Uno de los milagros…

Uno de los milagros de Erickson
Por Eduardo Banda G., de Santiago.

En este día domingo
ya pudimos comprobar
los milagros aceptados
por ese hombre tan capaz;
estaba yo trabajando
me vinieron a envitar
si quería comprobar
los hechos del milagrero
y acepté de lo primeros
porque yo no creo en Dios.

Cuando mis ojos lo vió
me quedé muy sorprendido
y por mi cuerpo pasó
una cosa muy extraña;
y mis brazos se pusieron
como una peluda araña
se trataba nada menos
de un hombre muy popular
naide lo puede negar
porque este era limosnero.

Día a día se pasaba
por aquí en el Matadero
implorando una limosna
al que pasaba primero
las mamás cuando mandaban
a sus hijos a comprar
a sus hijos a comprar 1
lo primero en encargar
que al llegar al Matadero
le dieran una moneda
a ese pobre limosnero.

El paralítico era
un hombre muy conocido
principalmente en aquellos
que son bastante creídos;
ellos miran a los pobres
por encima de sus hombros
sin darse cuenta cabal
que al llegar al final
quedan todos los creidos
convertidos en escombros.

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1 En el impreso la línea está repetida.