Que tristes hemos quedado

Que tristes hemos quedado
por A. Miranda, de Valparaíso

La muerte cruel, implacable,
la que no conoce amores, te llevó.
¡Qué triste hemos quedado, los que tu divinizaste
los que de ti recibimos tanto amor!
¿Quién será la que ahora nos arrulle con suave voz,
quién, a nuestros pies heridos cantará,
quién habrá de cantar tomándonos las manos
y jugar en rondas a orillas del mar?

Se durmió la madre, la heroína, la dulce
que amó la tierra que amó las flores
Gabriela, la divina.

Secos los ojos de llorar, heridos los labios
de balbuceante oración,
quedaremos aquí en tus valles, en tu amar,
fijas las miradas en el cielo
pensando quizás divisarte entre nubes blancas
junto al sol.

Y surge el grito angustioso, preñado de emoción:
¡No te vayas Gabriela, no nos dejes!
No tendremos en el mundo a nadie que nos cante
y nos consuele.
No se apiadará ya nadie de nuestras miserias
ni habrá esos tus dulces ojos de dulce mirar
que aminoren nuestras penas.

¡Qué tristes quedamos los pobres,
mirad como lloran los niños!

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