libertad.

Volver

Disputa de amor

Disputa de amor
Por Rafael Martínez Navia, de Santiago

Disputaban por saber
tres galanes con ardor
que cosa tendrá mejor
en el cuerpo la mujer;
dijo el primero a mi ver,
y no soy hombre de antojos
me gustan los labios rojos
bucles rubios, permanentes,
unos blanquecinos dientes
y sobre todo los ojos.

Casi no me dejas nada
y me reduces a cero,
dijo el segundo al primero
con voz alta y bien timbrada;
francamente es alabada
una hermosa criatura
por su delgada cintura
y su nariz afilada
pero a mí lo que me agrada
es un talle con soltura.

Señores, dijo el tercero,
andan los dos muy errados,
sé que están equivocados
y a probarlo me refiero,
siempre será lo primero
no aquello que no se ve,
si no un pequeño pie,
coquetón y zalamero,
y unas piernas con salero
no me pregunten, ¿por qué?

Yo intervine con presteza
al fin de la discusión
y dije en tal ocasión:
una mujer con belleza;
no vale ni una paveza
si le falta animación;
y lo lindo, en conclusión,
y mejor, es su sonrisa,
con que a veces nos hechiza
¡y nos roba el corazón!

Volver

Amor y poesía

Amor y poesía
(Por Rafael Martínez Navia)

El aura fresca y sutil
embalsama la pradera
y trina el ave parlera
en florido mes de abril;
la flor adorna el pensil
al prado, límpida fuente,
y une su voz al torrente
al dulce cantar del río…
y yo sin tu amor, bien mío,
suspirando amargamente!

El iris se transparenta
en la gota de rocío
y en las mañanas de estío
sus colores los aumenta;
así en mi pecho acrecienta
el fuego germinador
con que me abrasa tú amor
a todas horas del día
y tú no das, vida mía
un remedio a mi dolor!

Es la reina del pensil
la rosa por su prestancia
sólo resume fragancia
en las mañanas de abril;
cimbra su talla gentil
de lánguidas perlas llena
descuella noble y serena
de tanto bien que atesora
celosa del que la adora
porque mira a la azucena.

El árbol presta su sombra
a canoras avecillas
y cantan las pastorcillas
poniendo flores de alfombra;
el fresco aroma allí sobra
de los silvestres hinojos,
y no se sienten sonrojos
en aquella selva amena,
porque falta mi morena
con sus celestiales ojos.

Volver

A Pablo Neruda, el vate ausente

A Pablo Neruda, el vate ausente

MI laúd
Por Rafael Martinez Navia,

(NOTA: El autor es poeta culto que, entusiasmado con nuestra LIRA POPULAR, se incorpora desde hoy a ella.)

Yo tengo un viejo laúd
que guardo como un tesoro:
el de las cuerdas de oro
que halagó mi juventud;
él me da paz y quietud
y me brinda su querer
y vibra tal como ayer
cuando yo le arranco un son:
él es mi corazón
vida, amor, luz y placer.

Yo canto con él a solas
con el último arrebol
cuando se despide el sol
del bosque, el río y las olas;
cuando a las nacientes violas
las entrelaza el clavel,
y canto a solas con él
cuando a la fuente cercana
va la rústica aldeana
seguida de su lebrel.

Canta, laúd, por tu amor
y la dulce libertad,
que es una felicidad
cantar sin ningún temor;
como el pájaro cantor
que cruza la azul esfera
trinando en la primavera
libre, contento y feliz:
¡ver quisiera a mi país
dichoso como antes era!

Alzate, laúd trovero,
templa tus cuerdas y canta
que brote de tu garganta
la canción que yo más quiero:
por el oscuro minero
sin familia y sin sostén
que sufre el fiero desdén
del capataz sin conciencia,
por ese cuya existencia
nunca gozó de algún bien.

Canta por el pescador
que va confiado a pescar
y lo sorprende en el mar
de la tormenta el furor;
también por el leñador
perdido en la inmensidad
que abruma la soledad
y en lucha cruel con el monte
ve cerrarse el horizonte
y estallar la tempestad.

Mas, no cantes por la guerra,
porque es un crimen matar,
pero canta sin cesar
porque haya paz en la tierra;
jamás cantes lo que aterra
y marcha del odio en pos…
¡Laúd mío, que tu voz
hienda el espacio infinito
como un formidable grito
contra el déspota sin Dios!

No calles, laúd trovero,
cólmate de bien y amores,
canta como tus mayores
con excelsa pulcritud;
canta la noble actitud
del vate sin ambición,
bendice la inspiración
del genio que está proscrito,
cuyo nombre llevo escrito
aquí dentro el corazón.

Volver